Aparte de certificar definitivamente el cambio del ciclo español de bonanza inmobiliaria, algo que ya cualquier lector de periódicos nacionales e internacionales tiene presente, representa una manera de concentración de la actividad empresarial en recintos que ya denominan ciudad-empresa. El Parque empresarial Foresta será el nuevo centro de operaciones del Banco BBVA a partir del año 2010. Un centro para albergar a 6.500 personas en 10 hectáreas que evita el edificio en altura y la idea de campus. Integrar a los empleados en un solo recinto para mejorar la eficacia y productividad del banco, además de conseguir ahorros en gastos por los costes operativos de la dispersión en los cuatro edificios que dispone hoy en la capital.

Este modelo de abandono de edificios localizados a lo largo de la ciudad decimonónica para agrupar a los empleados en grandes centros corporativos en su extrarradio es un nuevo modelo urbano en España, pero ya experimentado en países como Estados Unidos, Australia o en Europa (con modelos en Londres y Hamburgo). Lo que subyace fundamentalmente en esta apuesta urbana son criterios de eficacia empresarial que evita la dispersión geográfica y facilita la gestión de los recursos de los grandes poderes corporativos. Pero al mismo tiempo significa el retorno a los planteamientos, ya hoy muy denostados por sus resultados, del urbanismo que impulsó el Movimiento Moderno en relación a la zonificación o “zoning” que ordena la ciudad en departamentos estancos con fuerte carácter mono-funcional.

LA MICRO-CIUDAD EMPRESARIAL

La horizontalidad y el modelo de campus son dos de los atributos que se han implantado en la llamada Ciudad Grupo Santander, experiencia pionera en Madrid. Una sede que ofrece a sus usuarios todo tipo de servicios complementarios a una fórmula de trabajo más acorde a las nuevas necesidades empresariales. Guarderías de infantes, pequeños comercios, centros de salud, prevención, rehabilitación y de emergencias médicas, restaurantes y cafeterías; todo tipo de servicios que deben facilitar al trabajador la eficacia en su trabajo.

[La hipermodernidad hace obsoleto cualquier iniciativa recién inaugurada]

Un complejo empresarial desarrollado por el Banco Santander en Boadilla del Monte, a 17 Km de Madrid. En 160 hectáreas de terreno Kevin Roche, arquitecto especialista en este tipo de proyectos, diseñó nueve edificios en un entorno que también dispone de campo de golf para albergar a 6.500 empleados. Representa una “…nueva forma de trabajo y, sinceramente, no veo que el norteamericano cree algo así por concepto de flexibilidad, sino movidos por el orden, la productividad y la homogeneidad. Nuestro valor añadido, sin duda, es la calidad para la vida de los que aquí trabajamos” en palabras de José Luis Gómez Alciturri, director general adjunto y responsable de Recursos Humanos del banco.

fotoHay tres conceptos sobre los que incide Gómez Alciturri sobre los que sería útil realizar algún comentario. Cuando se refiere al orden, la productividad y la homogeneidad imagino que ello “…fomenta el trabajo en equipo, promueve el intercambio de mejores prácticas, evita la dispersión geográfica (deplazamientos), facilita el sentido de pertenencia y la comunicación entre los empleados” también en sus propias palabras. Pero no hay que olvidar que el sueño de la ciudad perfecta, un lugar donde las contradicciones se resuelven con una arquitectura idealizada, proyecta una sombra alargada que define Juan Malpartida así: la naturaleza humana no soporta demasiada planificación. ¿Estamos entonces frente a un nuevo totalitarismo?. Este modelo urbano que planifica ambiciosamente el detalle en exclusivos recintos bajo una idea de conciliación de vida profesional y personal puede producir “ilusión de libertad”.

Aldous Huxley en 1932 con “Un mundo feliz”, y en 1949 George Orwell con su novela “1984”, muestran visiones de una utopía científica como amenaza. Estamos en ese tiempo donde el refinamiento tecnológico y científico nos ofrece imágenes subliminadas por un deseo de utopía ajena a la ciudad. En el espíritu de ambas novelas subyacen propuestas donde el orden, la productividad y la homogeneidad son tres atributos que conducen a un hombre dirigido, eso sí, con una vida donde todo está ya resuelto de antemano por Otro.

