Las personas que ingieren grandes cantidades de mercurio a través de alimentos como el pescado pueden sufrir problemas de salud, como retrasos del desarrollo neurológico infantil. Tanto la Agencia Estadounidense de Protección Medioambiental (EPA) como la Administración Estadounidense de Alimentos y Fármacos (FDA) han aconsejado a las mujeres de edad fértil y a los niños a no consumir determinados tipos de pescado a causa de sus altos niveles de mercurio.

También se encuentran altos niveles de mercurio en animales como osos polares, ballenas y tiburones.

Mucha gente sigue sin saber que una pequeña parte de la industria del cloro es una de las causas principales –y completamente evitables– de la crisis global del mercurio.

Algunas plantas siguen usando mercurio en el proceso de fabricación de cloro. No sólo existen tecnologías más nuevas y libres de mercurio desde hace décadas, sino que cientos de fábricas de todo el mundo se han pasado a tecnologías más modernas por motivos medioambientales y porque ello les supone un gran ahorro energético.

La campaña que  Oceana desarrolla en EE UU para detener la contaminación marina de mercurio trabaja para que los grandes supermercados incluyan la advertencia de la FDA sobre la presencia de mercurio en el pescado. Además se pretende que las plantas de cloro que todavía usan mercurio adopten una tecnología libre de mercurio. Desde que empezó la campaña, centenares de grandes supermercados han empezado a exponer la advertencia y varias fábricas de cloro han cerrado o se han pasado a otras tecnologías más limpias.

 

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