Las hojas del calendario
Vuelan sin paz ni consuelo
Y se amontonan los días
Como escombros en el suelo
Con el polvo del dolor
Sacudiendo los recuerdos
Tejidos con tu perlé
En punto de amores tiernos
Cosido sobre mi piel
Desde todos mis momentos
En repliegues de mi infancia
Un almanaque del tiempo
Para vestirme de niña
Con tu cariño materno
Un veintisiete de marzo
Me avisaron del comienzo
De esta febril pesadilla
Alojada en tu aliento
Cuatro días de incertidumbre
Tan cerca de ti y tan lejos
Esperando información
Ser parte de tu cortejo
Avivar tu mejoría
Y regalarte empeño
Te escribí para animarte
Darte un impulso y resuello
Confié en tu fortaleza
Y en la magia de médicos
Sin sospechar que te irías
Tan pronto y en aislamiento
Aún escucho tu latido
Respirando en un intento
Por responder a mi voz
A través del teléfono
La doctora describía
Tu expresión y tus gestos
Acaba de abrir los ojos
Algo se ha encendido en ellos
Hace señas con el brazo
Y un brumoso balbuceo
Está intentando hablarte
Se retira el oxígeno
Tiene muy poquitas fuerzas
Su corazón late trémulo
Quizás quisiste decirme
Que no acudiera a tu encuentro
Que lo primero soy yo
Y que ya bastante tengo
Que tú ya rezas por todo
Por lo mío y por lo nuestro
Si rezar trae recompensa
Te habrás ganado el cielo
Con tus misas y rosarios
Que acompañé con deseos
Por alegrar tus plegarias
Desde la fe que no siento
Yo imaginé tu mirada
Siempre al verme sonriendo
Tú cogida de mi brazo
Paseando por el centro
Apoyada en tu bastón
Y con un andador luego
Procurando proteger
La salud que no poseo
Presentándome orgullosa
Ante todos los abuelos
Como un ritual repetido
Renovado y poético
Y en la mesilla esperando
Tu puñao de caramelos
Para templar mi garganta
Y recitarte mis versos
Fue tu última llamada
Con mi carta entre tus dedos
Y el sonido del aire
Queriendo entrar en tu pecho
La muerte agazapada
Se enredó en tu blanco pelo
Y en tan solo unas horas
Triunfó sobre tu esfuerzo
Me derrumbé aquella tarde
Y en la mañana de nuevo
Al recibir la noticia
Agustina ha muerto
Se cumplió tu profecía
Pactaste con ella el paseo
Con los pies ya por delante
Cuando llegara el destiempo
No esperaste al florecer
Tras el muro del almendro
Y te escolté en soledad
Con mi intenso desconsuelo
Y una impuesta distancia
Sin mimos ni en tu féretro
Ahora voy a visitarte
Al silencioso cementerio
En tu nueva residencia
Sin compañera de espejo
Sigo llamando al llegar
Te cuento acontecimientos
Y si me invaden las dudas
Te pido opinión y consejo
Te llevo plantas y flores
Para tus manos de esmero
Desde que no estás se mueren
Sin encontrarles remedio
Aún no puedo creerme
Que ya vivas allí dentro
Habitando la morada
De nuestros queridos muertos
Y alimentando mi rosa
Roja desde tus huesos
Volveremos a encontrarnos
En el blanco panteón
Entre lápidas de mármol
Con inscripciones en negro
Apaciguaré mi rabia
Y procesaré mi duelo
Por no poder acunarte
En tu último trayecto
Ni haber podido brindarte
Religioso y digno entierro
Algún día bajaré
Hasta vuestro húmedo lecho
Y entonces me contarás
Si desahuciaron tu cuerpo
Ante la gran osadía
De hacerlo llegar a viejo
Si te mató este virus
O te moriste de miedo
Porque tu mala audición
Te enrevesara los hechos
O ante tamaña locura
Te asolara el desconcierto
Recostaré mi sonrisa
Sobre vuestros esqueletos
Gritaré todos los nombres
De quienes nos nutrieron
Seremos la fértil tierra
De sólidos argumentos
Donde crecerán semillas
Para asentar cimientos
Y compartir tanta savia
Olvidada en el silencio
Yo despertaré el calor
De vuestros fríos restos
Para mecerlos de abrazos
Acurrucados de sueños
Fusionando nuestras vidas
Hasta dormir en lo eterno.
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