Mujeres valientes que sin temor a lo desconocido se embarcaron en una de las más alucinantes aventuras de la humanidad llegando a formar y conformar la sociedad del Nuevo Mundo.
Entre ellas hubo militares, religiosas, empresarias, gobernadoras, virreinas y Almiranta, sin olvidar a las que no se veía campesinas, taberneras, tejedoras, prostitutas etc, madres todas, olvidadas la mayoría en las crónicas de una época donde el papel de la mujer era difícil salvo que adoptaran un rol masculino, pero lo cierto es que tuvieron una importancia principal en la formación de la sociedad hispanoamericana.
Nuestra protagonista Isabel Barreto de Castro, fue una mujer culta, aventurera, firme y con carácter.
Sus orígenes son difusos e inconcretos unas crónicas nos dicen que nació en Pontevedra en 1567 y otras sitúan su nacimiento en Lima, unas que su padre podría haber sido Francisco Barreto, marinero de origen portugués y gobernador de la India portuguesa y otras que Nuño Rodríguez Barreto y Mariana de Castro su madre como declara ella misma en su testamento.
Establecida la familia definitivamente en Lima fue prosperando hasta formar parte de la nobleza limeña, Isabel de carácter fuerte e indómito recibió una educación más próxima a la de sus hermanos que la que recibían las mujeres de la época incluidas sus hermanas, educación que acabaría formando una mujer culta, inteligente y decidida, conoció a Álvaro de Mendaña, que con cuarenta y cuatro años le doblaba la edad en 1585 casándose con él al año siguiente.
Mendaña había nacido en Congosto (León) y llego a Perú acompañando a su tío Lope García de Castro nombrado Gobernador y Capitán General del Virreinato del Perú, así como Presidente de la Real Audiencia de Lima.
Los indios contaban a los españoles unas leyendas que hablaban de unas tierras hacia poniente en las cuales abundaba el oro y otras riquezas, el desconocimiento de lo que había más allá del “Mar del Sur” nombre que recibía en aquella época el océano Pacifico hizo que la imaginación de aquellos hombres creyera que era la tierra de Ofir, en donde se encontraban las fabulosas minas del rey Salomón.
García de Castro organizó una expedición con el objetivo de buscar dicha tierra, sondear sus recursos y valorar las posibilidades de colonización poniendo al mando a su sobrino. La expedición zarpo del puerto de Callao (Perú) el día 19 de noviembre de 1567 avistando una isla el 9 de febrero del año siguiente a la que bautizaron como Santa Isabel nombre que ha conservado hasta la actualidad, Mendaña encarga a Hernán Gallego su piloto mayor la exploración del archipiélago, para ello construyen una nave de poco calado, un bergantín al que llamaron “Santiago” con él descubrirán más de 20 islas.
“El verbo «descubrir» apareció en la lengua española a fines del siglo XII, del latín «discooperire», que significa «hallar recorriendo»”.
Entre estas islas están; Ramos, La Galera, Buena Vista, Flores, San Germán, Guadalupe, Guadalcanal, San Jorge, San Nicolás, Arrecifes, San Marcos etc, bautizando el archipiélago como islas Salomón.
Tras una estancia de seis meses en Santa Isabel subieron hasta Filipinas para regresar por la ruta del tornaviaje descubierta por Urdaneta que iba de Manila a Acapulco y costeando bajar hasta el puerto del Callao a donde llegaron el 22 de julio de 1569.
A su regreso, Pedro Sarmiento de Gamboa que iba en la expedición al mando de la nave capitana y que como cosmógrafo era conocedor de la localización de las nuevas tierras le acusó de no seguir el rumbo fijado por él “yvan de conçiuerto de barloventear y boluerse o yr a las Philipinas a rrescatar”.
Sarmiento acusaba a Mendaña y al Piloto Mayor de dejarse llevar por la corriente para que así fracasara la misión y dirigirse hacia las Filipinas para “rescatar” que significa hacer de corsario. Al parecer Mendaña destruyo cartas y documentos de Sarmiento en el viaje de vuelta y este se lo comunicó al nuevo virrey Francisco de Toledo, enemigo político de García de Castro, abriendo una investigación a Mendaña que finalmente quedaría en nada.
Tras un largo periodo de 20 años y tras muchas vicisitudes entre América y la península consigue una audiencia con Felipe II y firma unas capitulaciones para explorar y conquistar las islas del mar del Sur nombrándolo “Adelantado” (gobernador) y “Capitán General” de la expedición, aunque el dinero para la misma tendrá que salir de su bolsillo.
