En el cantón suizo de los Grisones existe una ciudad a la que sus lugareños llaman Tavau, en el dialecto local, el romanche. Es un lugar de deportes invernales y vacaciones alpinas; pero si además les digo que su nombre en alemán es Davos, enseguida sabrán que se trata de la sede del Foro Económico Mundial.
En el Davos-Klosters se reúne cada año la elite financiera, empresarial y política del planeta, orgullosos de sus logros y de un modelo económico de libertad de mercado, paladín de la globalización. Sin embargo este año ha sido distinto; esta vez sus mantenedores llegaban dispuestos a realizar un acto de contrición.
De Davos “la gloriosa”, a Davos “la arrepentida”.
Este año era, según las expectativas de sus organizadores, la reunión a la acudirían el mayor número de asistentes desde que en 1971 su creador el profesor y premio Nobel suizo Klaus Schwab, las había iniciado bajo el lema de “contribuir en la resolución de los problemas de nuestra época”. Efectivamente, desde el pasado miércoles 28 y hasta el domingo, cerca de 2.500 participantes han debatido, meditado, reñido y llorado sobre la actual situación. No eran sufridos ciudadanos de a pie, 40 jefes de Estado y de Gobierno, ministros de Finanzas, gobernadores de bancos centrales, dirigentes empresariales y muchas ONG habían anunciado su presencia a la búsqueda de soluciones para la crisis mundial. Ha sido, sin duda alguna, la reunión más interesante y esclarecedora de todas, aunque nada resolutiva.
La nieve cubría la ciudad helvética, el contraste a tanto blanco lo daban las numerosas banderas de Suiza con el rojo sobre la cruz blanca y el color del porvenir económico del mundo, más bien oscuro. El ideario que había proporcionado mayor gloría a Davos, se había desvanecido como la nieve del liberalismo bajo el sol de la crisis, si es que el conflicto tiene algo de brillante. Los primeros discursos confirmaban ese pesimismo; los mercados controlados por el llamado capitalismo financiero occidental andan absolutamente desregulados y precisan de la intervención de los Gobiernos. El efecto dominó ha alcanzado los últimos rincones del mundo económico, desde los valores hipotecarios, a la Bolsa, pasando por la credibilidad de los grandes popes financieros.
Al margen de la abundante participación europea, el continente euroasiático contribuía con una presencia más que notable y muy interesada. En cambio América se ha orillado del Foro, a Davos sólo han acudido dos presidentes americanos, Álvaro Uribe de Colombia y Felipe Calderón de México. El más esperado de todos, Barack Obama, ha mandado a su consejera especial Valerie Jarrett. Ese es un punto que habrá que tener muy en cuenta.
Entre la praxis de Occidente y el exotismo de Oriente, pero siempre interesados, estaban naciones como Turquía e Israel – que luego sacarían a relucir la presencia latente de otros conflictos –, como Rusia, representada por su jefe de Ejecutivo o como Irán, personificado por su ministro de Exteriores Manouchehr Mottaki, algo más abierto en sus relaciones con los Estados Unidos. También Putín estuvo más relajado que de costumbre, sus advertencias contra el proteccionismo durante la inauguración del foro, obtuvieron el comentario de Clinton que se mostró “satisfecho de oír al primer ministro Putin salir en defensa de la libre empresa”. “Todos estamos en el mismo barco”, dijo el dirigente ruso. Sin embargo no todos los participantes compartían el mismo buen entendimiento.
Las primeras conclusiones no podían ser más alarmantes, o más sinceras. Éste será el año con el crecimiento económico más bajo desde la Segunda Guerra Mundial, los discursos de los 38 Foros anteriores quedaron apagados por los “mea culpa” entonados por los presentes, los que representaba la excelencia del capitalismo y del liberalismo pasaban a ofrecer un panorama de indecisión y desconfianza. La Davos gloriosa, se convertía en Davos la arrepentida.
Refundar con “ética” el capitalismo
El jueves ofreció todo un repertorio del reconocimiento general de que algo tiene que cambiar y en profundidad. El ex primer ministro británico Tony Blair advertía: “El capitalismo no puede funcionar si no se basa en valores compartidos y justicia”. Blair sugería que “el sistema financiero falló”, pero insistiendo en la validez del modelo de libre empresa y acuñó luego la que sería la frase del día: ” Pido que la globalización esté basada en valores”.
