Los investigadores de Canadá, China y Suiza, se propusieron predecir el impacto combinado del cambio climático sobre la producción de alimentos y los niveles de agua a nivel mundial, regional y local.
Los investigadores usaron conjuntos de bases de datos mundiales sobre suelos, clima, insumos de fertilizantes y cultivos tomando en cuenta si eran de regadío o de secano.
Usando ocho escenarios climáticos, estimaron los rendimientos de tres cultivos básicos —maíz, arroz y trigo— y el uso de agua para el periodo de 2030 en el corto plazo y 2090, para largo plazo. Posteriormente los compararon con las cifras obtenidas en la década de 1990.
Los investigadores encontraron que las regiones que actualmente cuentan con agua suficiente, como algunas partes del suroriente de América Latina, dependerán más del riego en la década de 2030. Por el contrario, regiones con falta de agua, como la mayor parte del sub Sahara africano, dependerán menos de la irrigación de agua debido a temperaturas favorables.
Hasta la década de 2030, el aumento de dióxido de carbono en la atmósfera y los pequeños cambios en la temperatura podrían ocasionar un aumento en los rendimientos en algunas regiones si las temperaturas no exceden los umbrales de temperatura de los cultivos. Para la década de 2090, sin embargo, podrían haberse alcanzado dichos umbrales lo que resultaría en un descenso de los rendimientos.
Los investigadores advierten sobre esta arma de doble filo. “Los impactos positivos en el corto plazo pueden ayudar a aliviar los problemas de escasez de alimentos”, afirma el estudio. “No obstante, podrían distraer la atención que se presta a las medidas de adaptación y mitigación para combatir los impactos negativos del cambio climático en el largo plazo”, señala el estudio.
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