El Cubo de lata plateada
No quería perderme nada de ellos y decidí guardarme hasta sus últimas lágrimas en un pequeño cubo de lata desgastado por el tiempo. Pensé, que aun siendo pequeño sería suficiente para guardar esas tímidas perlas, que en algunas ocasiones brotaban caprichosas de sus ojos llenos de luz, de mirada clara, transparentando sus almas.