¿Y eso por qué?  -pregunto la Sombra de la Noche- ¡Míralos, están durmiendo; nunca despiertan, comen y andan con sus ojos abiertos manteniendo sus mentes dormidas bajo la sombra de mi extenso cuerpo!

Si lo sé -Le dijo la Estela de Luz- Por esa razón vengo. He oído voces musitando, suspiros, transidos lamentos a través de tímidas ráfagas de viento. Son mentes despiertas las que me llaman no queriendo esa falsa protección de tu sombrío cuerpo. Ellos quieren pacíficos y alegres amaneceres, suplicándome que no me aleje, que permanezca con ellos, y a pesar de que en algunos momentos mi luz pueda herir sus ojos, prefieren estar vivamente despiertos, dirigiéndose hacia un futuro hermoso, sin violencias, sin codicias ni palabras y hechos hirientes; un futuro distinto, desconocido para esas mentes durmientes.

¡Pero déjales! -Insistió la Sombra- No les despiertes, así son felices. ¿No los ves? No quieren problemas y en su letargo permanecen. Las mentes durmientes pasan el tiempo deambulando entre hojarascas secas, pisando las piedras de los caminos que sus pies adolecen, sufren enfermedades causadas por el continuo ataque de alimañas que envenenan sus cuerpos perdiéndose el disfrute de todo lo bello y justo que hay en el mundo, al no despertar su reprimida mente.

¡Pobres! Dijo la Estela de Luz- Morirán sin haber nacido en un mundo incoherente.

¿Cómo podría despertarles, explicárselo para que pudieran entenderme?

¡Déjales! -Insistió la Sombra-   ¡Déjales que  caminen sin saber de que defenderse! ¡Déjales que sigan creyendo que gobiernan sus vidas, que son independientes, que son sabios, cuando en realidad la sempiterna necedad les envuelve. Irán despertando cuando sientan que los que han despertado ya se hallan lejos y ya no les protegen.

 

María del Carmen Aranda es escritora y autora del blog mariadelcarmenaranda.blogspot.com