Mientras, aquellos que hemos seguido, por televisión, el espectáculo nos hemos sentido estafados. Mantenemos con nuestros impuestos dicho teatro, y se nos ríen a la cara. Abanderados de organizaciones mafiosas se erigen como defensores de la honestidad. Sus lacayos les ovacionan. Y quieren que nos creamos el argumento con obras de pésima calidad.

Como telón de fondo la corrupción: el caso Bárcenas. Y todos se lavan las manos. Desconocen que nos hemos leído el guión original y que nos sabemos la historia de memoria. Nos dicen que los que antes era “amantes” y mantenían privada correspondencia vía SMS (aún recuerdo cómo uno le decía al otro: “Sé fuerte”) en realidad no se querían. Que nunca hubo amor verdadero. Y el adalid de la honestidad, en su combate cuerpo a cuerpo con el personaje principal de la obra, no era más que el capo de otro grupo mafioso. ER(R)E que ER(R)E.

El teatro parlamentario no está en crisis. Sus interpretes cobran muy buenos salarios y obtienen, como reconocieron, algunos sobresueldos. Eso sí, según dice el guión, ni en sobres ni en negro ni en anotaciones a mano en papel arrugado. #FindelaCita.

Argumento poco original. Anteayer se interpretaba obra parecida en Barcelona a cargo del erario catalán. La creación made by Millet & Montull, con decorado del Palau de la Música, coincidía en contenido: presuntos culpables que se dicen inocentes, “depuración de responsabilidades” gritaban otros, financiación ilegal, trato de favor. Nada nuevo bajo el sol.

Y acabo recordando el famoso bolero ‘Puro Teatro‘: “Igual que en un escenario, finges tu dolor barato, drama no es necesario, ya conozco ese teatro. Viendo que bien te queda el papel, después de todo parece que esa es tu forma de ser (…) Teatro, lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro (…) Perdona que no te crea, me parece que es teatro”. Su política es puro teatro.

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