La superficie total es de 724 km², todos de tierra firme y con un predominio absoluto de las áreas urbanizadas. La población estimada el año 2012 era de 2.200.000 habitantes con una densidad de población de 2 991 habitantes por km². Es la provincia más pequeña del país y la más poblada, con alrededor del 20% de la población total cubana. (1)
Antes de la fundación de La Habana, en su emplazamiento actual, la ciudad tuvo, entre 1514 y 1519, por lo menos dos asentamientos distintos: el de 1514, que en uno de los primeros mapas de Cuba, el de Paolo Forlano de 1564, sitúa la villa en la desembocadura del río Onicaxinal justo a orillas de la Playa Mayabeque, en la costa sur de Cuba y otro asentamiento en La Chorrera, que está hoy en el barrio del Vedado, junto al río Almendares, que los indios llamaban Casiguaguas, donde los fundadores trataron de represar las aguas, conservándose en la actualidad los muros de contención de esta obra hidráulica, la más antigua del Caribe.
El último asentamiento, que conmemora El Templete, construido en 1828 en el sitio donde se cree que tuvo lugar la primera misa y el primer cabildo que se realizó en la ciudad hacia 1519, fue la sexta Villa fundada por la Corona Española en la isla de Cuba, llamada San Cristóbal de La Habana por Pánfilo de Narváez.(2) La Villa de San Cristóbal de La Habana, fue fundada en nombre de los Reyes de España el 16 de noviembre de 1519. Su denominación surge de la fusión del nombre del santo escogido como patrón, San Cristóbal, y del nombre por el cual se le conoció en sus primeros asentamientos: Habana.
Existen varias hipótesis sobre el origen del nombre “Habana”, la más aceptada de ellas, se deriva del nombre de un cacique taíno llamado Habaguanex, que controlaba la zona de su primer asentamiento, ubicado en zonas aledañas a la costa sur de la actual provincia de Mayabeque. (3)
En su surgimiento y desarrollo, La Habana cobró forma regular, hacia 1530, fórmula que le permitió definir un tipo original de estructura urbana, a la vez simple y adaptable: la cuadrícula regular de planta cuadrada con la plaza en el centro; solución que bien pudo adaptarse pragmáticamente cuando las condiciones del sitio lo hicieron necesario. Rápidamente la ciudad se fue desarrollando en torno a cinco grandes plazas, distribuidas por diferentes puntos de la villa y que llevaban por nombre la de Armas o Mayor, de San Francisco, la Ciénaga, del Santo Cristo y la Nueva, hoy conocida como Vieja.
La Habana Vieja es el barrio más antiguo de la capital y alberga casi un millar de edificios, los más antiguos de los cuales se remontan al siglo XVI. Se formó a partir del puerto, el centro oficial y la plaza de Armas. Recuerda nostálgicamente a Cádiz y Tenerife. En ella están todos los grandes monumentos, las fortalezas, los conventos e iglesias, los palacios, las callejuelas o los soportales. La Habana Vieja es el conjunto de estilo colonial más rico de Latinoamérica tanto en su arquitectura civil como religiosa ya que a lo largo de sus 5 Km2 de extensión superficial, podemos encontrar una gran mezcla de tradición, cultura y arquitectura (con edificios antiguos, remodelados y modernos).
En cuanto a las edificaciones civiles más antiguas cabe destacar, en primer lugar, la Plaza de Armas. Es la más antigua de La Habana. En el siglo XVI era el corazón de la ciudad y el capitán general de la isla asistía a las festividades desde el balcón de su palacio. Fue abandonada después de la independencia y restaurada en 1935, de acuerdo con antiguos grabados. Otras edificaciones de aquella época son Los Castillos, dos fortalezas que, antaño, custodiaban la entrada del puerto. El Castillo de los Tres Reyes del Morro, s. XVI, que ofrece la más hermosa vista del Malecón, y el Castillo de San Carlos de la Cabaña, s. XVIII, que destaca por su importante colección de armas. En un extremo del fuerte se levanta un Cristo de mármol de Carrara de catorce metros de alto.
