En la revisión taxonómica del género, realizada en 1994 con base en un análisis craneométrico, se propuso dos especies: Inia boliviensis para la cuenca del río Madeira (Bolivia) e Inia geoffrensis para el resto del área de distribución con dos subespecies, Inia geoffrensis geoffrensis para la cuenca del Amazonas, y la otra, Inia geoffrensis humboldtiana para la cuenca del Orinoco. Aparentemente, la separación de Inia boliviensis pudo haber ocurrido hace 5 millones de años, durante el Pleistoceno, al formarse la cordillera de los Andes.
Es el delfín de agua dulce más grande del mundo, alcanzando longitudes de hasta 2,80 m y pesos de 180 kg. aunque se capturó, en el río Samiria, un Inia geoffrensis de 3 metros con una trompa de 50 cm, caso único y excepcional (capturado el 11 de noviembre de 1992). La coloración es variable, generalmente cuando nace es de color gris y a medida que crece puede mantener esta coloración, tornarse más oscura, con manchas rosadas, o adquirir patrones intermedios. El cuerpo es robusto, poco hidrodinámico pero muy flexible. El hocico es alargado y provisto de aproximadamente 106 dientes. Los ojos son pequeños pero funcionales, adaptados a las condiciones del agua turbia donde habita, siendo la vista es un sentido muy secundario para ellos, ya que las aguas del río Amazonas y del Orinoco son turbias, por lo que en realidad se guían por la ecolocalización, tanto para moverse como para capturar sus presas. El morro es pronunciado, especialmente en adultos (de 25 a 50 cm). Esta estructura sirve como un direccionador acústico para las ondas que producen (ecolocalización). Los delfines emiten de forma continua chasquidos y silbidos, que consisten en pequeños pulsos de 300 sonidos por segundo que se generan justo debajo del espiráculo y que funciona como un sonar.
A diferencia de los delfines marinos, puede mover la cabeza de lado a lado debido a que las vértebras cervicales se encuentran separadas. Las aletas pectorales son grandes y con gran capacidad de movimiento. La aleta caudal es baja y prolongada. Suele vivir en parejas o formando pequeños grupos familiares de hasta 6 individuos.
Los delfines del Orinoco cuando están en estado de cortejo se acercan a la orilla del río y nadan con la parte ventral hacia arriba. En cuanto a la reproducción el delfín del Orinoco alcanza la madurez sexual entre los 5 y 12 años en hembras o, dicho de otra forma, cuando llegan a medir entre 1,60-1,75 y entre los 9 y 13 años en los machos o los 2 metros de largo. Debido a que en las aletas de los machos pueden observarse varias heridas de mordidas y abrasiones, se dice que compiten en temporadas de reproducción para determinar al ganador que tendrá el derecho de aparearse con la hembra.
La temporada de reproducción es estacional y los nacimientos ocurren entre mayo y junio. La madre posee un periodo de gestación de 11 a 12 meses; la hembra pare una sola cría, que nace en temporada de inundaciones y el recién nacido tiene un peso inicial de 80 kg. Durante un año recibe lactancia y el intervalo entre nacimientos se da de 15 a 36 meses. El periodo de los nacimientos coincide con la temporada de inundaciones y es posible que esto proporcione una ventaja debido a que las hembras y sus crías permanecer en las áreas inundadas más tiempo que los machos. En cuanto el nivel de agua empieza a decrecer, la densidad de presas en los sectores inundados aumenta debido a la pérdida de espacio, ofreciendo a los lactantes la energía necesaria para suplir las altas demandas requeridas para el crecimiento.
Es muy común observar a las madres junto a sus pequeñas crías. Se cree que este delfín de agua dulce puede vivir cerca de 30 años, pero los datos acerca de su periodo de vida aun son poco conocidos.