Pero el capitalismo al uso tuvo también sus defensores, Indra Nooyi, ejecutiva de Pepsico, afirmaba que “el capitalismo es bueno”, no obstante lamentaba que “la noción de ganancias fuertes se impusiera a la moralidad y la ética”.
Uno de los temas que preocupaba a los ponentes era la fortaleza del Euro, que fue defendida con entusiasmo el actual presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso que mantuvo que la moneda europea “Es un ancla de estabilidad”. El mismo Barroso se preguntaba: “¿Cómo sería la situación en Europa si los países tuviesen que ocuparse de equiparar sus tipos de cambio?” Por su parte, el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, afirmaba que la crisis financiera no representaba un riesgo para el Euro. “No creo en absoluto que esté en juego”, dijo.
El debate sobre Cercano Oriente comenzó con el alegato del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, solicitando donaciones para ayudar a la población de Gaza… Y entonces llegó Shimon Peres, pronunciando un discurso en el que argumentaba el ataque de su país contra la Franja de Gaza; durante más de veinte minutos la conciencia de Peres no dejó de justificarse a través de sus vehementes palabras. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, trató de responderle diciendo que sus hirientes términos escondían la falta seriedad por la culpabilidad respecto a las víctimas del Ejército israelí, sosteniendo que se había hecho un “uso desmedido de la fuerza”. “Israel transformó Gaza en una enorme cárcel al aire libre, donde ni siquiera podía entrar una caja de tomates”, dijo. Tan sólo pudo hablar algo más de diez minutos, su disertación fue interrumpida por el moderador argumentando que los horarios se debían cumplir. Erdogan se levantó indignado abandonando el Foro y dejando muy claro que nunca más volvería a Davos. El secretario general de la Liga Árabe, Amre Moussa, extendió la mano a Erdogan cuando éste se retiraba. El incidente fue lastimoso, pero refleja una situación que afecta al mundo. El propio Peres había tenido antes sabias palabras, el presidente israelí pedía el impulso para una ideología que “cree riqueza” en lugar de propagarla. Exigiendo, además, avances en educación y el campo científico, incluyendo la búsqueda de energías alternativas.
Una de las intervenciones más esperadas fue la del ex presidente estadunidense Bill Clinton quién, durante un diálogo con el profesor Schwab, atribuyó los orígenes de la crisis a las políticas fiscales y de gasto público llevadas a cabo por la administración de George W. Bush. “La casa está ahora en llamas y necesitamos apagarlas lo más rápido posible”, señaló Clinton, que aprovecho para transmitir su apoyo al nuevo presidente, Barack Obama. Precisamente, la postura de la nueva administración norteamericana expuesta por la asesora presidencial Valerie Jarrett, fue la de crear una alianza para superar la crisis financiera.
El precio del petróleo también tuvo su protagonismo en Davos. El secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Abdullah Salem al Badri, apuntaba que la alianza no está campante con los vigentes precios del petróleo y por esta razón se pueden tomar medidas drásticas como la de recortar la producción.
Empresarios, economistas y líderes políticos se pronunciaban favorables de una refundación del capitalismo en base a “valores” compartidos, para no volver a repetir las políticas que dieron origen a la crisis actual.
El viernes el primer ministro británico, Gordon Brown, pedía huir del proteccionismo económico y coordinar acciones internacionales conjuntas.”El proteccionismo no protege al final a nadie, y a los pobres menos que a cualquier otro”, señalaba Brown y añadía: “El abandonar la globalización no es la solución”. La canciller alemana, Angela Merkel, era más explícita sugiriendo que, una vez superada la crisis, se aplique un modelo que instituya una normativa obligatoria y controlada por un “Consejo económico mundial” a imagen del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; en sus palabras se entendía la necesidad de crear un nuevo orden económico mundial, con la garantía de los Estados. Merkel advirtió del riesgo de “desfigurar las fuerzas del mercado” ante el momento actual. Dijo desconfiar de las subvenciones como las brindadas a la industria automovilística estadounidense.