En cuanto a los monumentos religiosos caben destacar, la Plaza de San Francisco, en donde se ubica la iglesia y el convento de San Francisco de Asís, construidos a finales del s. XVI y remozados en estilo barroco a principios del s. XVIII. A su alrededor se extendían los muelles. Frente a la iglesia, se encuentra la antigua Lonja del Comercio. La arquitectura religiosa de La Habana tiene una amplia representación en las iglesias antiguas, más o menos restauradas y más o menos abandonadas, que salpican La Habana Vieja. La inmensa mayoría data del siglo XVII, época durante la cual las comunidades religiosas y la Corona española se dedicaron a fundar numerosos templos. Entre ellas, merecen ser destacadas la iglesia de Nuestra Señora de la Merced. La Plaza de la Catedrales la más conocida de La Habana y, según dicen, una de las más armoniosas de América Latina. Las mansiones que la rodean datan del s. XVIII: como la casa de Lombillo, construida en 1730 o el palacio del Marqués de Arcos, de 1741.(4)
Una de las personalidades más destacadas de la primera época colonial fue, sin duda, el P. Dominico Las Casas el único de los españoles de la época que luchó por la aplicación a la población indígena de las Ordenanzas para el tratamiento de los Indios (conocidas como Leyes de Burgos, fueron el fruto de la primera Junta de teólogos y juristas, reunida en Burgos en 1512. En ella se discutieron los problemas del indio y la justicia de los títulos sobre América. De forma muy avanzada para la época, concluyó que el Rey de España tenía justos títulos de dominio del Nuevo Mundo, pero sin derecho a explotar al indio; que era hombre libre y podía tener propiedades, pero como súbdito debía trabajar a favor de la Corona), estudiando su vida y sus costumbres, y defendiéndolos en todo momento contra los atropellos y crueldades de Velázquez, Narváez y sus gentes. En este sentido, las observaciones que encontramos en los escritos de Las Casas se hallan revestidas–como apunta Bachiller – “de un amor casi patriótico, como si él mismo hubiera nacido entre la raza que describía”.(5)
Testigo directo de los acontecimientos que ocurren en su entorno (las famosas encomiendas) las describe, medita sus consecuencias y su tracendencia, bajo el punto de vista humano y evangélico; hace suyos los problemas que padecen los indígenas, y decide consagrar su vida por entero, hasta el heroísmo, a resolverlos, atacando los vicios desde su raíz, urgiendo los remedios oportunos a las más altas y responsables autoridades. (6)
A pesar de los frecuentes ataques de los bucaneros y de las unidades navales de varias potencias rivales, la isla prosperó durante los siglos XVI y XVII. Los colonizadores, por lo general, desobedecían las restricciones impuestas por las autoridades españolas respecto a las actividades comerciales y recurrían al comercio ilegal con los corsarios y con las colonias vecinas. En 1763, después del final de la guerra de los Siete Años, el gobierno español cambió su política en la isla promoviendo la colonización, la expansión del comercio y el desarrollo de la agricultura. De los 4.000 habitantes con que contaba la ciudad de La Habana, en 1600, se pasó a los 175.000, en 1774 (de los cuales más de 44.000 eran esclavos), a más de 550.000, en 1817. La población de La Habana cuadruplicó su población en poco más de cuarenta años. Este fuerte incremento demográfico pudo ser debido a que las restricciones al comercio fueron eliminadas de manera oficial, a principios del s. XIX, lo que promovió aún más el avance económico y cultural. (7)
En el siglo XVIII, se hacen evidentes grandes transformaciones con el solo cotejo de los planos de la ciudad de La Habana de 1603, 1730 y 1776, por ejemplo, evidencian el crecimiento en superficie edificada y la gran cantidad y notable dispersión en la traza de los edificios públicos, entre ellos: nueve conventos, cinco hospitales, dos alamedas “nuevas”, ayuntamiento, administración de correos, real administración de rentas, contaduría, oficinas del intendente, del ministro de marina,factoría de tabacos, arsenal, construcción de navíos. (8)
Una cuestión fundamental que ocupó buena parte del tiempo, esfuerzos y recursos de los siglos XVII y XVIII fue la fortificación de las ciudades situadas en las áreas más conflictivas de la Carrera de Indias, como ocurrió con los puertos del Caribe y, muy especialmente,en La Habana (Vease plano de la muralla del año 1675). Sin duda, las murallas se convirtieron en elementos homogeneizadores del perímetro urbano, a veces en conflicto con la cuadrícula, pero también en elementos diferenciadores del territorio específicamente urbano.
