Las reservas exportables de hidrocarburos se reparten en mayor o menor medida por los cincos continentes, pero cerca del 80% de las mismas se concentran en la región de oriente medio, más concretamente en los países ribereños del golfo pérsico. La desconfianza mutua con la que se miran occidente y los países árabes, mantienen a las mayores reservas de esta materia prima en el centro de unas difíciles relaciones.

En un segundo escalón y ajenas a esas fricciones, se encuentran las situadas en América del sur, norte de Asia y África, dentro de las denominadas ofertas independientes o ajenas a oriente medio.

ORIENTE MEDIO

Es un escenario dominado por los países árabes, con Arabia Saudita y su monarquía wahhabista (escisión fundamentalista del sunnismo) a la cabeza. Este país está regido por la Sharia, aunque ciertamente mantiene una posición de estabilidad y diálogo con los principales consumidores internacionales, asumiendo un papel moderador en el seno de la OPEP. Pero la cada vez más extendida teocratización de los gobiernos de la zona, en la que puede verse involucrado en cualquier momento éste país, no deja de ser un foco latente de posible inestabilidad.

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[Un escenario el de oriente medio que genera una variable poco asumible para el mercado global]

En lo relativo a Iraq e Irán, países ambos con grandes reservas, actualmente se encuentran sumidos en situaciones muy complicadas en lo relativo a su estabilidad política.

Iraq se halla en pleno proceso de recomposición política tras la guerra protagonizada por los Estados Unidos y Gran Bretaña, sin el respaldo de Naciones Unidas, contra el anterior gobierno baaz.

Hoy en día, con una interminable guerra de insurgencia contra la presencia de las tropas extranjeras y con conflictos paralelos por el poder entre sunníes y chiíes, la explotación de sus importantes reservas de petróleo (115.000 millones de barriles) se mantienen en niveles muy limitados y, lo que es peor, con la previsible salida de las fuerzas internacionales del país, la precaria situación política alcanzada es poco previsible que permanezca estable, siendo en consecuencia un mercado con un elevado grado de incertidumbre en el corto y medio plazo.

fotoPor su parte Irán cuenta con unas reservas de 90.000 millones de barriles. Miembro importante de la OPEP, contribuye con sus exportaciones a satisfacer la demanda internacional de crudo, pero cuenta con una situación política que le hace ser imprevisible para los ojos de occidente, si bien es cierto que para el mercado asiático y especialmente el chino, es una fuente segura de suministros.

En cualquier caso, el hecho de contar con un gobierno basado en las reglas del Islam en su acepción más combativa, el chiísmo, convierte al país en una incógnita, sobre todo a raíz de la desaparición del contrapeso sunní en Iraq y el acercamiento de su presidente Ahmadi Nejad a Siria, con el objetivo claro de formar un eje de poder chií capaz de enfrentar la histórica supremacía israelí en la zona y devolverle a los países árabes su dignidad en el mundo. Es por ello que, para refrendar el papel que sus aspiraciones en el teatro internacional necesitan, este país se ha embarcado en la consecución de poder estratégico disuasorio, objetivo que desarrolla a pasos acelerados mediante el enriquecimiento de uranio, previo a la consecución de vectores nucleares. Una escalada militarista que viene a poner un grado de incertidumbre estratégica elevado.

En definitiva, un escenario el de oriente medio que, al dejar en manos de interpretaciones religiosas las relaciones internacionales, genera una variable poco asumible para el mercado global.

AMÉRICA DEL SUR

El principal actor de las exportaciones de petróleo en Suramérica es Venezuela. País miembro de la OPEP, cuenta con unas reservas cifradas en cerca de 80.000 millones de barriles, por lo que fuera de Oriente Medio es el país que acumula mayores yacimientos.

Sin embargo, la deriva populista del gobierno emanado en las elecciones de 1998, con Hugo Chávez a la cabeza, coloca a Venezuela en posiciones de marginalidad en el escenario internacional. Bien es verdad que contribuye en el mercado internacional con los cupos asignados por la OPEP, pero la falta de rigor en la política económica desarrollada por su gobierno en los últimos años, está consiguiendo que la renta per cápita venezolana pierda valor en términos reales, lo que puede ser el preludio de inestabilidades internas en un futuro no muy lejano.

Además, con su apadrinamiento del movimiento bolivariano con los países antimercado de iberoamérica y su acercamiento a los países árabes menos ortodoxos, su política actual dista mucho de representar un modelo de estabilidad en el tiempo para las relaciones comerciales.

NORTE DE ASIA

Las reservas de hidrocarburos del norte de Asia se concentran en los Urales y en Siberia, ambas regiones pertenecientes a Rusia.