De regreso a Lima conoce a Isabel y le propone matrimonio casándose con ella en mayo de 1586, Isabel no solo aporta una generosa dote al matrimonio sino también unas relaciones al más alto nivel consiguiendo el apoyo del virrey García Hurtado de Mendoza, Marques de Cañete, que acababa de derrotar al corsario Richard Hawkins, en la bahía de Atacama, al noroeste de Quito con una flota al mando de Beltrán de la Cueva y Castro.
La aparición de los ingleses en un mar considerado solo castellano “el lago español”, hizo que el proyecto de colonización de las islas Salomón volviera a tomar importancia, había que seguir avanzando por el Pacifico para evitar que los ingleses se adueñaran de dichas tierras. Isabel financió cuatro barcos: dos naos, la San Gerónimo nave capitana que desplaza 300 toneladas, en la que embarcará con su marido don Álvaro, como capitán se nombró a Lorenzo Barreto hermano de Isabel y como piloto mayor al portugués don Pedro Fernández de Quirós, la Santa Isabel nave almiranta también con 300 toneladas que tenía por capitán a don Lope de Vega que también viajaba con su mujer doña Mariana de Castro hermana de Isabel, la galeota San Felipe cuyo propietario Felipe Corzo era su capitán y la fragata Santa Catalina al mando de Alonso de Leyva, ambas de 40 toneladas. Además su influencia ante el Virrey fue determinante para que este las equipara con pertrechos requisados a las naves de Hawkins.
A bordo, embarcaron unas 378 personas entre las que iban la propia Isabel con tres de sus hermanos, su hermana, colonos con sus mujeres e hijos ya que el objetivo era colonizar las nuevas tierras y el resto eran soldados y marineros escogidos entre gente de más baja estofa de la sociedad limeña pues el rey había enviado una carta a Mendaña en la que le pedía que embarcara a “gente levantisca y haragana” para limpiar el virreinato, esta orden real fue una fuente permanente de problemas durante toda la expedición.
Al mando de la gente de guerra se puso a Pedro Marino Manrique, buen soldado pero de carácter duro y difícil que pronto entro en conflicto con todo el mundo sobre todo con Quirós, este por su parte estaba en total desacuerdo con Mendaña que hubiese mujeres en la expedición. Él fue quien nos dejó los escritos de la aventura a través de su secretario y escribiente Luis Belmonte Bermúdez, que de alguna forma se hizo con el anterior cuaderno de exploración del primer viaje de Mendaña a las Salomón copiándolo y continuando la narración a partir de donde terminaba.
No habían levado anclas y el maese ya causaba problemas.
Quirós nos cuenta:
“Embarcóse el maese de campo lo primero que hizo fue atravesarse con el contramaestre de la capitana sobre cosas de su oficio, diciéndole palabras de las que obligan poco e indignan mucho. Descartóse el contramaestre, queriendo vengarse el maese de campo, se lo impidieron ciertas personas de cuenta. Estaba esta sazón hablando el piloto mayor con doña Isabel, quien dijo: Riguroso viene el maese de campo; si aquel fuera el modo de acertar en lo que se pretende, tuviera próspero fin, mas mí muy lejos me parece de acertar. vuelto al maese de campo, le dijo que mirase que el adelantado no gustaría que le tratase su gente con el desamor que mostraba, más por tan leve ocasión. El maese de campo respondió con gran desgarre: Mire lo que tenemos acá. el piloto mayor, lo que es razón en toda parte, mostróse indignadísimo…El maese de campo con altivez replicó: Conóceme, ¿no sabe que soy el maese de campo, que si navegamos los dos en una nao le mando embestir con unas peñas que lo ha de hacer?”
Por fin partieron del puerto del Callao y dirigiéndose al norte para hacer una escala en Paita en donde esperaba Lope de Vega con más expedicionarios y aquí surgió el primer incidente ya que la tripulación de la capitana capturó un barco en el puerto, como es lógico su propietario reclamo a la justicia lo que retraso la partida, solucionado el incidente zarparon de Paita.