La alameda, en el principio simple hilera de álamos adosada a un cauce que le proporciona vida, situada en los bordes urbanos o extramuros, sirvió de placentero lugar de paseo en fuerte contraste paisajístico con la densidad edificada de la ciudad. Excepcionalmente, tuvo carácter de superficie parquizada como en México y, con frecuencia, se aprovechó el derribo de antiguas murallas para crear el paseo periférico en el contorno urbano como en Veracruz y La Habana. Poco a poco, el simple hecho natural fue equipado y convertido en un atractivo motivo de encuentro social.(9)
De esa época es la fundación de la Universidad de La Habana (5 de enero de 1728) por los frailes dominicos del convento de San Juan de Letrán, siendo esta la primera universidad de Cuba y una de las primeras de Latinoamérica, la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. En el acto de inauguración se nombra a fray Tomás Linares del Castillo como su primer rector, quien a partir de ese momento regiría las primeras facultades: Artes y Filosofía, Teología, Cánones, Leyes y Medicina.(10)
El casco de La Habana, en forma de lentilla, encerraba una retícula irregular de calles estrellas y edificaciones bajas y compactas, donde estratos sociales muy compartimentados aparecían yuxtapuestos y con poca diferenciación en la tipología edilicia. A mediados del siglo XVIII ya ese recinto se encontraba saturado y compactado con plantas altas. El eje polinuclear doble Oficios-Mercaderes se extendió hasta la plaza de la Catedral por el Norte y los astilleros por el Sur, y se fueron conformando otros dos ejes también dobles (una característica de la Habana Vieja) en sentido Este-Oeste: Obispo-O’Reilly y Muralla-Teniente Rey. Este trazado y esa textura urbana se han mantenido hasta nuestros días -algo poco frecuente en los centros históricos latinoamericanos- lo que confiere a ese conjunto de 140 hectáreas tanto o más importancia que las aproximadamente 900 edificaciones individuales protegidas por su valor monumental.
A principios del s. XIX, los sectores pobres empiezan a asentarse en los barrios de Guadalupe y Jesús María, al Sur del recinto amurallado; y a lo largo de los ejes que conectaban la ciudad con su fértil entorno rural: la Calzada de Monte, en dirección al Sudoeste, que se bifurcaba en la esquina de Tejas hacia el Sur con la Calzada de Jesús del Monte (actualmente 10 de octubre) y hacia el Oeste con la Calzada del Cerro. Esta última se vinculaba a través de la Calzada de Puentes Grandes con la Calzada Real de Marianao, para seguir con el camino de Vuelta Abajo que conectaba con la provincia de Pinar del Río, enlazando una serie de pequeños poblados a la distancia de una jornada a caballo.
La Calzada del Cerro tuvo mucha relevancia arquitectónica a mediados del siglo XIX, con la proliferación de lujosas casas-quintas -villas neoclásicas con portales y jardines- que sustituyeron al palacio barroco con paredes medianeras y patio interior insertado en la trama compacta de intramuros. La nueva tipología del Cerro se extendió por los barrios del Pilar y Puentes Grandes, y constituyó el hábitat de la sacarocracia y del patriarcado criollo que ya empezaba a diferenciarse y pronto se opondría al dominio colonial. (11)
Un elemento de gran importancia para la ciudad es el Malecón habanero. Comprende una amplia avenida de seis carriles y un larguísimo muro que se extiende sobre toda la costa norte de la capital cubana a lo largo de ocho kilómetros. Su construcción se realiza a comienzos del siglo XX, en 1901 durante el gobierno provisional norteamericano en La Habana. Se realiza por etapas sucesivas y dura cerca de cincuenta años. El primer trayecto (1901-1902) abarca desde el Paseo del Prado hasta la calle Crespo. El segundo tramo (1902-1921) se extiende hasta el Monumento al Maine. El tercer tramo se construye en los años 30 y termina en la Avenida de los Presidentes, y el cuarto tramo y final (1948–1952) culmina el malecón en la desembocadura del río Almendares. El Malecón es el lugar más visitado de la ciudad. Desde cualquiera de sus puntos se puede apreciar la vida y actividad diaria de sus habitantes. Posee importantes monumentos que se alzan a lo largo de su extensión: el del Generalísimo Máximo Gómez, el del mayor general Antonio Maceo y el del General Calixto García.
