Dos aspectos están en debate estos días: el turismo y el deporte (deporte turístico, turismo deportivo, ya veremos cómo entenderlo, pero parece que el ecoturismo quedó olvidado).

En Bolivia, cuando se trata de deporte, los corazones incluso los más escépticos, laten fuerte acordándose de la clasificación del 93 al mundial de fútbol que nunca más se repitió, pero dio lugar hasta a estudios sociológicos sobre la reacción de la gente, de pronto todos aprendimos sobre fútbol, daba gusto ver que los niños en lugar de camisetas con el hombre araña, usaban su camiseta verde y la vincha rojo, amarillo y verde, todos andábamos bien verdes. Era lindo y así se lo contamos a nuestros hijos, como algo del pasado que dejó un vacío grande y una sed de triunfo y alegrías pendiente, todos queremos volver a vivir esos momentos.

Entonces de repente el gobierno boliviano anuncia el Dakar como la bomba deportiva del año y claro, dado el vacío que tenemos de éxitos, no fue tan difícil fabricar un tanto de alegría diz que triunfal, que costó pagar una franquicia de dos millones de dólares a esa asociación organizadora, que visto su historial, debería ser ella quien le pague a cualquier país por usar sus campos. Mientras tanto pocas personas prestaban atención, ni sabíamos nombres de corredores, ni nos conmovía para nada, llegó en medio de signos de interrogación, quién será ese tal señor Dákar escuché personalmente decir en las áreas rurales, porque no nos identificaba, ni lo añorábamos, ni sentíamos nada, para la mayoría fue forzado.

Y tal parece que no hubiera más disciplinas deportivas, el gran logro de la última década fue incrementar el fútbol femenino, que es muy respetable para quienes les guste, pero el resto de los deportistas quedan en el olvido, incluso cuando ganan importantes competencias internacionales, ellos y ellas tienen que utilizar recursos propios para competir porque el gobierno nunca tiene plata y es más, les hizo pasar vergüenzas en las Olimpiadas por ejemplo, tras de las cuales siempre le siguen las denuncias de los deportistas y sus familias.

Que hay algunos cambios recientes, pues bueno, más escuelas y competencias de fútbol para los chicos, en La Paz se recuperó la piscina para eventos de natación de nivel olímpico, pero hay que pagar una pensión mensual, por lo tanto no es accesible para todos, se crearon los juegos plurinacionales que no incluyen a todos los niños y niñas, pero en fin y se anuncia la creación de un Ministerio de Deportes este principio de año, estaremos atentos a ver cuántos millones le destinan y si democratizan el derecho al deporte en todos los rincones del país.

Por su parte en Europa no extrañan la carrera Dakar ni por si acaso, si algún apoyo había prefirieron “afuerearla” primero de París, luego de Madrid, luego de Lisboa y así, en África imagínense si alguien la va extrañar cuando más de 30 niños, niñas y madres murieron arrollados en el trayecto por ese tipo de saltos ciegos que llaman, que dan los carros sin saber a dónde exactamente van a ir a parar, o cuando se extravían y tardan en recuperar la ruta o se vuelcan por los terrenos no aptos para ruedas que es lo que vuelve “heroica” la competencia. Animales muertos ni que se diga, no están contabilizados, pilotos también pero por lo menos ellos eligieron el riesgo, los otros muertos no. Desde luego no utilizan señalización para que la gente sepa dónde protegerse o resguardar su ganado.

La principal etiqueta para justificar el gasto en esta carrera fue promocionar a Bolivia para que venga el turismo. Pero habiendo tantas alternativas turísticas para invertir dentro de este país, con   climas, costumbres, patrimonio tangible, intangible, retangible, comida que es en envidia y salvación del primer mundo intoxicado, espacios aun vírgenes, agua dulce, bichos y plantas que no tienen ni nombre todavía porque no alcanzamos a clasificar, además de la lista de diversidad biológica más larga de todo el planeta, etc. ¿Por qué tenemos que regalar tanto dinero a una asociación de unos cuantos corredores millonarios?

Por donde se busque un poco de historia de esta carrera, siempre se tropieza uno con protestas  ciudadanas en todos los países, se la considera elitista, de capricho de un grupo millonario que bien podría ejercitar su pasión deportiva sin dañar el mundo. Arqueólogos en Chile han denunciado la destrucción de herencia arqueológica y paleontológica de cuatro mil años de antigüedad hasta en un 45%.  Eso nos remite a pensar por ejemplo que aquí en La Paz, las ruinas de Tiwanacu necesitan esos 25  millones de dólares que el gobierno dice que está gastando, para continuar con las excavaciones y destapar aquella infraestructura pre-precolonial, que nos puede seguir enseñando sobre sus sistemas de vida, manejo de aguas, cultivos estratégicos, materiales y métodos constructivos de alta resistencia y otras cosas, pero nuestra mentalidad quinientos veintitrés años colonizable se niega a recuperar la ingeniería ancestral porque no la considera buen negocio, muy a pesar de que el turismo arqueológico en México haya llegado a ser su segunda fuente de ingresos nacionales.

Más preguntas con el desorden acorde a la coyuntura: ¿Por qué pagarles para que vengan a publicitar sus marcas de autos bajo pretexto de atraer interés turístico, pudiendo autopagarnos  para crear un sistema turístico sostenido bajo nuestra propia concepción, normas, condiciones y soberanía? ¿La ruta de la carrera contó con un equipamiento turístico improvisado o permanente?  Quienes asistieron, ¿volverían a visitar esas zonas sin carrera Dakar, a excepción del Salar? ¿Cuántos millonarios vinieron a dejar su plata en consumo de alimentos, hospedaje y servicios, sin traerse hasta su propia agua? ¿De todos los eventos deportivos, por qué es justamente esta carrera la que más amenazas de marcha y protesta recibe? ¿En la era de la dignidad indígena y campesina, por qué no se consultó a los indígenas si deseaban que esta carrera pase por sus espacios de vida? ¿Tiene sentido atraer turismo que viene a lo loco a ver la competencia motorizada y está más preocupada por seguirla o encontrar agua y comida, sin tiempo de apreciar nuestras maravillas? ¿No se trata de centralizar la atención en el país y sus cosas? ¿En qué parte de toda esta oferta se puede identificar la descolonización, la no dependencia, la armonía, la reciprocidad, etc.?

Queda esperar los informes de huella ecológica, para ver si el dinero que la asociación organizadora de la carrera desembolse a título de compensación, guarda relación compensatoria por ejemplo con la franquicia, aunque hay adelantos de que la compensación ascendería a 450 mil dólares más o menos. Además hay que ver qué tipo de medición de huella se hará, será solo de los vehículos competidores o también de los visitantes, se medirá afectación a la tierra o solo emisiones de dióxido de carbono, el impacto social a la gente del lugar, la contaminación acústica, las toneladas de basura plástica moderna y aparte los costos por limpiarlas, etc.

Última pregunta por ahora: ¿El país de la Madre Tierra habrá diseñado una medición de huella ecológica de la carrera Dakar coherente con su discurso ambiental? Sabemos que nadie responderá esta pregunta ya que es en sí misma una completa contradicción.