En el día del padre, me acuerdo del mío, al que hace unos años no puedo llamar porque no hay cobertura en donde quiera que esté. Así que envío un mensaje desde el corazón.

A veces me debato entre arreglar algo yo en casa o pedir que venga alguien. Sin embargo cuando arreglo una instalación, una lámpara, ajusto la caldera, cuando despliego las herramientas… me lo imagino a mi lado, pasándome la llave adecuada sin tener que decir cuál es.

Mi padre fue el gran apoyo de una Nuria diferente al entorno general de mi edad, en mi generación.

Mi padre fue muy avanzado para su tiempo, y para la educación que él había recibido que no era fácil de dejar atrás, menos en aspectos clave.

Para mi padre yo no tenía límites por ser chica. De hecho nunca supe que eso existía… hasta que fui mayor.

Mi padre pensó qué hacían las chicas mayores cuando tenían la regla y les preguntó, y me consiguió la primera caja de tampones cuando yo tenía 12 años, para que no estuviera en verano sin bañarme en la piscina.

Mi padre me hablaba, sin yo pedirlo y sin rodeos, de anticonceptivos y sobre la libertad de elección de las mujeres en la interrupción voluntaria del embarazo.

Mi padre me decía: “las mujeres no necesitáis realmente a ningún hombre. Podéis ser lo que queráis, vivir como queráis”.

Mi padre nunca criticó mi ropa, ni me dijo nada sobre la hora a la que llegaba cuando salía por la noche. Solo quería saber dónde estaba, por si pasaba algo, no había móviles.

Mi padre no juzgaba a mis amigos por su clase social, sólo quería saber que eran buena gente.

Cuando las cosas no salían como yo quería o había planeado, y me veía mal, mi padre me decía: “te has esforzado y es lo que cuenta. Descansa y vete unos días por ahí”.

Mi padre, escuchaba mis sueños y mis planes, y me decía: ¿Qué hay que hacer?

Mi padre, me pedía perdón.

Mi padre fue la única persona con la que discutía y nos enfadábamos de verdad por cosas de fútbol (él del Barça, yo del Madrid) y dejábamos de hablarnos… un poco, hasta que nos daba la risa.

Mi padre era como un padre para otras personas, amigos y amigas que le contaban sus cosas, le querían y respetaban.

Mi padre me impulsaba a seguir mi instinto cuando era una madre novata.

Podría seguir contando muchas cosas de mi padre, alguien inteligente, bueno, con carácter, curioso, valiente, quien se cayó y levantó muchas veces.

Hoy quiero acordarme también de todos esos padres no biológicos que cuidan y quieren a hijos/as que son de otro, exactamente igual que si fueran suyos.

Quiero acordarme de esos padres que “adoptamos” cuando no tenemos al nuestro.

Porque esta vida nos enseña a amar de muchas formas.