El delfín del Orinoco rara vez nada rápido alcanzando velocidades de hasta 20 km/h, pero comúnmente lo hacen a 1,5 ó 3,2 km/h. Es una especie oportunista que captura más de 43 especies de peces diferentes de pequeño tamaño (de 15 cm) a grandes bagres (1 m. de longitud). Las pirañas, corvinas y tetras son los peces más capturados por los delfines del Orinoco. También consumen camarones, cangrejos y tortugas de río. Se estima que pueden consumir unos 3 kg por día, aunque dependiendo de la época del año, comerán más o menos. Dicho de otra forma, consumen diariamente hasta 2.5% de su peso corporal.
Normalmente se alimenta de las especies que habitan en las profundidades del río, de ahí la poca importancia del sentido de la vista para el delfín rosado, ya que, como referíamos antes, las aguas de por sí turbias del Orinoco se vuelven totalmente oscuras a esas profundidades por lo que, a la hora de capturar sus presas, además de la ecolocalización, cuenta con unos pelos táctiles en su hocico.
Estos delfines nadan en los bosques inundados en la temporada de aguas altas y, a menudo busca sus presas entre las raíces y los troncos de los árboles parcialmente sumergidos. Ciertos estudios han demostrado que algunos individuos son residentes en áreas específicas durante todo el año,mientras que otros se mueven desde varias decenas a cientos de kilómetros en los ríos, aunque no parece haber ninguna migración estacional real.
Generalmente se concentran por debajo de la confluencia de canales que mezclan aguas blancas y negras. Su afinidad por las confluencias disminuye durante la temporada de aguas altas, probablemente porque los animales se mueven en los lagos y bosques inundados. Se encuentran con mayor frecuencia dentro de los 150 metros de los bordes de los ríos y con una menor densidad en los centros de los cauces.
El delfín del Orinoco ha estado desde siempre ligado al misterio y la leyenda. Curiosamente, en diferentes países y comunidades indígenas hay diferentes versiones de una leyenda que sugiere que el delfín seduce o deja embarazadas a las mujeres.
Voy a reproducir una de ellas, la más original y que personalmente más me ha gustado, cuya fuente está en Viajeros.com (Puerto Ayacucho, Venezuela. Viernes, 25/II/ 2011).
“Al principio de los tiempos, solo había agua. Los hombres navegaban en canoas y vivían sobre islas de vegetación flotante. Las corrientes eran todavía más impetuosas que ahora, había muchos naufragios y muchos morían ahogados, otros más se perdían navegando, pues no había nada como fijar el rumbo. El cielo nublado y los días y las noches tenebrosos.
Muchos niños, viendo la tragedia de sus mayores, le pidieron a los dioses, que los convirtieran en peces del río para ayudar a los navegantes sin rumbo, para acompañarlos en su navegar, para poder sumergirse y rescatar a los que se estuvieran ahogando.
Los dioses se reunieron y decidieron hacerlos toninas (delfines de agua dulce). Nunca más los navegantes se sintieron solos y desgraciados, contando siempre con el apoyo de las toninas.
Paso mucho tiempo y los dioses quisieron saber que hacían las toninas; bajaron a ver.
Cuando las vieron jugar alegremente, brincar sobre el agua, chillar de alegría, hacer maromas, ser consentidas, respetadas y admiradas por el hombre, ellos también quisieron ser toninas, y nació El Delfín del Orinoco”.
Estos animales son muy apreciados por las diferentes etnias sudamericanas pues se cuenta que también rescataban a personas cuando corrían peligro en el río. Aún existen tabúes en la selva amazónica que sostienen que los delfines han descendido de la gente y han desarrollado la red de canales que habitan, simplemente nadando en direcciones diferentes. Si una persona mata a un delfín, por las cortaduras abiertas de su pecho se derramará la grasa y campos y aldeas se inundarán como retribución (Jordana, 1993).