[Se construyen ciudades narcisistas y sin historia, que reinventan una nueva babilonia]

Recién estrenado es el llamado Distrito C de Telefónica, en el barrio de Las Tablas de Madrid, un recinto de libre acceso y más integrado en la trama urbana con la llegada del metro. En él trabajarán 14.000 empleados que se hallan dispersos en 160 edificios; doce empresas diferentes integradas a partir de la arquitectura, el medio ambiente y la tecnología. Una integración que anuncia, en palabras del arquitecto artífice del proyecto Rafael de la Hoz, un temor a que la tecnología llegue algún día a fagocitar a la propia arquitectura. De igual modo Indra, esta vez en Barcelona, reunirá 2000 profesionales que trabajan distribuidos por Cataluña en dos edificios en el denominado Distrito tecnológico 22@ de Barcelona. El objetivo que también se persigue es favorecer la sinergia entre actividades y el intercambio de conocimientos y experiencias para mejorar productividad y eficiencia.

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La ciudad paseada y el contacto del ciudadano con su ciudad, especialmente en la culta Europa donde se ha forjado a lo lago de su historia urbana un concepto y un espíritu de urbe donde el espacio público es lugar de encuentro e intercambio, se verá sustituido en mayor medida por entornos endogámicos regidos por normas estandarizadas cuyo fin será exhibir valores predeterminados por las propias corporaciones. Perderá entonces la ciudad su carácter heterogéneo en favor de estos nuevos centros del siglo XXI cuya última razón es la eficiencia económica bajo el espejismo de una conciliación entre lo laboral y lo particular.

HIPERARQUITECTURAS

Nuestra sociedad es hoy hipermoderna, acepción que se utiliza en aquello que sugiere que siempre se puede llegar a más, de lo que sea y en lugar que sea. La hipermodernidad hace obsoleto cualquier iniciativa recién inaugurada. Este concepto fue creado por el filósofo Giles Lipovetsky y centra en tres aspectos la esencia de esta nueva modernidad: el reconocimiento de los derechos humanos y de la democracia pluralista, la aplicación de la lógica tecno-científica y la lógica del mercado (esta última ya anunciada en 1967 por el situacionista Guy Debord en su libro “La sociedad del espectáculo”).

fotoEs Asia el terreno fértil donde se está experimentando en mayor medida estas arquitecturas desde finales del pasado milenio y ya con intensidad en el presente. La edificación en altura que concentra a una gran población en poco territorio, que habita y trabaja concentrada en ampliaciones fuera de escala en la vieja ciudad. Recordar la anécdota de la “casa clavo” derribada por las excavadoras en la ciudad china de Chongqing tras una batalla judicial de tres años, que convirtió en efímeros héroes a Yang Wu y Wu Ping. Los grandes centros comerciales que con su construcción anticipan trozos de ciudad en sus alrededores. Colosales estadios para efímeras citas deportivas o culturales que representan al mundo el status quo del país que lo organiza. Ciudades que se construyen simultáneamente para albergar a un millón de habitantes para empezar a funcionar en el plazo más reducido posible, con planes de desarrollo centralizados que hacen palidecer al urbanista europeo más avezado. Se construyen ciudades narcisistas y sin historia, que reinventan una nueva babilonia, esta vez en China.

Unos pueden pensar que la economía entregada a sí misma puede producir monstruos en su camino hacia el progreso, otros pueden ver en el aumento desmesurado de la población una pesadilla. En cualquier caso se impone reflexionar acerca de cómo debe orientarse nuestra forma de proyectar ciudad, entender de que el campo de ensayos de lo urbano es el espacio de intercambio de los personas, el lugar donde ejercitan una de sus primogénitas características que es el ser social. Ese ser social que necesita el espacio urbano como el aire. Que proyectar instantes, con ello me refiero algo que empieza ya acabado, son estructuras sin significado social. No olvidemos que no es lo mismo estar excitado que estar alegre.