Esta descripción de un hecho real que me ocurrió la semana pasada, no es algo extraño. En realidad, cada día tienen lugar más de 10 sucesos como éste en la Ciudad de Guatemala. En esta capital, prácticamente todo el mundo ha podido ver personas asesinadas tiradas en medio de la calle con numerosos casquillos esparcidos por todos lados. Es una sociedad que se ha acostumbrado a vivir en medio de la violencia cotidiana y que sale a trabajar todos los días con el temor de no volver a casa por la noche.

El tercer país más violento de América

Según el Informe Estadístico de la Violencia en Guatemala elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la violencia homicida ha aumentado más del 120% en los últimos 7 años, pasando de 2,655 homicidios en 1.999 a 5,885 en 2.006. La tasa de homicidios por cada cien mil habitantes fue de 47 en este último año, mientras que la capital alcanzó el valor de 108. Estas cifras hacen de Guatemala uno de los países más violentos del mundo, sólo superada en América por El Salvador y Honduras, donde dicha tasa de homicidios fue cercana a los 60 el año pasado. De hecho, estos niveles son superiores a los registrados en Colombia, oficialmente el único país del hemisferio occidental que padece un conflicto armado interno. Como punto de comparación podemos decir que en Argentina y Costa Rica estos valores son de 5 asesinados por cada cien mil habitantes, mientras que en Chile fue de sólo 2 por cada cien mil.

[Las grandes causas de la violencia en Guatemala son la exclusión social y la impunidad]

La firma de los Acuerdos de Paz en 1996 abrió grandes esperanzas de que Guatemala avanzase hacia una sociedad más justa y tranquila. Sin embargo, la realidad es que actualmente la violencia es muchísimo más elevada que durante el conflicto armado interno. Esta situación no es exclusiva de este país, sino que en otros cercanos, como El Salvador, la situación es similar. La paz sólo ha servido para que la vida de la población empeorase substancialmente, mientras que los medios de comunicación de los países occidentales dejaron de interesarse por esta situación ya que la violencia actual no amenaza sus intereses y los de sus empresas.

Exclusión e impunidad

Las dos grandes causas de la violencia en Guatemala son la exclusión social y la impunidad. El 51% de la población guatemalteca vive bajo la línea de pobreza y, el 15.2%, bajo la línea de la extrema pobreza, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida correspondiente al año 2006. Además, cada año miles de jóvenes se incorporan a la población económicamente activa pero el mercado laboral no puede absorberles a todos ellos. Por ello, una parte se inclinan por integrarse en la economía informal y otra parte engrosarán las filas de la delincuencia.


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El otro factor importante en la explicación de la violencia desbordada es el de la debilidad institucional del Estado de Guatemala. Existen numerosos grupos clandestinos que operan violentamente para enriquecerse por medio de diferentes actividades ilícitas como contrabando de bienes y tráfico de personas, de armas y de narcóticos. Estos grupos se originaron durante el conflicto armado interno y se desarrollaron más intensamente después de alcanzada la paz. Actualmente mantiene vínculos con las instituciones del Estado y con sectores influyentes de la sociedad. Todo esto hace que la impunidad prevalezca en la persecución y castigo de estos delitos. De hecho, solamente el 2% de los homicidios que se comenten en Guatemala llegan a una condena.

Esta violencia tiene un elevado costo para la economía nacional. Según el Informe sobre el Costo Económico de la Violencia en Guatemala del PNUD, en el año 200 la violencia supuso una pérdida equivalente al 7.3% del Producto Interior Bruto (PIB) del país. Es decir, unos 2,386 millones de dólares. Esta cifra fue todavía más elevada en el vecino El Salvador, donde alcanzó el 11.5% del PIB. Esta pérdida de recursos dificulta de forma notable la generación de un mayor desarrollo social en estos países.

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Más violencia contra más ricos

En contra de lo que podría pensarse, son los departamentos más pobres, que al mismo tiempo es donde se concentra la población indígena, donde los niveles de violencia son menores. Esencialmente el altiplano occidental y el norte del país son las zonas menos violentas, mientras que, en el extremo opuesto, se encuentran la zona oriental, el sur y el Petén. En este último departamento, el más grande y aislado del país, situado entre México y Belice, el elevado nivel de violencia está directamente asociado con el hecho de ser el lugar preferido por las narcotraficantes sudamericanos para repostar sus avionetas en el largo vuelo hacia los Estados Unidos. Esta actividad también ha derivado, actualmente, en el establecimiento de laboratorios clandestinos para el procesamiento de la droga.


