Jordi Sunyer, investigador principal del estudio, publicado en PLOS Medicine, explica que la investigación ha detectado que “los niños de las escuelas altamente contaminadas tenían un menor crecimiento en el desarrollo cognitivo que los niños de las escuelas poco contaminadas. En este sentido, los niños que asisten a escuelas con niveles altos de contaminación, tanto en la clase como en el patio, experimentaron un menor crecimiento de las funciones cognitivas esenciales para el aprendizaje, del 7% anual en contra del 11%, respecto a las escuelas menos contaminadas”. Sunyer también añade que “esto puede tener consecuencias en el rendimiento escolar y el comportamiento”.
Los investigadores evaluaron cuatro veces consecutivas, mediante pruebas computarizadas en series de 40 minutos de duración, las trayectorias individuales en el crecimiento anual del desarrollo cognitivo en las funciones de memoria de trabajo y de atención, debido a que crecen de forma constante durante la preadolescencia. Los investigadores midieron la contaminación producida por el tráfico (carbono elemental, dióxido de nitrógeno y el número de partículas ultrafinas), que se midieron dos veces durante las campañas de una semana tanto en el patio (al aire libre) como dentro del aula de forma simultánea. Los investigadores hallaron, por ejemplo, que la contaminación por partículas de carbono elemental reducía en un 13% el crecimiento de la memoria de trabajo.
Antes de este estudio ya se sospechaba que la contaminación del aire era un neurotóxico para el desarrollo. En estudios previos con animales se había observado que la inhalación de partículas ultrafinas procedentes de aire de motor provoca una expresión elevada de citoquinas y estrés oxidativo en el cerebro y un comportamiento animal alterado.
La exposición al aire contaminado relacionado con el tráfico durante el embarazo o la lactancia, cuando el neocórtex del cerebro se desarrolla rápidamente, también se ha relacionado con retrasos cognitivos en niños.
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