De color canela uniforme, elegante en sus movimientos, muy esquivo, solitario y silencioso.
La distribución que ocupa este mamífero es muy amplia, podemos encontrarlo en casi todos los hábitats que se extienden desde el nivel del mar hasta casi los 3000 metros de altura, es decir desde el sur de Canadá hasta el sur de Argentina y Chile, El puma americano dispone de una musculatura única que le permite dar saltos de hasta 15 metros de longitud, saltar verticalmente hasta 4 metros de altura y ser capaz de caer rodando unos cuantos metros para inmediatamente después, salir a la carrera. Su velocidad punta es de 64 kilómetros por hora. Caza preferiblemente por la noche, vive en solitario y sólo pasa dos semanas junto a la hembra en la época de celo, mientras se aparean. Una vez nacidos los cachorros, es la hembra –(una vez más)- la que se encargará en solitario de la enseñanza y la supervivencia de la prole.
Su alimentación la componen monos, ñandúes, carneros, venados, lagartijas, aves y peces e incluso algunos vegetales, al día puede ingerir unos 3 ó 4 kilos de carne. Cuando está saciado no entierra los restos para otro día lo que le concede el título de proveedor de comida a carroñeras que lo acompañan a lo largo de su vida.
En cuanto a su tamaño oscila entre 1,2 y 1,5 metros de longitud de cabeza a cola y puede pesar desde las 72 hasta las 220 libras. Normalmente son las hembras las más pequeñas y aunque todos ellos se categorizan dentro de una sola especie, la gran variedad que existe entre la longitud y el peso da lugar a más de 30 subespecies.
El puma americano es un mamífero muy curioso y muy peligroso, aun así los ataques que se han descrito a humanos son casos raros que no se tienen en consideración.
Actualmente su población se ve drásticamente reducida por el aislamiento al que está siendo sometido por la construcción indiscriminada que divide su territorio reduciéndolo considerablemente. Las nuevas carreteras que comunican las construcciones propician el aislamiento entre ellos y son la trampa más mortífera a la que tienen que enfrentarse por la noche. Cada año aumenta considerablemente el número de pumas atropellados en las carreteras.
La invasión a la que está sometido, no sólo el sino también sus presas, le obliga acercarse a las basuras y al ganado cuando la comida escasea, ya que la extensión que suele utilizar para cazar torna en los 160 kilómetros que lógicamente se ve atravesada por las nuevas carreteras. Las actuales amenazas a las que se enfrenta son la perdida de hábitat, la cacería furtiva y el comercio ilegal.
Los europeos asentados en el Norte del continente americano ya lo eliminaron por la caza indiscriminada en defensa de los ataques que sufría el ganado y en su momento fue catalogado como una plaga. Si a esto unimos la constante recesion de su habitat debido a la ocupación humana podemos entender fácilmente que haya disminuido drásticamente su población hasta llegar a la extinción en el oriente de America del Norte salvo en la zona de Florida.
Lamentablemente este ejemplo nos da idea una vez más del egoísmo que practicamos como especie dominante. Nosotros podemos invadir territorios que ya pertenecían a otras especies sin importarnos las consecuencias que puedan sufrir y además tenemos el derecho a aniquilarlas en caso de que se revelen ante el hecho de nuestra invasión…