Llega de nuevo la navidad, y con ella, todas las celebraciones y convivios tradicionales, logrando olvidar por momentos todas esas inquietudes y complicaciones del mundo que nos rodea, pues compartimos en familia y con amistades esos momentos felices tan especiales, llenos de sabor, degustando la deliciosa comida típica tan característica de la época navideña de cada país.
Seguimos con las fiestas del año nuevo, acompañadas de reflexiones y nuevas promesas, algunas cumpliremos y otras quedarán engavetadas en la memoria, pues como dicen “el que mucho abarca poco aprieta”. Pero lo que en definitva va siendo importante y deberíamos tener presente en una de nuestras resoluciones, es dedicar más tiempo y darle prioridad a lo político y ambiental. Puesto que esa indiferencia y el vivir metidos en nuestra burbuja de confort y seguridad, seguramente tarde o temprano se va a romper. Cada día se hacen más evidentes los efectos de la toma de decisiones de nuestros gobiernos, a nivel social, económico y ecológico.
Así pues, que al celebrar el nacimiento de Jesús, nuestro señor, demos las gracias por todo lo vivido, lo aprendido y las lecciones positivas y negativas que nos dejará el año.
Tener presente que Dios nos dejó el jardín del mundo para cuidarlo, sentirnos agradecidos con la madre naturaleza, esa maravillosa creación que nos provee de todo lo necesario para seguir subsistiendo en este sorprendente planeta, el cual se merece recobrar su biodiversidad que está perdiendo a pasos agigantados, reconocer que la lucha contra la contaminación ambiental debe ser una lucha de todos nosotros, exigiendo a nuestros gobiernos cambios que beneficien el medio ambiente para proteger la tierra y a todos sus habitantes.
Tengamos siempre presente que nuestras acciones pueden cambiar el rumbo de nuestra vida y todo lo que nos rodea, no perdamos la fe de que otro mundo es posible.
“Que Jesús ilumine con su luz nuestro camino para que alcancemos todos nuestros sueños”
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