En esta época el cálculo de la longitud era muy impreciso, aunque la tecnología avanzaba a la par que las exploraciones los instrumentos de que disponían daban lugar multitud de errores, Mendaña suponía que las Salomón se encontraban a 1.450 leguas y le pidió a Quirós que hiciera 5 cartas de navegar, una para él otras para los demás pilotos, éstas cartas sólo debían representar la costa desde Arica hasta Paita y su longitud 1500 leguas. Tras 35 días de travesía llegaron a la primera isla que llamaron “la Magdalena” situándose hacia el sur de la misma, al día siguiente vieron venir hacia ellos setenta canoas con los pobladores de la misma, Quirós nos los describe:
“viernes, veinte y uno del mes de Julio, tuvimos vista de una isla, á quien el general puso por nombre la Madalena, y de un puerto della, salieron como setenta canoas, en que venian de tres en tres, en otras mas y menos, otros á nado, otros sobre palos, mas de quatrocientos Indios, blancos y de muy gentil disposición, grandes, fornidos, y membrudos, y también tallados, que nos hazian mucha ventaja á nosotros: lindos dientes, ojos y boca, manos y pies, lindísimos cabellos sueltos, y muchos dellos muy rubios; y entre ellos, bellísimos muchachos, todos desnudos, y sin cubrir parte alguna; y todos los cuerpos, piernas y bracos, manos, y algunos los rostros, traían labrados, al modo destos Bisayas, que cierto, para gente bárbara, desnuda y de tan poca razón, auia de verlos, de que alabar mucho á Dios que los crió.”
Los indígenas recibieron bien los expedicionarios, pero Mendaña no reconoce la isla ni entiende a los nativos por lo que decide pasar de largo considerándola un nuevo descubrimiento, tras esta isla vieron otras tres: San Pedro, Dominica y Santa Cristina, viendo que no eran las buscadas islas Salomón y comprendiendo que era un archipiélago nuevo lo bautizaron como las Marquesas de Mendoza en honor del virrey, hoy las islas Marquesas.
Según la hispanista francesa Annie Baert, el hecho de que Mendaña no encontrase de nuevo las islas Salomón se debió a un error en el cálculo de la longitud de Quirós que las situó más cerca del litoral peruano de lo que en realidad estaban, aun así solo les faltó 400 km para llegar, un error mínimo en el océano más grande del mundo de haber seguido navegando con el mismo rumbo durante dos días más habrían llegado a San Cristobal.
El adelantado bajó a tierra en Santa Cristina, tomaron posesión en nombre del rey, escucharon la primera misa, sembró maíz, paseo por la isla y volvió al barco dejando en tierra a Manrique con su gente. Seguramente por culpa del trato del maese con los indígenas estos atacaron a los españoles teniendo que intervenir el adelantado hombre más dialogante para pacificarlos. Durante el tiempo que estuvieron en la isla reparan la galera, recogen víveres y leña pero como el malestar entre los expedicionarios continuaba aumentando y Don Álvaro deseaba llegar a las Salomón, ordena levar anclas y abandonan Santa Cristina.
El 7 de septiembre arriban a una nueva isla, deciden pasar la noche sin llegar a desembarcar y al amanecer la nao almiranta la Santa Isabel capitaneada por Lope de Vega no está, Mendaña envía a las otras naves a ver si se ha quedado atrás pero regresan sin avistarla. Cuando los indios salen al encuentro de los españoles Mendaña piensa que por fin a regresado a las Salomón pero al intentar comunicarse con ellos no les entiende, erróneamente cree estar en unas islas nuevas pero en realidad sí que había llegado pero al extremo sur del archipiélago a una isla que bautizaron Santa Cruz y que actualmente se llama Nendö aunque el pequeño grupo de islas que forman parte de la provincia de Temotu mantienen el nombre de islas Santa Cruz.
Como el viaje estaba siendo fatigoso y duro, Mendaña viendo a su gente cansada decide fondear y esperar a ver si hay noticias de la Santa Isabel, mientras los indígenas se acercaban curiosos a las naves siendo invitados por los españoles a subir a bordo pero la falta de entendimiento entre ambos hizo que los nativos lanzaran flechas a las velas a lo que respondieron los españoles disparando sus arcabuces lo que les ahuyento, este incidente hizo que el Adelantado buscara un puerto más seguro. Al siguiente día, un gran número de indios se dirigió hacia las naves, llevaban flores rojas en sus cabezas y narices como símbolo de bienvenida, a la cabeza iba su jefe el “jauriqui” Malope.
