Cincuenta y seis países están en una situación “grave” o “muy grave” por sus insuficiencias alimentarias, encabezados por Eritrea, Burundi y Comores, según el Índice Global del Hambre de 2013 presentado en Berlín.

Esta medición, que cumple este año su octava edición, es resultado del trabajo conjunto del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) estadounidense, y las ONG Concern Worldwide irlandesa y Welthungerhilfe alemana.

Los conflictos armados, las catástrofes naturales y los elevados precios de los alimentos son las principales causas que afectan a la situación alimentaria mundial, denunció Bärbel Dickamnn, presidenta de Welthungerhilfe al hacer público su informe anual.

En rueda de prensa, Dickmann explicó que, a pesar de que el nivel de población subalimentada ha decrecido desde 1990, aún quedan retos que afrontar antes de alcanzar el objetivo de hambre cero a nivel mundial.

Tras Eritrea, Burundi y Comores, en situación extrema, la lista de los dieciséis países con problemas “muy graves” la componen Timor Oriental, Sudán, Chad, Yemen, Etiopía, Madagascar, Zambia, Haití, República Centroafricana, Sierra Leona, Burkina Faso, Mozambique, la India, Tanzania, la República del Congo y Níger.

Otros treinta y siete sufren una carencia alimentaria “grave”, grupo en el que aparecen Guatemala y Bolivia. Pero también hay que remarcar la preocupación por Paraguay, único sudamericano en el que su índice negativo ha crecido en los últimos años hasta llegar al 10.1%.

Para la realización del informe se han tenido en cuenta tres parámetros: el porcentaje de personas infraalimentadas, el porcentaje de niños por debajo de cinco años que sufren carencias alimenticias y la tasa de mortalidad infantil también por debajo del lustro de vida.

Como recuerdan desde Welthungerhilfe y Concern Worlwide, según los datos que la FAO publicó en 2012, 870 millones de personas sufren una situación de subalimentación crónica.

El sudeste asiático y el África al sur del desierto del Sáhara son los que presentan los peores datos.

Según apunta el informe, aunque el sur de Asia había experimentado desde 1990 a 1995 una gran mejora, sobre todo en lo que respecta a la nutrición infantil, la mala alimentación, el escaso nivel educativo y el estado de exclusión que sufren en esta región las mujeres han impedido que se mantengan los logros alcanzados

Los autores del informe se felicitan de que, a pesar de que aún se mantienen a la cola, las naciones al sur del Sáhara han registrado un gran avance gracias a la cierta estabilidad sobrevenida en la región tras las grandes guerras civiles de los años 90, lo que ha permitido una reducción de la mortalidad entre niños menores de cinco años, aunque la situación es “frágil”.

Para luchar contra el hambre, el informe apuesta por un trabajo conjunto con las comunidades afectadas que ayude a potenciar su capacidad de resistencia ante los acontecimientos sobrevenidos, especialmente importante para poblaciones que se enfrentan a crisis continuas.

Un ejemplo particular de esta experiencia es Haití, en cuyo departamento del noroeste se han llevado a cabo desde 2000 a 2011 veintiún proyectos para reforzar la capacidad de la comunidad en momentos de crisis y que han dado buenos resultados, a pesar de las catástrofes naturales que ha tenido que afrontar el país.

Por otra parte, la presidenta de Welthunderhilfe mencionó la situación de los millones de refugiados que, como en el caso de Siria, se ven obligados a abandonar sus hogares porque ven amenazada su vida y no encuentran en sus destinos las estructuras necesarias para salir adelante.

Dickmann también recordó la tragedia de Lampedusa (Italia), acontecida hace dos semanas y en la que fallecieron más de 300 personas, y expresó su deseo de que las víctimas “no hayan muerto en vano” y que pueda servir para que los ciudadanos “tomen conciencia de lo que significa vivir en un mundo globalizado”.

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