Por otro lado, es necesario citar importantes avenidas que terminan desembocando en el Malecón como la calle 23, la avenida de los Presidentes y la avenida Paseo. Además de otros edificios y monumentos representativos de la ciudad que se sitúan a lo largo del Malecón, como por ejemplo, el Castillo de la Real Fuerza de La Habana, el Castillo de San Salvador de la Punta, el Torreón de San Lázaro, la entrada al Túnel de La Habana, el Hotel Nacional de Cuba, la embajada Suiza sede de la Oficina de Intereses Estadounidense en La Habana, y el Torreón de la Chorrera.
El primer anteproyecto de Plano Regulador para La Habana fue trazado por Enrique Montoulieu en 1922. En esos momentos, la ciudad y sus alrededores contaban ya con una población de 650.000 habitantes, dispersos por multitud de repartos inconexos carentes de equipamientos urbanos y, por la pérdida de centralidad de La Habana Vieja, carente también de un lugar simbólico y funcional que ejerciese el papel de centro neurálgico de la capital de un país. Sus principales aportaciones se centran, de ese modo, en la mejora de la red viaria y en la creación, a partir de esa nueva vialidad, de un nuevo centro funcional, estratégicamente ubicado en mitad de la gran mancha urbana de la ciudad y sus repartos, sobre la loma que actúa de divisoria de aguas entre El vedado y la bahía, emplazamiento ocupado en esos momentos por un asentamiento de infraviviendas junto a la Ermita de los Catalanes. En ese punto, debía recrearse un área de nueva centralidad mediante la construcción de una gran plaza cívica, con una escenografía monumental, para acoger la congregación de los ciudadanos en todo tipo de celebraciones. El simbolismo del lugar aumentaba por los nuevos edificios diseñados para acoger las nuevas funciones políticas y administrativas de la naciente República. (12)
Entre estos nuevos edificios está el Capitolio Nacional de La Habana edificio construido en 1929 bajo la dirección del arquitecto Eugenio Raynieri Piedra, por encargo del entonces presidente cubano Gerardo Machado. El edificio estaría destinado a albergar y ser sede de las dos cámaras del Congreso o cuerpo legislativo de la República de Cuba. Inspirado en el Capitolio de los Estados Unidos, el edificio presenta una fachada acolumnada neoclásica y una cúpula que alcanza los 91,73 m. de altura. (13)
De la misma época es el Hotel Nacional de Cuba. Se alza desde el 30 de diciembre de 1930, como el más importante del Gran Caribe. Se encuentra en el saliente costero de Punta Brava, en la loma de Taganana,casi al extremo de la caleta de San Lázaro, sitio habitual de desembarcos de piratas. Es uno de los hoteles más clásicos y emblemáticos de La Habana. (14)
A partir de 1959 se producen cambios trascendentales motivados por el triunfo de la Revolución, transformaciones desde el punto de vista social que se ven reflejados en la arquitectura y urbanismo de esos tiempos. Como tema importante a desarrollar se encuentra el de la vivienda. Se proyecta la unidad vecinal Camilo Cienfuegos, a la salida del túnel de la Bahía en Habana del Este, zona que se había empezado a urbanizar antes del 59 a partir de la construcción del propio túnel.
Otros de los conjuntos significativos proyectados y construidos a principios de la Revolución es el actual Instituto Superior de Arte donde se imparten las diferentes manifestaciones artísticas (Artes Plásticas, Música, Danza, Artes Escénicas y Ballet), en su estructura se busca una relación con la cultura local a través de los materiales empleados como ladrillos, losas de barro y otros. (15)
El Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría” se construye también en los años sesenta como necesidad de ampliar la universidad, en esta construcción se desarrollan una serie de esquemas como búsqueda de un espacio abierto interconectado, expresión de la nueva arquitectura. Otros centros donde se vincula el proceso de enseñanza con la producción, como el palacio de pioneros del Parque Lenin. También se construyó el Hospital Hermanos Amejeiras, hospital líder de Cuba, ubicado en Centro Habana, posee una torre bien visible desde el Malecón, entre el centro histórico y el barrio de Vedado. Se inaugura en 1982, en el edificio en el cual, antes de la Revolución cubana, se afincaba el Banco Nacional de Cuba.
