Veo que el PP pagó los abogados que le defienden de sus corruptelas con dinero público (corrupción nivel Dios), y me doy cuenta de que ya leo este tipo de noticias con una mezcla entre resignación e impotencia, ya no hay ni lugar para la indignación. Porque a fin de cuentas les han votado, ¿no?

La discusión ya ni siquiera es ideológica, porque lógicamente puedo respetar a una persona de derechas, aunque yo piense de manera diferente. Pero no puedo respetar a una persona que vota y defiende a corruptos sabiendo que lo son.

En las percepciones ideológicas hay debate, pero si una persona defiende a un corrupto, ¿por donde empezamos el debate?, ¿ por las cuestiones morales más básicas?

En que punto de desarrollo democrático, o cultural, o como narices lo queramos llamar estamos; ¿cuando debemos entrar a debatir cuestiones como que robar está feo y merece, como mínimo, un castigo electoral?; “Caca nene! tira ese voto al suelo!”

Como en todo, hay un contexto detrás, tal vez hasta una explicación, pero es frustrante ver desde donde tenemos que partir como sociedad. Y no todo es justificable con factores generacionales, el miedo o la manipulación informativa. Aún menos me sirven los determinismos ridículos y simplistas de que “es que somos así”.

Y que gran fracaso de la izquierda, tanto la neoliberal como la que no, que no ha sabido ni siquiera pelear eso.