Quirós: “Entró luego preguntando por señas quién era nuestra cabeza: el Adelantado le recibió con grande amor tomándole la mano, le dio entender quien era. Él le dijo que se llamaba Malope, el Adelantado él Mendaña y a el Adelantado que se llamase Malope…”
Transcurrieron cuatro días de intercambios de regalos y alimentos, pero Malope viendo la eficacia de las armas españolas lo que pretende es dar un escarmiento a otro cacique del otro lado de la isla que está asaltando constantemente su poblado llevándose a las jóvenes, alimentos etc.
El 21 de septiembre día de San Mateo don Álvaro se dirigió a otro puerto más apropiado dentro de la Bahía y ordeno a don Lorenzo que midiera el perímetro de la isla y buscara a la nave perdida.
A su regreso los indígenas se acercaron a la nave de don Lorenzo en tan cantidad que éste sintiéndose intimidado por su número les ataco y en la huida les persiguió en tierra, Manrique el maese de campo le amenazó desde la nave y doña Isabel al oírlo se enfrentó con él en una discusión tan violenta que el maese bajo a tierra y no volvió a la nave, pero además Manrique comenzó a enfrentar a unos hombres contra otros ya que los solteros querían instalarse allí mismo y los casados pensaban que el lugar era insano, por fin encontraron un sitio que les pareció adecuado para construir un pueblo en una bahía que llamaron Graciosa. Malope les permite la construcción de una iglesia y un poblado, cumpliéndose así los deseos de Álvaro e Isabel que tenían la misma visión política de colonizar las islas respetando los derechos indígenas pero con la firme convicción de establecerse.
Pero los problemas no cesaban, don Álvaro enfermó de malaria y los soldados comenzaron a cuestionar sus órdenes, le pasaron un papel con varias firmas en donde le pedían que les sacase de allí y los llevase a las Salomón e incluso volver al puerto del Callao cosa harto difícil debido al estado de las naves, viendo la gravedad de la situación hay un consenso en los partidarios de Mendaña en donde deciden deshacerse del maese de campo por estar generando una espiral de violencia en la expedición y aquí Isabel se mostró enérgica e inflexible diciendo a su marido que si no había nadie que lo matara ella cogía un arma y lo hacía. Tras una escaramuza mueren Marino Manrique y Tomas de Ampuero, el adelantado ordena que les corten las cabezas y sean clavadas a la vista de todos a modo de escarmiento.
Pero la situación se descontrolo aún más cuando un grupo al mando de Juan de Buitrago mato al jauriqui Malope, Mendaña sumamente enojado y dolido quiso escarmentar a los culpables ordenando la muerte de Buitrago.
Quirós nos lo cuenta:
“Domingo, ocho de Otubre, mandó el Adelantado, matar á puñaladas al maese de campo; y mataron á Tomás de Ampuero, de la propia suerte; y degollaron, al alférez Juan de Buitrago; y quiso hacer matar, a otros dos amigos del maese de campo; y porque se lo rogamos, los dejó. La causa fue pública, porque se le querían yr de la tierra, y desampararla; y otras razones que deuió de auer, que yo no las sé; lo que yo vide, mucha soltura y desuergüença, y hartas inconsideraciones”.
Annie Baert nos aporta más datos sobre esta situación:
“pese que nuestros documentos son muy discretos sobre este punto, parece que ciertas damas de la expedición fueron la causa, real o supuesta, del deshonor de su marido, lo cual daría una explicación a la decisión de Mendaña. don Lorenzo Barreto, uno de los hermanos de doña Isabel, habría seducido la esposa de Juan de Buitrago, doña Elvira Lozano. Así mismo, Tomás de Ampuero, personaje ambiguo, exiliado por el virrey de Perú, que esperaba convertirse en gobernador de la expedición a la muerte de Mendaña había, posiblemente gustado la esposa del último -hablamos de doña Isabel-. Según ciertos testigos, estas suposiciones explicarían que Buitrago estuviera en la conspiración para matar a los Barreto y que Mendaña le hiciera matar del mismo modo que Ampuero”.
Las cabezas de los tres fueron entregadas a los indígenas a modo de desagravio por la muerte de su cacique pero la situación se volvió incomoda y hostil. Mientras la malaria iba minando la salud del Adelantado que viéndose morir el 17 de octubre saco fuerzas de donde no tenía y redactó su testamento ante el escribano Andrés Serrano y los testigos Diego de Vera, Andrés del Castillo, Juan de Isla, D. Luis Barreto y el capitán Felipe Corzo:
“Que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia que está fundada en esta isla nombrada Santa Cruz y sea acompañado del vicario della, y que el dia de mi entierro se me diga una misa de cuerpo presente, y si no obiere lugar el dia siguiente, por lo qual se pague la limosna costumbrada.”