El conjunto de La Villa Panamericana construida en 1991 en La Habana del Este se diferencia de otros, pues se insertan los edificios en una cuadrícula como la utilizada en la arquitectura tradicional, con un paseo intermedio. Se intenta renovar la construcción de viviendas y se logra un ambiente diferente en cuanto a la estructura espacial y la arquitectura en este conjunto. A partir de la década del 90, existen principios fundamentales en el proceso de transformación de la ciudad, vinculados a la recuperación de la ciudad como conjunto, especialmente su casco histórico. (16)
Al avanzado deterioro físico del área central de Centro Habana, tanto de su fondo edificado como de las redes de la infraestructura, se une la escasez de áreas verdes y espacios libres. La situación más crítica se concentra en las condiciones de habitabilidad de alta precariedad lo cual incide negativamente en lo social. Es notable la pérdida de funciones culturales y comerciales motivado por la situación de deterioro. Existen factores de vulnerabilidad en los que se identifican los vientos y las penetraciones del mar durante la ocurrencia de eventos climáticos extremos como los huracanes.(17)
No obstante,desde 1991,en la Habana vieja,han sido salvadas de la degradación algunos rincones y sectores: la plaza de Armas, la de la Catedral, la plaza Vieja, y la de San Francisco, con algunas de las arterias que conducen a ellas o las interrelacionan. La actuación se ha centrado en la franja que rodea el puerto des de San Francisco de Paula al Castillo de la Punta, y desde la plaza de Armas al Parque Central con eje en la calle del Obispo, la de los Oficios, hasta el Paseo del Prado. Probablemente han merecido ya alguna atención, todos los edificios coloniales sobresalientes, y algunos, muy pocos, de la época de actividad económica, principalmente de inspiración americana. El resultado es entre pintoresco y extraño, al convivir edificios de destacada volumetría y buenos diseños con otros, que también lo fueron, pero que, convertidos en tugurios, continúan siendo de utilización incontrolada. (18)
Notas bibliográficas.
(1)Censo de población de 2012.
(2)Información de la web AbsolutCuba.
(3)Información sobre La Habana Vieja en el sitio web de la Unesco.
(4)Richard Lazo: Monumentos y Arquitectura de La Habana. Blogger, 3/X/2009.
(5)Emilio Roig de Leuchsenring: La palabra Habana: Su origen, etimología y ortografía.
(6)Fernando Aporta: “Fray Bartolomé de las Casas”. Web dominicos.org
(7)Información de la web M.C.U.D. (En PDF)
(8)Chueca Goitia, Fernando y Torres Balbás, Leopoldo: “Plano de ciudades Ibero americanas y Filipinas. Archivo de Indias. Madrid, 1951.
(9)Alberto Nicolini: “La ciudad hispanoamericana en los siglos XVII y XVIII”. (En PDF). Universidad de Tucumán. Argentina.
(10)Página Oficial de la Universidad de La Habana.
(11)Guía de Arquitectura. La Habana Colonial (1519-1898). Sevilla, 1993.
(12)Gabino Ponce Herrero: “Planes de reforma urbana para La Habana: La mo-dernización de la ciudad burguesa (1898-1959). Boletín de la A.G.E. Nº 45. Pp.327-352. Universidad de Alicante, 2007.
(13)Web Turismoencuba.com
(14)Miguel Ángel Gil: “La Habana”.web publicada el 31/V/2013.
(15)Eduardo Luis Rodríguez. Habana. Arquitectura del siglo XX. Barcelona, 1998.
(16)María del Carmen Soto: “Arquitectura de La Habana en el siglo XX”. Periódi-co Cubarte, 31/12/2006.
(17)Gina Rey: “Repensar La Habana”.Revista Iberoamericana de UrbanismoNº7. La Habana. Cuba.
(18)Antonio Naval Mas: “La ciudad de La Habana, símbolo de una decadencia”. Anuario de Estudios, nº 55.Pp, 571-606. Las Palmas, 2009.
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