Porque es áspera y fea,

Porque todas sus ramas son grises,

Yo le tengo piedad a la higuera.

 

En mi quinta hay cien árboles bellos:

Ciruelos redondos,

Limoneros rectos

Y naranjos de brotes lustrosos.

 

En las primaveras,

Todos ellos se cubren de flores

En torno a la higuera.

 

Y la pobre parece tan triste

Con sus gajos torcidos que nunca

De apretados capullos se visten…

 

Por eso,

Cada vez que yo paso a su lado,

Digo, procurando

Hacer dulce y alegre mi acento:

-Es la higuera el más bello

De los árboles en el huerto.

 

Si ella escucha,

Si comprende el idioma en que hablo,

¡Qué dulzura tan honda hará nido

En su alma sensible de árbol!

 

Y tal vez a la noche,

Cuando el viento abanique su copa,

Embriagada de gozo, le cuente:

-Hoy a mí me dijeron hermosa.