La sorprendente victoria del magnate republicano, cayó como guacalada de agua fría al mundo entero, al ver los resultados de una contienda que pasará a la historia como un golpe de gracias al sistema tradicional estadounidense.

La ansiedad, inseguridad y el temor son unas de la tantas emociones que han surgido, nadie se esperaba algo tan descabellado; ni siquiera el mismo Trump. La victoria del magnate confirma una nueva disposición del esquema político que rigió en Estados Unidos desde Ronald Reagan, y a la vez en su acción sobre el resto del mundo.

Según algunos expertos, la gran cantidad de votos que logró Trump en los estados del norte se deben a los votantes blancos de clase media baja, golpeados por las consecuencias de las acciones de funcionarios, políticos y banqueros culpables del colapso económico experimentado en 2008 en Estados Unidos; que abandonaron la coalición demócrata y se volcaron hacia el Partido Republicano. Y sin lugar a dudas con estos resultados se espera el nacimiento de la nueva dinastía, la de los ”Trumpers”.

Al mismo tiempo no se puede ignorar que fue el temor de sectores blancos que perdieron en los últimos años dominio social. ”La mayoría blanca solía mezclar identidad racial con identidad nacional”. Para muchos blancos, esa identidad era uno de los pilares fundamentales que sostenía sus vidas y ahora aparecen como “amenazados” por el multiculturalismo, los movimientos de los derechos civiles en EE.UU. y de una política de fronteras abiertas, que han sido interpretados como un peligro hacia su sistema tradicional de vida, su identidad. Lo mismo sucedió con el Brexit, con la hipotética salida del Reino Unido de la Unión Europea.

El emblemático Donald Trump representa en forma ”tragicómica”, como algunos lo señalan, la necesidad de no perder el “sueño américano” frente al descenso social de los sectores medios y populares norteamericanos ante las nefastas corporaciones financieras del globalismo de Wall Street que representara Hillary Clinton.

A pesar de la prepotencia, arrogancia e inmadurez política de Donald Trump, y su falta de conciencia sobre el alarmante recalentamiento global, la intolerancia y vulgaridad, todo fue ignorado por sus fieles seguidores que cautivados con su famosa frase ”Haremos américa grande otra vez”, demostró ser más capaz de dar voz a la frustración y la rabia, con sus ataques desafiantes, racistas, sexistas, sin decoro y payasada, combinados con su desprecio por la corrección política, aseguro terminar con el terrorismo y la violencia, y por supuesto el famoso muro apoyado por su política migratorial. Y que por cierto cabe aclarar que los gobiernos estadounidenses demócratas son los que más políticas restrictivas hacia migrantes han desarrollado; y han construido muros y no necesariamente lo anunciaron ni causaron tanta controversia.

Lo sorprendente para muchos ciegos que no querían ver, fue el voto oculto: ”adultos mayores, jovenes, afro-americanos, mexicanos anti mexicanos, latinos y anti latinos; son algunas de las razones por las que Donald Trump ganó las elecciones electorales de los Estados Unidos”. Seguramente, debido al rechazo hacia el sistema y la clase política tradicional, y al desencanto con la situación económica, pero también debido a la impopularidad de Hillary Clinton, como cartucho quemado, que simplemente no pudo convencer a la mayoría de seguir confiando en la dinastía política que termino en un círculo vicioso con la misma demagogia y sus eternas promesas que todos hemos escuchado de los políticos que nos gobiernan en la actualidad, un fenómeno global, tanto en la izquierda como en la derecha; que al final solo son vendedores de promesas a los millones que vivimos de esperanzas y de fe.

Lo cierto es que todas las promesas del magnate y la necesidad de un cambio, ganaron el voto de los miles de antisistema hartos de la clase política tradicional y las élites partidarias, que ponen en evidencia sus intereses y compromisos económicos ya establecidos por el mismo sistema. Claro que el magnate ”Mr. Trump” es parte y producto del mismo; siempre se identificó como demócrata, pero en tiempos de campaña electoral, sus aportes monetarios eran tanto para el partido demócrata como republicano. Pero sin lugar a dudas, la clara evidencia es que sus colaboradores y su futuro gabinete seguirán siendo parte de ”un sistema político por consenso, como es la democracia, depende del respeto de los candidatos, que operen dentro de ese sistema. Respeto por las convenciones, tradiciones, leyes y Constitución”.

Esperemos que Donald Trump cumpla con sus promesas positivas, como el de no dejar morir en la calle a ningún estadounidense, mejorar el Obamacare, de manera que el sistema de salud sea accesible para todos, sin que la clase media resulte la más afectada con el incremento de impuestos. Prometió reformas para superar el bajo rendimiento escolar, así como el tratar que disminuyan las conductas antisociales, crímenes, y violencia general, y restablecer la Ley y Orden; pero indudablemente que será necesario que lo haga sin intimidación, odio y discriminación hacia los afro-americanos y a las minorias, en especial a los musulmanes y mexicanos; incluyendo en este grupo a los latinoamericanos en general. Pero sobre todo, esperemos que logre concebir y tome en cuenta que las elecciones en los EE.UU. son una elección global por sus repercusiones e impactos a nivel geopolítico mundial.