Con cerca de 50.000 millones de barriles, éste país posee las séptimas reservas de petróleo a nivel mundial y las primeras de gas. Sin pertenecer a la OPEP, es no obstante el segundo productor de crudo.

fotoEl colapso en 1991 de la antigua Unión Soviética, tuvo como consecuencia la creación de 15 nuevos países, a la cabeza de los cuales se encuentra Rusia, siendo los 14 restantes el fruto de la independencia de antiguas republicas. A la degeneración económica de la era Yeltsin, le sustituyó en el año 2000 el gobierno de Vladimir Putin. Éste antiguo miembro del KGB y director en 1998 del FSB (la agencia de seguridad que la sustituyó), comenzó su fulgurante carrera reabriendo el frente checheno hasta incorporar nuevamente al ámbito ruso a esta republica secesionista. Su política internacional ha sido dispar en lo referente a los países no occidentales, mientras que frente a Europa se ha caracterizado por su acercamiento a las dos potencias del antiguo continente, Francia y Alemania, quizás en un intento de buscar un posicionamiento de su país en el escenario global.

Económicamente, su política ha supuesto un incremento de las rentas para la población rusa, beneficiado por la importante subida del precio del petróleo. Además, ha situado a ésta materia prima en su contexto real, alejado del mantenido durante décadas por la Unión Soviética, en la que era considerada como una simple mercancía más.

Al tratarla como un instrumento geopolítico estratégico, Putin está tratando de reposicionar a Rusia como primera potencia en el escenario internacional, cerrando acuerdos de largo alcance con la Unión Europea y de paso, utilizando los suministros de petróleo a Ucrania y Bielorrusia para influir en su economía y por lo tanto en su política interna.

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ÁFRICA

Las reservas petrolíferas africanas están básicamente concentradas en torno al golfo de Guinea. Con cerca de 25.000 millones de barriles, Nigeria aporta el mayor volumen de reservas de todo el continente.

Debido al escaso desarrollo político, económico y social de los países africanos, los recursos de hidrocarburos de éste continente están disponibles para su comercialización mediante acuerdos con las grandes compañías petroleras, y fundamentalmente las occidentales. La principal incertidumbre que aporta éste mercado se basa en la teórica inestabilidad que su escaso desarrollo le confiere. Si de todos es conocido que los acuerdos con los distintos gobiernos se han llevado a cabo en términos poco transparentes, los cambios periódicos que provocan los constantes enfrentamientos tribales dentro de cada país, pueden ser un motivo de relativa preocupación, ya que en cualquier caso, la explotación de las reservas se haría imposible sin los recursos tecnológicos y económicos de las grandes compañías occidentales.

Quizás el mercado africano sea el que más se aleja de los principios de competencia y transparencia con los que se debe contar para ser estable en el tiempo, pero su parcial importancia por volumen de reservas, le confiere un grado de incertidumbre relativamente escaso.

LA NUEVA OPORTUNIDAD: EL CASPIO

Con estos precedentes, la aparición en la actualidad de nuevas reservas no computadas anteriormente, puede representar el último repunte del petróleo. Su última frontera.

Las estimaciones realizadas recientemente, cifran las reservas de Asia Central en el entorno del cuarto de billón de barriles latentes bajo el lecho del mar Caspio y sus países ribereños, es decir, en el territorio de las antiguas repúblicas soviéticas de Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, Georgia y Azerbaiyán.

Los mayores campos pretolíferos en explotación actualmente, los poseen Kazajstán y Azerbaiyán, pero las mayores reservas se atribuyen a Turkmenistán y Azerbaiyán, ambos limítrofes con Irán.

[En 1991 se abrió para el mercado internacional el escenario del Caspio como candidato a ocupar un tercer lugar dentro de los suministradores independientes]

En la actualidad, y obviando el caso africano, los países importadores de petróleo cuentan fundamentalmente con dos mercados fuera del control de los países árabes de Oriente Medio: la Bolivariana Venezuela y la resucitada Rusia.

Sin embargo en 1991, tras la desaparición de la URRS, se abrió para el mercado internacional el escenario del Caspio como candidato a ocupar un tercer lugar dentro de los suministradores independientes.

fotoNo obstante, estos países no conforman todavía una región estable y confiable para el suministro seguro. La relativamente joven historia de éstas antiguas repúblicas como países independientes, provoca que la estructura política se encuentre en muchos casos en manos de antiguos dirigentes locales del partido comunista, es decir, a medio camino en el desarrollo de sistemas políticos verdaderamente participativos y democráticos.

Igualmente, el elevado grado de islamización de Azerbaiyán, Turkmenistán y Uzbekistán, le confiere a éstos países un hipotético desarrollo político similar al llevado a cabo por sus vecinos del sur, Irán y Afganistán, con gobiernos teocráticos.

Evidentemente, todo el mundo tiene intereses en el petróleo del mar Caspio, pero tres países o regiones han demostrado un especial interés por el futuro de éstas reservas.

