Muchos son los momentos en los que me gustaría gritar a los insensibles,
depravados y violentos.
Muchos son los momentos en los que les diría:
por favor parar ¿qué hacéis? ¿por qué hacéis esto?.
Una angustia vital invade mi cuerpo
y mi garganta se vacía de palabras heladas
y allí quedan entremezcladas,
solas, solo en mi pensamiento.
Nadie me oye,
nadie escucha los tristes lamentos de un cuerpo
que, cansado y lleno de impotencia,
grita y grita:
por favor parar ¿qué hacéis? ¿por qué hacéis esto?.
Y mis entrañas se revuelven ante la miseria e injusticia
que ejercen sobre cuerpos sensibles,
cuerpos honestos,
cuerpos vestidos de inocencia y almas sesgadas.
Y yo les grito a los depravados,
a los violentos,
no continúen con esto, pero nadie me oye,
nadie me escucha,
solo el silencio.
Esta mañana, una voz interna dulce y sosegada me ha hablado.
Tranquila, tranquila que aún hay esperanza.
Con mas frecuencia de las que nos gustaría se lanzan al aire gritos mudos y estos son los mas desesperantes…
Un saludo y buenos versos.