Se considera el más largo del mundo (entre 35 y 40 días de duración; solo dos de ellos oficialmente feriados). Se estima que, en alrededor de ocho semanas, esta fiesta declarada de Interés Nacional en el año 2007 vende más entradas en este país que todos los demás espectáculos -tanto deportivos como culturales- juntos, incluyendo el fútbol.
También genera fuentes de empleo y mayores ingresos, ya que aumenta el atractivo turístico de la capital y todo el país en pleno verano austral.
En Montevideo se abre con el desfile inaugural, que se realiza en la principal avenida o gran vía, 18 de Julio, por la que desfilan las agrupaciones carnavalescas, carros alegóricos, cabezudos y reinas del carnaval. El espectáculo es seguido por decenas de miles de personas ubicadas en sillas o paradas en las aceras y por millones de personas en el país o en el exterior a través de los medios de comunicación. Unos días después se lleva a cabo la máxima fiesta de la colectividad afro en Uruguay: el Desfile de Llamadas, en el cual los protagonistas son miles de tambores que tocan el ritmo conocido como candombe.
Historia
Los orígenes del Carnaval uruguayo son europeos, donde en diferentes contextos la celebración de las cosechas o de una festividad religiosa servía como motivo para la reunión de los pueblos, creando un espacio de libertad individual y colectiva. Algunas de las prácticas durante el festejo de esta fiesta fueron traídas por los colonizadores e inmigrantes, como arrojar salvado y harina, o agua con jeringas, lanzarse huevos, naranjas u otros objetos, y fueron alegremente compartidas por los primeros pobladores de la ciudad de Montevideo. Los sucesivos intentos oficiales de “racionalizar” las prácticas de carnaval comenzaron ya a fines del siglo XVIII, cuando se puso fin a estos festejos privilegiando las representaciones artísticas que ya en esa época habían pasado a ocupar el centro de atención del público. La progresiva institucionalización y manejo oficial del carnaval fue sustituyendo las prácticas de carácter espontáneo imperantes durante todo el siglo pasado. La población montevideana a fines del siglo XIX estaba caracterizada por dos rasgos sobresalientes que incidían directamente en sus formas culturales: “la temprana urbanización y europeización de hábitos y mentalidades a través de la inmigración”. En este contexto terminan por imponerse los modelos europeos de festejos. En la segunda mitad del siglo XIX los festejos de Carnaval duraban tres noches y se concentraban en el centro de Montevideo. Allí las diversas comparsas desfilaban a lo largo de la Avda. 18 de Julio, decorada e iluminada especialmente para la ocasión. El desfile contaba con carros alegóricos, que inicialmente eran a tracción a sangre y luego pasaron a ser mecanizados; en 1873 un edicto policial determinó el horario y el orden.
Los bailes de carnaval eran una costumbre de los uruguayos en las primeras décadas del siglo XX. Las más famosas eran fiestas lujosas, celebradas en clubes, hoteles y teatros. Entre tantos, el más aguardado era el baile del Teatro Solís, para el que se retiraban las butacas del teatro; también había veladas en casas de familia y en la propia calle, y todos los bailes tenían algo en común: había que ir disfrazado para conservar el anonimato detrás de máscaras y antifaces.
A finales del siglo XIX ya están conformadas las Comparsas de negros y lubolos, la categoría más antigua, populosa y popular, que conforma su propio desfile de “Llamadas”; a comienzos del siglo XX se empiezan a constituir las Murgas modernas, de las agrupaciones oficiales presentes en esta fiesta de las más aplaudidas y con más seguidores. Luego los espectáculos y festividades que se ofrecían en carnaval se diversificaron, lo que llevó a la creación de nuevas categorías en los concursos oficiales. Se incluyó la categoría Revistas, que no priorizaba tanto el humor o el canto sino el baile, y en más tarde surgió la categoría Parodistas, que a diferencia de las murgas se enfoca más en la representación teatral de humoradas y no tanto en la parte coral. La última categoría que sigue presente en el concurso oficial en crearse fue la de Humoristas. Las Escuelas de samba, si bien no participan del concurso oficial de agrupaciones organizado ni en el desfile inaugural del carnaval, tienen su propio desfile y la elección de su reina.
Hacia finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI el carnaval uruguayo inició un proceso de profesionalización que continúa hasta el día de hoy, en el que comenzaron a surgir conjuntos que viven exclusivamente de sus ingresos por sus espectáculos, tanto dentro como fuera de los concursos oficiales. Desde 1943 comenzaron a elegirse por concurso oficial la reina y las vicerreinas de Verano y Carnaval. Además de las exhibiciones desarrolladas durante el concurso oficial en el Teatro de Verano “Ramón Collazo” (previa prueba de admisión), se organizan escenarios, llamados tablados, en numerosos sitios de la ciudad y el resto del área metropolitana, donde las agrupaciones presentan sus espectáculos al público. Hay otras agrupaciones que participan en otros dos concursos: “Carnaval de las promesas”, anterior al concurso oficial y con conjuntos integrados por niños y jóvenes (en este concurso sí participan escuelas de samba) y el de “Murga joven”, espacio de expresión juvenil en constante construcción.
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