La cumbre, bajo el título Global Summit to End Sexual Violence in Conflict, tiene como escenario Londres y en ella no solo participan los delegados de los Gobiernos, sino centenares de representantes de la sociedad civil defensores de los derechos humanos.

En muchas regiones en las que se han producido violaciones de forma masiva, el abuso sexual ha acabado normalizándose dentro de la sociedad, por lo que los perpetradores han quedado en libertad sin respuesta judicial alguna. Por eso es necesaria la cooperación, como ha subrayado el secretario del Foreign Office, William Hague, junto a la actriz Anjelina Jolie, invitada especial por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.

La cita de Londres coincide en el tiempo con el secuestro de dos centenares de estudiantes nigerianas por los islamistas radicales de Boko Haram. “Ya había dicho que la educación occidental debía acabarse. Niñas, tenéis que dejar la escuela y casaros”, declaraba recientemente el líder terrorista de la organización. Además, según el mensaje difundido por Boko Haram, varias de las adolescentes van a quedar en sus manos para que les sirvan como esclavas y serán obligadas a casarse con sus integrantes.

Algunos estudios cuantifican este crimen silenciado: Una media de 36 mujeres y niñas son violadas a diario en la República Democrática del Congo, según las estimaciones de UNICEF, que cifra en hasta 200.000 el número de víctimas de la violencia sexual desde finales de los años noventa. En el conflicto civil sirio, la agresión sexual es un arma recurrente contra mujeres, hombres y menores durante los registros de viviendas e interrogatorios en centros de detención, confirmaba la ONU meses atrás. Esto ocurre dos décadas después de la guerra de los Balcanes, en la que unas 50.000 mujeres fueron violadas y nunca obtuvieron justicia.

El objetivo de la reunión pretende convertir el mero papel en acción: documentar esos crímenes para sustentar acciones judiciales contra los instigadores, presionar a los países afectados para que refuercen sus leyes en ese ámbito, alentar la formación de los soldados y fuerzas de paz en la prevención de la violencia sexual e incrementar los recursos económicos en el apoyo a unas víctimas que, tras la agresión, deben afrontar el rechazo social y enfermedades como el sida.

Laura Zamarriego

ethic.es