dia-niño-150x150La infancia es el periodo de la vida humana desde que se nace hasta los 18 años. La Convención sobre los Derechos del Niño enuncia, que todo niño y niña debería gozar de salud, disfrutar del descanso y del juego, tener una familia, un nombre, una nacionalidad, recibir educación, desarrollar la capacidad de libertad de pensamiento y de expresión, y ser protegidos frente a la explotación infantil, entre otras cosas. Como decía Freud, es la etapa donde se desarrollan las bases de la personalidad.

A pesar de los avances en el cumplimiento de los derechos de la infancia, el mundo tiene grandes retos para con los menores, sobre todo en educación, ya que el número de menores sin escolarizar está aumentando. El  derecho a la educación tiene un papel fundamental en la Convención sobre los Derechos del Niño. Sus artículos 28 y 29  obligan a los Estados firmantes a ofrecer educación primaria y gratuita, a respetar la dignidad de los niños y de las niñas en los métodos de disciplina y a orientar la educación al pleno desarrollo personal,  al respeto de los derechos humanos y a la convivencia intercultural, de manera que puedan integrarse en la vida adulta activamente.

A pesar de lo dispuesto en la Convención, actualmente 124 millones de niños, niñas y adolescentes están sin escolarizar. De estos, 59 millones de niños y niñas no acuden a la escuela primaria y 65 millones de adolescentes no están matriculados en el primer ciclo de secundaria. Pero lo más grave es que, tal y como denuncia UNESCO, estas cifras van en aumento. Hoy hay dos millones más de niños, niñas y adolescentes sin escolarizar que en 2011.

Dos razones contribuyen a explicar esta situación. En primer lugar, hay países del África subsahariana que tropiezan con dificultades para atender la creciente demanda de educación primaria por parte de una población en edad escolar que sigue aumentando. Además, los enormes progresos registrados a comienzos del siglo se debieron sobre todo a las medidas a gran escala destinadas a mejorar el acceso a la educación, como la supresión de los derechos de matrícula y la construcción de nuevas escuelas. Ahora bien, en un informe reciente del IEU y UNICEF  se demuestra que ya no se pueden desarrollar estrategias centradas en aumentar el número de docentes, de aulas y de libros de texto. Se precisan intervenciones específicas para llegar a los niños y jóvenes más marginados que hoy en día no están escolarizados, como los que tienen discapacidades, los que pertenecen a minorías étnicas, religiosas o lingüísticas y sobre todo, a los menores afectados por conflictos armados o que se ven obligados a huir de sus países a causa de la guerra, como las de Siria, Afganistán o Somalia, entre otras.

Menores, conflictos armados y la importancia de la educación en contextos de emergencia

En el mundo hay 60 millones de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares y desplazarse dentro de su país a zonas más seguras, o bien cruzar fronteras rumbo a países en paz. La mitad son menores. De este total de niños y niñas, más de un 36% no tiene acceso a la escuela. Esta proporción es especialmente preocupante en los Estados Árabes, donde alcanza el 87%, como consecuencia, en gran medida, de las graves secuelas que el conflicto sirio está causando en la vida de los niños y niñas del país. De los 4,8 millones de niños sirios en edad escolar, aproximadamente 2,2 millones están sin escolarizar dentro del país.

Además, hay en el mundo 230 millones de niños y niñas que, sin haber abandonado sus hogares, viven en países afectados por conflictos armados. Por ejemplo, más de un millón y medio de niños y niñas en Sudán del Sur, no ha conocido otra realidad que la de las zonas de desplazamiento.  Ellos son solo una pequeña parte de los cerca de 17 millones de personas que en África han tenido que abandonar sus hogares por causa de conflictos armados.

Pero no se trata de un fenómeno exclusivo del continente africano. En las provincias fronterizas de Colombia con Ecuador, hay decenas de miles de colombianos y colombianas en condición de refugio o en condiciones de necesidad de protección internacional. Entreculturas junto con el Servicio Jesuita a Refugiados facilita el acceso educativo de estos menores, ya que la escuela es un factor de protección de las niñas y niños, tanto en la dimensión de la escuela como espacio seguro, como alternativa a la calle y les permiten construir sus propias historias de vida, definir sus identidades y hacerlo de manera libre frente a los estereotipos socioculturales y de género.

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