El cuerno de la fortuna
y el vellocino de oro
ya hace siglos que se han ido
hacia otros lugares del mundo.
La civilización greco-latina
se está muriendo lentamente
sin que nosotros hagamos nada
para recuperarla.
Europa sigue cabalgando
a lomos del toro blanco,
sin saber hacia dónde ir
ni dónde bajarse para beber.
La nueva Babilonia
está a miles de kilómetros
de distancia, hacia el Oeste,
donde el todopoderoso
Donald Trump ejerce su poder
inmisericorde por decreto,
sin importarle, para nada,
el latido del corazón débil
o el llanto de un anciano
enfermo y maloliente,
buscando entre los cubos de basura
algo que llevarse a la boca.
Los negros y latinos
se ven indefensos
ante tantas arbitrariedades
e injusticias que padecen
por culpa de la administración Trump.
Las manifestaciones
se producen a diario
por las calles y plazas
de muchas ciudades norteamericanas.
Un torbellino de gente
se agolpa entre pancartas
contrarias a Trump:
no racism, no fascism, no Trump,
América sin Trump,
no es mi presidente…
La policía se emplea a fondo
para desalojar a la gente
de las principales calles
de New York o Whasington.
Las personas atemorizadas
esperan, sobresaltadas,
el nuevo día sin saber
qué les deparará el nuevo amanecer.