“Primeramente: mando y encomiendo mi alma á Dios.”
“Item: mando las mandas forzosas, y si aquí no obiere lugar, se cumplan en la ciudad de los Reyes.
“Item: mando se me digan encima de mi cuerpo donde estuviere sepultado, ó donde oviere más lugar, veinte misas por mi ánima.
“Item: nombro á doña Isabel Barreto mi legitima mujer por governadora. Y para cumplir este mi testamento dejo por albaceas y testamentarios á Doña Isabel Barreto, mi legítima mujer y al licenciado Joan de Espinosa vicario general destas yslas; á los quales doy poder quan bastante se requiere para el cumplimiento dél y para dispensar de todos mis bienes, y de los quales hago heredera universal y señora dellos á la dicha doña Isabel Barreto mi mujer legitima, y de todos los demás bienes que agora y en algun tiempo parescieren ser mios, y del titulo de marquesado que del Rey nuestro señor tengo, y de todas las mercedes que su majestad me ha hecho. Y hago y nombro por capitán general de toda la armada á el capitán D. Lorenzo Barreto. Y por este mi testamento revoco y anulo, etc”.»
Falleció al día siguiente a los cincuenta y tres años, le enterraron según su última voluntad en la iglesia con todos los honores, Lorenzo Barreto fallecería días después por un flechazo dejando a su hermana la Capitanía General y aquí tenemos a Isabel convertida en adelantada, las circunstancias han hecho que todo el poder acabe en sus manos y su primera intención es seguir con la colonización y la búsqueda del barco perdido tal y como era el deseo suyo y de su marido, pero las enfermedades hacen estragos la mortandad es tan grande entre la gente que le pidieron salir de la isla a lo que finalmente accedió la gobernadora partiendo el 18 de noviembre. Ordena exhumar el cuerpo de Mendaña subiéndolo a la fragata para llevarlo consigo y convoca el consejo, en el que participan su hermano Diego que sería nombrado general y el capitán Felipe Corzo, Diego propone abandonar las naves pequeñas embarcando todos en la grande, pero Corzo se opuso defendiendo que su galeota podría aguantar una nueva travesía, también se decidió poner rumbo a Filipinas comprobando antes que la Santa Isabel no estaba por las cercanías.
Siguiendo las órdenes de Isabel comienzan a preparar las naves para la partida pero debido al enfrentamiento que había con los indígenas conseguir víveres se convierte en una dura tarea. Partieron al fin con rumbo a la isla de San Cristóbal para buscar la nao Almiranta pero tras dos días de búsqueda sin resultado, la gente estaba tan desesperada que al final Isabel cedió y le ordeno a Quirós poner rumbo a Manila, a partir de aquí el piloto va a demostrar toda su pericia marinera fijando el rumbo por un mar desconocido que les llevo derecho al puerto de Cavite.
La idea de Isabel era una vez llegaran a Filipinas reabastecerse y reclutar colonos para volver a la isla de Santa Cruz con la misma idea de poblarla y colonizarla.
El viaje hacia Filipinas no fue un paseo, los días son calurosos y las noches frías, las enfermedades no cejan y la falta de alimentos y agua debilitaban aún más a la gente y para colmo los desacuerdos entre Isabel y Quirós van en aumento, según este
Isabel se muestra despótica y egoísta, nos dice en su diario:
“Como llevaba el piloto mayor la agua tan en cuidado por ser poca, y haber por vias secretas grandes gastadores de ella, se hallaba presente al dar la ración. Era muy larga la gobernadora en gastarla, y en lavar con ella la ropa, y para este efecto le envió a pedir una botija, á que el piloto mayor dijo mirase el tiempo, y no parecía justo gastar largo el agua que había, pues era poca. Tuvo éste por gran delito, y sintióse tanto, que con mucha ira le dijo:— ¿De mi hacienda no puedo yo hacer lo que quiero?”
Los incidentes y los chismes se prodigan a bordo, Isabel había prohibido bajar a tierra en las aguadas, pero uno de los hombres con su mujer y su hijo enfermos desobedece y baja a por alimentos, ella le condena a muerte teniendo que interceder Quirós en favor del sentenciado al que al final se le perdona la vida, Isabel le dice al piloto mayor que lo había hecho por meter miedo a los marineros y no le faltaba razón ya que un grupo conspiraba en su contra para elegir a un hombre que gobernara la nave.
