Transformar es cambiar de forma o modo a algo o alguien.

Existe la palabra transmutar, que asociamos a un cambio tan profundo que implica la esencia

Seguramente venga a tu cabeza la idea de que los alquimistas transmutaban el plomo en oro. No transformar, sino transmutar. Trans y mutar; suena a un cambio mayor que un trans y formar, porque mutar ya es cambiar «para siempre», sin vuelta atrás.

No voy a entrar en el detalle químico y fisicoquímico del paso o transmutación del plomo en oro, del cambio y reordenamiento de las estructuras atómicas.

Pero sí quiero ir al mensaje que se lee «entre partículas». Transmutar el plomo en oro es realmente lo que anhela quien busca su propósito en esta vida.

Para alcanzar el brillo y la luz hemos de estar dispuestos a sufrir todo tipo de cambios hasta que pasemos de estar en la oscuridad a ser luz. Ser – Luz.

En este camino, no es sencillo. Se falla muchísimas veces y hay que volver a empezar. ¿Otra vez? ¿En qué he fallado? ¿Dónde me he despistado? ¿Quién me la ha colado?

Lo cierto suele ser que Justo antes de que se estropee un paso, ya lo sientes, ya lo sabes, pero has de continuar porque no puedes simplemente empezar de nuevo sin que haya un deterioro. En ocasiones, también, de modo sorprendente, la cocción suprema retoma temperatura, presión y las condiciones cambian: no se estropea. Pero esa fase que ha tirado de tu energía remanente (confianza y resiliencia) para seguir, tiene un subproducto como un pensamiento nocivo y zumbarte… ¿seguirá bien? ¿Estará a medias?

No hay «a medias» en el camino del crecimiento.

Si sale bien sigues como mimo, más atento y agradecido.

Si se estropea en alguna etapa, quizá la última…recoges los utensilios, la negociación y el alma. Reposas, calmas la frustración porque desde ahí no sale nada. Y vuelves a comenzar.

Pero tú no eres la misma persona. Los pasos son los mismos pero tú no eres igual.

El fracaso no es tal.

Pero estate atento, atenta…no vaya a ser que La Maestra se canse y te deje por tu cuenta.

Sólo reaparecerá cuando, de nuevo, hayas aprendido a estar consciente en los mínimos detalles. Precisamente esos son los que miden de qué estamos hechos/as y nuestra pureza.

«Soplad el vidrio como quien canta una nana, no crees tempestad en la cueva de tu corazón».

(Manuales alquímicos para la vida diaria. Alchemical Network)