José Joaquín Cabrera-Malo Camargo, de joven, conoció la mesa de Guanipa, que es una formación geológica en el oriente de Venezuela, a la altura de los llanos orientales, al sur del estado Monagas. En ese entonces, la erosión producto de las fuerzas de los vientos causaba un severo daño a la poca capa vegetal que ahí se encontraba, solo la fiera resistencia de los árboles chaparros mantenían cierto verdor. Años después, cuando de nuevo explora la meseta la encuentra, en el franco camino de convertirse en un gran desierto en medio de los llanos orientales.
Cabrera Malo, busca apoyo y luego de muchas diligencias consigue financiamiento para que le permitan forestar la meseta con una variedad de pinos caribe, que era el árbol que mas se adaptaba a las inhóspitas condiciones climáticas de la zona.
Ardua labor que concluyo con la reforestación de alrededor de 500 hectáreas. Convirtiendo al casi ya desierto, en el bosque artificial mas grande del mundo. El llamado bosque de Uverito.
Impresionante ver este inmenso bosque. Ahora este gran esfuerzo, se ha entregado a empresas madereras nacionales e internacionales para la explotación “sustentable”, como “reserva estratégica”, de la madera de pino o material de base para la pulpa de papel. Bajo la supuesta acción permanente de reforestar las áreas explotadas o taladas. Igual se le ha pretendido rendir honores, a este insigne hombre de la ingeniería forestal, por su gran labor en pro del desarrollo económico de la región.
Cabrera Malo, seguramente poco podrá decir o su decencia y prudencia lo ha mantenido en reserva. Pero nosotros si lo podemos expresar, a los cuatro vientos. El objetivo fue uno solo, salvar la meseta de Guanipa, que iba a transformarse en un gran desierto y no 30 años después, usufructuar esta noble labor en pro de un supuesto desarrollo.
Ojala que la ambición de esos vivos u oportunistas, que aparecen siempre cuando las cosas están hechas, no malogren esta obra mundial en materia de forestación.
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