En primer lugar, Rusia ha apostado desde la independencia de sus ex-repúblicas por no facilitarles las cosas. La antigua red de oleoductos de la época soviética, tiene como destino el centro de éste país o el puerto ruso de Novorossiisk, en el mar negro, y para los países de Asia central su utilización implica el control de sus exportaciones por Moscú.

En un momento en que Putin apuesta por erigirse en el mayor suministrador europeo de petróleo y gas, la aportación de terceros países no cuadra bien con sus fines. Además, las antiguas exportaciones que se realizaban desde el Caspio hacia Ucrania y Bielorrusia se han visto muy mermadas debido a las penurias económicas de éstas últimas y a los deseos rusos de controlar sus economías mediante la regulación del grifo de los suministros energéticos de ambos países.

De ésta manera, la vía rusa para la salida de hidrocarburos centroasiáticos al mercado internacional, cuenta con escasas posibilidades de materializarse, además, su paso por territorio ruso implicaría la no existencia de una tercera alternativa independiente.

China es otro actor especialmente interesado en lo que suceda con las reservas del Caspio.

En la actualidad su apuesta se concreta con Irán como su principal suministrador, para mantiene planes en los que se contempla la unión del oleoducto iraní que arranca en el Caspio y llega hasta el golfo pérsico, con el Kazajo que terminará en la china occidental. Para ello, previamente debe contar con el beneplácito de Turkmenistán, cuyo territorio debería ser atravesado para conseguir dicha conexión.

Pero éste eje sur-norte-este solo puede interesar al propio Irán y a China.

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[Tres países o regiones han demostrado un especial interés por el futuro de éstas reservas]

Dada la afinidad política que propiciaría la explotación conjunta del oleoducto entre Turkmenistán, Kazajstán e Irán, esto llevaría de un plumazo más de la mitad de las reservas del Caspio a la órbita de los países árabes de oriente medio, algo que desde occidente se trata de evitar por todos los medios.

En cuanto a los intereses de los países occidentales, estos han girado entorno a la estabilización y acercamiento de las ex-repúblicas a su orbita, y en ese sentido Estados Unidos viene cerrando acuerdos económicos y militares con los países de la zona. En la actualidad Azerbaiyán, Kirguizistán y Uzbekistán tienen relaciones especiales con Whasington. El fin último reside en la conducción de sus hidrocarburos hacia los puertos Pakistaníes del sur o bien hacia los mediterráneos de Turquía.

En el caso de Kazajstán y Turkmenistán, en el este del Caspio, la vía propuesta en la época de Bill Clinton pasó por la negociación de la petrolera estadounidense UNOCAL con las autoridades talibanes y con los comandantes norteños afganos, para el tendido de un oleoducto que, vía Herat, terminase en el puerto pakistaní de Gwadar, en el abierto océano Índico. Pero los atentados del 11-S y la posterior intervención en Afganistán trastocaron todo el planteamiento, permaneciendo suspendida la construcción del citado oleoducto.

La otra vía planteada se dirige desde Azerbaiyán hacia el oeste, en concreto hasta el puerto turco de Ceyhan.

Esta opción fue planteada frente a la más simple de bombear petróleo hacia la costa georgiana del mar Negro por motivos técnicos. El saturadísimo estrecho del Bósforo apenas da más de sí, amén de que sus aguas solo pueden ser transitadas por petroleros de la clase LR-2 de 160.000 toneladas de peso muerto, frente a los más actuales y rentables VLCC de 320.000 Tn, buques estos últimos que si pueden operar en los puertos del mediterráneo oriental.

Pero esta apuesta si que ha supuesto un verdadero vuelco geoestratégico para el mercado internacional de crudo.

El oleoducto inaugurado en Julio de 2006 y denominado BTC, parte del puerto Azerí de Baku, en pleno mar Caspio, recorriendo todo el país. Posteriormente se adentra en el territorio georgiano pasando por su capital Tbilisi, para finalmente recorrer parte de Turquía hasta el puerto mediterráneo de Ceyhan.

Capaz de transportar más de un millón de barriles diarios, es una alternativa eficiente para la explotación de los yacimientos azeríes, a los que podrán sumarse en un futuro los situados en los demás países centroasiáticos, configurando una verdadera alternativa a los mercados de oriente medio.

Sin embargo este movimiento estratégico va más allá. En Abril de 2006, Turquía e Israel firmaron un acuerdo para la construcción de cuatro oleoductos submarinos que, circunvalando las costas de Siria y Líbano, enlazasen el puerto de Ceyhan con el israelí de Ashkelon. El fin último consiste en transportar el crudo hasta el puerto israelí de Eilat, en pleno mar Rojo, a través del oleoducto Trans-Israel.

De esta manera, se crea un eje estratégico Azerbaiyán-Georgia-Turquía-Israel para dar salida al petróleo del Caspio, a la vez que Israel se convertirá en un actor fundamental en el redireccionamiento de éstos hidrocarburos hacia los emergentes mercados asiáticos, y en un contrapeso a las exportaciones iraníes.