Lucha de elefantes
Cuando dos elefantes luchan, es la hierba la que sufre…
Proverbio africano.
Cuando dos elefantes luchan, es la hierba la que sufre…
Proverbio africano.
Por si fuera poco el poder y discrecionalidad que proporciona una mayoría absoluta parlamentaria, basada en pretéritas preferencias electorales, ahora el Gobierno pone a su favor, sin recato alguno, las mayorías silenciosas.
Cuentan que un ciempiés muy preocupado por la dificultad de poder marchar correctamente moviendo a la vez y bien acompasadas sus cien extremidades, decidió visitar al animal que tenía fama de ser el más lúcido y hallar rápidamente soluciones. “Me han dicho que está muy preparado… y que hasta puede expresarse fluidamente en inglés”.
En dos Blogs anteriores –“Constitución: deber de memoria”, 24 de diciembre de 2012, y “Cambios en la Constitución”, 26 de febrero de 2013- he planteado la apremiante necesidad de reformar, después de 35 años, la Constitución Española, particularmente en el capítulo que se refiere a la vertebración del Estado y que, por la inmensas presiones de aquel momento, tuvo que quedar en “sinfonía inacabada”, en palabras del Presidente Adolfo Suárez.
Tal como se anticipaba desde antes del verano en los círculos próximos al partido en el gobierno, hemos llegado ya al mágico momento en el cual se empiezan a dejar atrás los oscuros momentos vividos en España.
Teatro. Nada más y nada menos es lo que parecía ayer el pleno extraordinario del Congreso. Aplausos a favor, abucheos en contra, sobreactuación, público en pie y el guión de una obra dramática, previsible y repetitiva que sonaba a dejà vu. A destacar algunas frases de sus intérpretes principales: “No me voy a declarar culpable porque no lo soy”, “Me engañó, y le creí”, “Váyase por el bien de este país”, “Me equivoqué”. Nada que envidiar a los clásicos.
Estamos en manos de chorizos. Mientras nos dicen que tengamos paciencia, que pronto llegará el final de la crisis, que ahora sí veremos los, tan cacareados, brotes verdes, nos damos cuenta, ya casi sin estupefacción, que los mismos que nos dan lecciones de austeridad, han vivido, durante años, en el derroche y la opulencia. Nos han robado, estafado y engañado. Y aún tienen la poca vergüenza de mirar para otro lado.
¡Qué incongruencias! La “competitividad” parecía tan esencial que se añadió a la propia titularidad del Ministerio de Economía: “Economía y Competitividad”. Y, sin embargo, las tijeras del “recorte” generalizado se abatieron sobre el nuevo título, dejándolo maltrecho.
Sé que soy repetitiva, mi pensamiento sigue buscando caminos que permitan ver la luz… ante el caos que nos ahoga, económico, político, social. Ansío un devenir justo, feliz, de amor para con todos. Un mundo de justícia y equidad en todos los ámbitos, comenzando por el del trabajo.
La conjura de los necios, como saben todos ustedes, es una laureada y exitosa novela de John Kennedy Toole. El autor no pudo ver publicada su obra, la envío a un montón de editoriales que no supieron ver la valía del original, o tal vez nunca llegaron a leerla. Al fin, su autor, desesperado por tanta necedad, desidia e indolencia decidió suicidarse. La madre de John deseosa de a que a su hijo se le hiciera justicia literaria no cejó hasta ver publicada la novela en 1980. Sus esfuerzos tuvieron recompensa y la obra póstuma del autor norteamericano ganaría el Pulitzer en 1981.