Dos ideas para frenar la corrupción
En mi opinión, en una España en la que la sensibilidad sobre el fraude es tan alta y para acabar con esta lacra, se debería actuar en la siguiente forma.
En mi opinión, en una España en la que la sensibilidad sobre el fraude es tan alta y para acabar con esta lacra, se debería actuar en la siguiente forma.
La mayoría cree que la corrupción es algo inmoral y rechazable porque constituye una fórmula para que los políticos expolien lo que es de todos. Esas personas creen que todo el problema de la corrupción se resume a que el vacío económico creado por los listos causa mermas en servicios públicos y consiguientes recortes. Yo no lo veo precisamente así.
No pasa un día en que no se conozca un nuevo caso de corrupción, de evasión fiscal o de vergüenza política. Cómo fichas de dominó se empujan unas otras en su caída, sin embargo sólo son los pitos y los doses, pero pronto veremos caer hasta el seis doble.
Gracias a los diversos medios de comunicación que cada vez tienen una mayor relevancia en el mundo desarrollado, nos estamos dando cuenta desde hace ya varios años que la corrupción en España, lamentablemente, no es un hecho aislado sino que se ha extendido como una mancha de aceite por toda la sociedad.
La rueda de prensa de la ex alcaldesa de Valencia y hoy senadora aforada, Rita Barberá, no tuvo desperdicio. Sin tener nada que ver con su homónima Rita Giménez, una cantaora de flamenco, famosa por su popularidad refranera, se establece un extraño paralelismo entre la gaditana y la valenciana por su forma particular de ver la vida. La una destacaba por bulerías, soleares y malagueñas y la otra por pasarse por valencianas la responsabilidad política. Ambas cantaban y ambas son el reflejo de su tiempo.
La nostalgia, como todos ustedes saben, es una ansiedad interna al pensar en algo que hemos tenido o vivido en un momento de nuestra vida y en la actualidad está extinto o ha cambiado para peor. Pero este tipo de sentimiento también es posible cuando hemos imaginado, soñado o deseado un cambio profundo que la realidad se obstina en impedir.
En vista de que ya ha empezado la precampaña electoral y que hasta el 20 de diciembre nos van a bombardear con propuestas sin intención de cumplir y denunciándose unos a otros por faltas o excesos, este humilde articulista quiere exponer algunas de las cosas que pedirían los ciudadanos y que por no tener digno cantor ni espacio en televisión se repiten en corrillos y conversaciones privadas. Empezaré esta serie con la mayor preocupación de todos: la corrupción.
La policía suiza, en coordinación con las autoridades estadounidenses, detenía este miércoles a nueve directivos de la poderosa Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA) acusados de haber recibido durante casi 25 años sobornos y comisiones por una cifra total de más de 150 millones de dólares. Extraemos las principales claves del escándalo.
A estas alturas ya nadie duda de que, salvo excepciones tan dignas como raras, los políticos que nos tienen sometidos son un colectivo de sucias garrapatas que deberían estar no en sus palacios, sino criando moho a la sombra. Esta es una premisa fundamental de este artículo: esos tipos no están aquí para gestionar el bien común, sino para robar a manos llenas y para servir a las multinacionales, que son las que en realidad deciden nuestro destino.
7 de cada 10 directivos españoles alertan de que el soborno y la corrupción son prácticas habituales en el proceder de las empresas como una herramienta más para generar beneficios. Así se desprende del último informe sobre fraude y corrupción elaborado por Ernst & Young, que ha encuestado a directivos de 38 países.