“No faltó quien dijo al piloto mayor, que no se dejasen gobernar de una mujer, y que á más votos se eligiese un hombre; mas el piloto mayor respondió, que la dejasen gozar el breve espacio que le quedaba de su justo título; que cuando el tiempo obligase á ello, entonces parecería más razón decir lo que agora se decía sin ella”.
Los barcos navegaban en conserva pero la galeota de Corzo desobedece constantemente las ordenes de la capitana hasta que un día vira y desaparece, aun dañada la San Felipe consigue llegar a Mindanao en donde unos jesuitas que allí tenían una congregación los atienden y socorren, posteriormente mandan llamar a un corregidor que los traslada a Manila para ser juzgados por insubordinación.
Las dos naves restantes van tan maltrechas que a duras penas se sostienen sobre el agua, desarboladas, sin víveres ni agua con la gente tan enferma que no había día que no se echase al mar algún muerto. El 19 de diciembre se pierde la Santa Catalina, más tarde según el testimonio de unos indios la encontraron embarrancada en la costa sur con el casco abierto y con toda su tripulación muerta.
Sola la nave capitana continuó rumbo a Filipinas pasando por delante Guam y Rota en donde se abastecieron de víveres llegando al fin a Filipinas el 14 de enero de 1596 y a la bahía de Manila el 11 de febrero. Lo primero que hacen al entrar en la bahía es pedir ayuda para los enfermos, a bordo sube un fraile “el samaritano” le llama Quirós, el fraile ve a dos cerdas corriendo por la cubierta y sorprendido pregunta porque no se han comido los animales a lo que le responden que son de la gobernadora, entonces el fraile responde “tiempo es este de cortesía con puercas” y mandándolas asar distribuyo su carne entre la gente.
Tras la visita de las autoridades del Cabildo, Isabel desembarca con salvas de gobernadora, cuando la noticia de que una nave procedente de las islas Salomón recorre el pueblo, la gente comienza a llamarla la reina de Saba. Los enfermos son llevados al hospital, las viudas a casas de hombres principales casándose posteriormente, incluida Isabel que se casó con Fernando de Castro sobrino del gobernador transcurrido un año de luto, los soldados fueron alojados en casas de los vecinos y a los casados les pusieron casa, pero aun siendo tan bien atendidos algunos venían tan débiles que fallecieron diez personas.
Isabel con algunas joyas que había guardado negocia en Manila con telas y sedas de China recomponiendo su patrimonio de manera que compra un barco para ir de regreso a Acapulco, en este navío también va Quirós y el enfrentamiento entre los dos es definitivo ya que ambos van con la intención de pedir al Rey Felipe III el título de adelantado de los mares del Sur.
Quirós regresa a España y de aquí a Italia a entrevistarse con el Papa Clemente VIII consiguiendo su apoyo para presentarse ante el Rey Felipe III que finalmente le otorga la Real Cedula que le permite seguir explorando el Pacifico.
Desde Acapulco Isabel solicita al Rey permiso para una nueva expedición y al no tener respuesta ella y su esposo viajan a España llegando a Madrid hacia 1609 a donde llegaron con dos hijos según Manuel Bosch Barrett que escribió un ensayo biográfico sobe ella.
Aún con el título de adelantada no consigue el permiso anhelado y regresan a Perú donde Fernando ha sido nombrado gobernador justicia mayor de Castrovirreina.
Al enterarse que Quirós ha obtenido el permiso redactan una protesta recordando al Rey los derechos de Isabel que queda sin respuesta. Finalmente su vida transcurre en Castrovirreina hasta su fallecimiento el 3 de septiembre de 1612 a los 45 años siendo enterrada por su última voluntad en el convento de Santa Clara de Lima en donde era monja su hermana Petronila.
Isabel fue una mujer brillante, su visión a largo plazo tenía un objetivo superior al que no llegaba ninguno de los componentes de la expedición excepción hecha de su marido, con su carácter duro e inflexible mandó una expedición en el mar al frente de unos hombres rudos y pendencieros, siendo la única con el título de Adelantada, obedecida por todos incluso Quirós que la tacha de despótica, cruel y egoísta no discute su autoridad, su aventura fue única y su figura debió de ser reconocida pero entonces la bruma del olvido cubrió su historia.
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