Como depredadores naturales del delfín del Orinoco, encontramos al caimán negro, el tiburón toro, el jaguar y la anaconda. Algunos delfines poseen cicatrices en forma de medialuna atribuídas a peces gato de las familias Cetopsidae y Trichomycteridae. Sin embargo el hombre ha sido, con mucha diferencia, el responsable de la disminución de ejemplares de este tipo de delfín. Esto se da por diversos factores, en los que se encuentra la destrucción masiva de la selva amazónica por deforestación y contaminación, la captura accidental y la cruel matanza por parte de pescadores ya que esta especie de delfín puede romper las redes de pesca haciendo que se pierda todo el trabajo hecho por los trabajadores.
Efectivamente se sabe que las principales amenazas conocidas incluyen la alteración de su hábitat para la construcción de represas, la sobre-explotación de la pesca de alguno de sus alimentos básicos, la contaminación de las aguas a causa de la explotación minera, el tráfico fluvial y las muertes por interacción con pesquerías locales. En Colombia se han encontrado evidencias importantes de toxicidad por mercurio en varias especies de peces en la cuenca del Orinoco. La agricultura también incide en la contaminación de las aguas de los ríos ya que deja residuos tóxicos como fósforo, DDT y cloro.
Denuncias de capturas ilegales para su uso como carnada del bagre mapurite (Calophysus macropterus) han sido investigadas por el MINAMB. En el delta del Orinoco se han documentado algunos casos de capturas incidentales en redes y palangres, y capturas para el consumo de su carne.
A escala internacional la especie se encuentra incluida en el Apéndice II del CITES. En Venezuela se establece su veda indefinida mediante el Decreto N° 1.485 (11/09/96). La existencia de operaciones de turismo dirigidas hacia la especie amerita medidas de conservación y manejo por parte de los ministerios del Ambiente, Turismo y Ciencia y Tecnología, en consulta con las partes interesadas, ello con el fin de garantizar que la actividad sea ejercida sustentablemente. Se recomienda la inclusión de la especie en los términos de referencia de los estudios de línea base ,impacto socio-ambiental, investigación, monitoreo de impactos y planes de contingencia relacionados con operaciones petroleras en la cuenca del Orinoco. Se deben considerar esfuerzos especiales para el establecimiento de centros de rescate y rehabilitación en caso de derrames de hidrocarburos.
Se estima, hoy en día,que existen unos 400 delfines de la familia Inia geoffrensis (según las encuestas realizadas en los últimos cuatro años). Una población bastante escasa, si bien es cierto que existen otras poblaciones de estos delfines en otros ríos fuera de Venezuela y otras dos subespecies que, en total podrían llegar a los 10.000 ejemplares.
Actualmente existen diversos acuarios donde se mantienen en cautiverio a estos delfines, especialmente en Estados Unidos (140), Europa (5) y Japón (2) que si bien, no fue fácil incorporarlos y hacer que sobrevivan por mucho tiempo, las nuevas generaciones están muy bien adaptadas y logran vivir muchos años.
Los biólogos aclaran que las amenazas en Suramérica para los delfines de agua dulce aún son manejables. Según señala Usma: “La situación de las pesquerías, la contaminación por minería e hidrocarburos, la captura incidental y la deforestación, pueden ser revertidas si actuamos de manera decidida y comprometemos a los sectores de donde provienen las amenazas”.
La Estrategia de Conservación de Delfines de Río en Sudamérica: 2010-2020 es sin duda un paso firme en esta dirección. Además,en los últimos años empieza a haber un fuerte movimiento proteccionista de este hermoso y peculiar cetáceo, sobre todo por parte de ONGs que empieza a dar muy buenos resultados en su conservación.
Dadas las características del delfín del Orinoco como especie, su belleza y su referencia cultural para los pueblos del Amazonas, su desaparición no sólo sería una pérdida terr ble, como la de cualquier especie, sino la pérdida de algo que es parte de una identidad cultural. Y lo peor es que no son causas naturales sino humanas, provenientes de esos mismos humanos que estos cetáceos, dicen, a veces rescatan de desaparecer bajo las aguas.
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•Suite101.net http://suite101.net/article/el-delfin-rosado-del-amazonas-a2244#ixzz2UsN1BHrz
•www.barrameda.com.ar/animales/delfin-rosado.htm
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