Todos sumisos aceptaron aumentar todavía las escandalosas inversiones en armas y gastos militares, cuando mueren de hambre y extrema pobreza miles de seres humanos al día y, lo que es peor todavía, eliminaron del orden del día de los encuentros de los países que integran los grupos plutocráticos, para no agraviar al magnate norteamericano, los puntos que se referían al cumplimiento de estas apremiantes medidas en favor de la habitabilidad de la Tierra y de la igual dignidad humana.

Era intolerable que se estuvieran incumpliendo elementales responsabilidades intergeneracionales, que se estuvieran contraviniendo y aplazando sine die decisiones muy urgentes si se piensa en quienes llegan a un paso de nosotros… y los que deberían hallarse en la vanguardia de la oposición a la indescriptible discrecionalidad y marginación del multilateralismo democrático por parte del Partido Republicano de los EE.UU., supieran únicamente mirar hacia otro lado.

Pero ahora, al recibir los soldados situados en las fronteras licencia para matar, creo que ha llegado el momento de una gran reacción popular. Ahora somos “nosotros, los pueblos”, los que debemos elevar la voz y, en un gran clamor presencial y en el ciberespacio, decirle al Presidente Trump que, si no cambia radicalmente de actitud dejaremos de adquirir productos norteamericanos. El único lenguaje que entendería.

Hasta aquí podíamos llegar. En caso contrario, cómplices. Delito de silencio.