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El grupo de edad más afectado por la violencia es el juvenil. El 56% de las víctimas tenían en el año 2,006 entre 18 y 35 años. Esta concentración en la franja joven de edad es todavía mayor para el grupo de los victimarios a que el 87% de ellos estaban dentro de las edades anteriores.

Otra característica de la violencia en Guatemala es el alto número de mujeres asesinadas. Las cifras de este feminicidio muestran que, en los últimos 6 años, el número de homicidios de mujeres se ha duplicado pasando de 303 en el 2,001 a 603 en el 2,006.

Para darnos una idea del impacto Psicológico de esta violencia sobre la población, baste decir que en el primer semestre del año 2,007, un 37.3% de los hogares padecieron un acto violento. Es decir, que estadísticamente, en el lapso de un año y medio, todos los hogares guatemaltecos se verían afectados por un robo, una extorsión, un secuestro, una violación o un asesinato. De hecho, el 43.3% de los ciudadanos teme ser víctima de un delito en los próximos 6 meses. Esto hace que la población perciba la inseguridad como el principal de los problemas que enfrenta el país. Por ejemplo, en la Ciudad de Guatemala, el 61.5% de los ciudadanos tiene esta convicción, mientras que solamente el 14.7% cree que el desempleo sea un problema, o el 9.2% se preocupa por el coste de la vida. Además, un 77.4% cree que los delitos son ahora más violentos que hace un año.

Esta situación tuvo un claro reflejo en los resultados de las recientes elecciones presidenciales celebradas entre el mes de Septiembre y el de Noviembre del año 2,006. Mientras en la capital y las zonas urbanas arrasó el Partido Patriota (PP), cuyo lema de campaña era el de la mano dura contra la delincuencia, en las zonas rurales, menos castigadas por la violencia, venció la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), de tendencia socialdemócrata.

Ojo por ojo y diente por diente

La impunidad referida anteriormente, ha llevado a una gran desconfianza por parte de la población en el sistema de justicia. Por ello, solamente el 25% de los hechos ilícitos son denunciados. Entre las razones dadas por las víctimas para no denunciar destacan un 59% que afirman no creer que la denuncia sirva para algo, y un 10% que afirma temer las represalias de los delincuentes.


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Esta situación ha llevado a la creación de numerosos comités de vecinos que velan por la seguridad de sus barrios y colonias y que tienden, frecuentemente, a tomarse la justicia por su propia mano. Casi todos los días se producen casos de linchamientos de delincuentes por parte de vecinos enfurecidos. Incluso el personal de las ambulancias y de la policía se ve afectado por estos linchamientos cuando tratan de salvar a los criminales de las manos de la población. En Guatemala se ha extendido, en los últimos años, la idea de que la “justicia maya”, es decir, los linchamientos y los azotamientos públicos por parte de la misma población, es mucho más efectiva que la justicia oficial.

La pregunta es hasta cuando continuará esta situación en Guatemala y en los demás países en desarrollo. No parece haber una respuesta fácil a esta cuestión. Como dijimos más arriba, no es la pobreza la causa de esta violencia, sino más bien la desestructuración de la sociedad. Por ello, aunque se produzca una mejora de los datos económicos de estas sociedades, esto solamente no contribuirá de forma substancial a la disminución de la inseguridad ciudadana. Mientras, la situación de desorden en las relaciones sociales parece que seguirá aumentando en el futuro como fruto de un cambio cualitativo en las formas de interacción y comportamiento de los ciudadanos.

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Tácticas guerrilleras

Quiero terminar estas notas diciendo que, mientras las escribo en la redacción del medio de comunicación para el cual trabajo, ha llegado la noticia de un enfrentamiento entre asaltantes de un centro comercial y policías que ha dejado un saldo de 6 asaltantes y 2 policías muertos, además de otros 7 policías heridos. Lo increíble de la situación es que el tiroteo entre unos y otros duró desde las 4 de la madrugada hasta las 9, es decir, cinco horas, y durante el tiroteo se dispararon más de 5,000 balas, encontrándose municiones, entre los asaltantes, para otros 3,000 disparos. Por supuesto, las armas utilizadas fueron fusiles automáticos Kalashnikov (AK-47) y M-16. Mientras tanto, una población de aproximadamente medio millón de habitantes no pudo dormir esta noche ya que estuvo pendiente del continuo tiroteo durante toda la noche. Una situación que no tiene nada que envidiar a cualquier guerra convencional. ¿Será esta la nueva forma que adoptarán los conflictos en el futuro?