Seguimos siendo incapaces de cuidar como se merecen los bosques y las tierras, con número insuficiente de bomberos especializados, sin la capacidad de reacción inmediata por parte de los aviones y demás equipos necesarios para sofocar rápidamente las llamas… pero eso sí, no sólo tenemos cazabombarderos a manta, sino que todavía se comete el disparate –no aprobados todavía los presupuestos en el Parlamento- de adquirir nuevos aparatos de guerra.
Hay que reaccionar. No podemos seguir distraídos. Tenemos que poner en nuestros móviles un ¡NO! rotundo a la forma en que se sigue gobernando, con un concepto de seguridad que sólo garantiza la salvaguardia de fronteras y territorios pero no se ocupa en absoluto de lo único que importa: los seres humanos que los habitan.
Los cambios radicales no se producirán desde arriba, está claro, ni por un mundo gobernado por los grupos plutocráticos. Sólo se conseguirá por la voz de “Nosotros, los pueblos”, como tan lúcidamente proclama la primera frase de la Carta de las Naciones Unidas.
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