Por todo ello, al día siguiente, en su alocución radiofónica de los sábados defendería la redacción de “una carta de la economía sostenible” y que piensa debatir el próximo jueves en Berlín con los máximos representantes del Banco Mundial, el FMI, la OCDE y la OMT, a los que ha invitado a una reunión consultiva.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, celebró las medidas de estímulo económico en los países industrializados, pero también solicitó de los gobiernos “que separen una parte para sus vecinos menos afortunados. “No los olviden”, matizó al referirse a la ayuda para luchar contra las pandemias como la poliomielitis y la malaria en los países en vía de desarrollo. En el mismo contexto, el fundador del gigante de software la compañía Microsoft, Bill Gates, anunció junto con su esposa Melinda una donación de 34 millones de dólares para combatir las “enfermedades tropicales desatendidas”.
Mientras tanto, Recep Tayyip Erdogan, tenía una acogida multitudinaria en el aeropuerto de Estambul. Una llamada telefónica de Shimon Peres, lamentado el incidente suavizaba el problema: “Los amigos pueden tener disputas entre ellos”, le dijo Peres al primer ministro turco.
Momentos antes miles de turcos, algunos con banderas palestinas, recibieron en el aeropuerto Ataturk a Erdogan, coreando lemas como “Turquía está orgullosa de ti” y “Damos la bienvenida al líder del mundo”. Erdogan dijo a las personas congregadas en el aeródromo: “Hemos dicho que siempre respaldaremos principios rectos, que nos mantendremos firme defendiendo el Derecho. Es lo que le corresponde a Turquía”.
Antes de finalizar las sesiones del día se hacia una invitación a su sesión sobre América Latina, del próximo abril en Río de Janeiro, al presidente cubano Raúl Castro, por el interés que su país suscita por sus oportunidades de negocios y su desarrollo social, informaron los organizadores. “Esperamos que Cuba participe”, dijo Emilio Lozoya, director para Latinoamérica del Foro
Nieve y zapatos contra ecomomía
En Davos y en Ginebra las gentes se manifestaban en contra del Foro. En la “zona cero”, el perímetro de seguridad en el que se celebra el Foro Económico, se concentraron unos cientos de personas, según los convocantes, y unas 120 según podíamos contar. La manifestación discurrió pacíficamente protestando contra la reunión hasta que un grupo de ellos imitaba al periodista iraquí lanzando sus zapatos contra la sede de la reunión. También la blanca nieve, que ya no lo era, por las pisadas de los transeúntes se convirtió en improvisado proyectil de los manifestantes. No hubo ninguna detención. Sin embargo en Ginebra las cosas no fueron tan pacíficas, los granaderos de la policía del cantón ginebrino dispersaban a centenares de globalifóbicos que se manifestaron sin autorización en una plaza de la estación de tren de Cornavin y en las inmediaciones de la calle Mont Blanc, sobre las 15h – hora local -. Por la radio pública pudimos escuchar que los agentes antidisturbios emplearon y que, de manera preventiva, se habían detenido a 30 personas.
¿Punto y aparte o punto y seguido?
Hoy domingo ha finalizado el 39 Foro Económico de Davos. Klaus Schwab, fundador del foro, ha asegurado que esta ha sido la edición “más oscura” desde el prisma económico, con el sombrío panorama de 50 millones de nuevos desempleados. No obstante, añadió, que se puede salir de la crisis. La sombra sobre los posibles estallidos sociales era el tema de preocupación.
Se cierra la edición más pesimista de la historia del Foro. No hay soluciones precisas, no hay modelo coincidente ni convincente y la alerta de que la crisis económica podría crear reacciones sociales violentas y el resurgimiento del nacionalismo proteccionista a ultranza, pesa sobre todos. El Foro Económico de Davos deposita sus esperanzas en la reunión que el G-20 mantendrá en Londres a comienzos de abril, en la que tendrá que definir el nuevo sistema financiero global. Pero si el liderazgo lo tienen que mantener los que han creado el desastre, las perspectivas no parecen demasiado halagüeñas. La crisis, cada día que pasa, muestra nuevas facetas y los antaño líderes económicos y financieros dan muestras continuas de fracaso e incertidumbre. De nada vale hacer un acto de contrición si no se está dispuesto para la penitencia.