Los europeos conocían muy bien el mundo de dónde venían pero al entrar en contacto con las nuevas culturas, este se diluye ante lo desconocido y al aglutinarse con los mitos indígenas dan como resultado unas nuevas leyendas que harán volar la imaginación de unos hombres que no dudaran en adentrarse tras ellas en un mundo incógnito; estas leyendas cobraran tal fuerza que superando la barrera del tiempo continúan vigentes hoy día.

El Dorado

A lo largo de la historia de la humanidad el oro ha sido un símbolo sagrado, asimilado al sol como el dios “Amón-Ra” en Egipto o los Incas para los que era un metal sagrado enviado por el dios “Inti”, asimismo fue símbolo de poder y codicia de los hombres, en el propio cristianismo entre las ofrendas de los “Magos” al niño Jesús, también está el oro; Fenicios y Griegos recorrieron el Mediterráneo en busca del preciado metal, pero fueron los Romanos quienes esquilmaron la minas que había dentro del territorio conquistado, como en Las Medulas, en León, España o las minas de oro de Doloaucothi en Gales, Gran Bretaña.

El oro también fue motivación (aunque no la principal ni la única), para avanzar en un mundo nuevo inexplorado y peligroso, teniendo en cuenta que culturalmente no poseía el mismo valor para los indígenas que para los europeos, pero cierto es que el relato de tierras ricas en oro disparará la imaginación de los conquistadores, naciendo El Dorado, la leyenda americana por excelencia.

En Colombia los Muiscas o Chibchas, también eran adoradores del sol, “Sué”, tenían por lugares sagrados cuevas, ríos y lagunas que consideraban  portales a otros mundos en donde además de alimentos dejaban ofrendas votivas o tunjos, (figuras planas masculinas, femeninas y animales, realizadas en oro o una aleación de oro, plata y cobre llamada tumbaga), eran colocadas como decoración de los santuarios, templos y tumbas, y ofrecidas como figuras rituales en los lagos y ríos sagrados.

Balsa Muisca en el Museo del Oro en Bogotá, Colombia

Cuenta la leyenda que un Zipa (Cacique) de los Guatavitas se casó con una hermosa princesa con la que tuvo un preciosa hija, pero las obligaciones de su cargo, la celebración de fiestas y otras mujeres le fueron alejando de ella. Un día en una de aquellas fiestas la Cacica se enamoró de un apuesto guerrero, enterado el Zipa de dichos amoríos organizo un festín en honor de su esposa, esa noche le ofreció un rico manjar, el corazón de un animal salvaje, la soberana desconfió pero aun así probo el plato, en ese momento le enseñaron un trozo de su amante al que habían torturado y arrancado el corazón, aterrorizada salió huyendo cogió a su hija y se lanzó a la laguna, los Chuques o Chyquys (sacerdotes) corrieron a darle la noticia al Zipa quien embriagado saboreaba su venganza, al enterarse, horrorizado les ordeno lanzarse al agua a rescatarlas, cuando salieron a la superficie le comunicaron que la Cacica se hallaba en un palacio bajo las aguas arrullada por una amorosa serpiente que la había desposado.

Angustiado el Zipa les pidió recuperar a su hija, los Chuques le trajeron a la niña pero vieron que no tenía ojos por lo que su padre decidió devolvérsela a su madre prometiéndoles ofrendas, desde entonces las noches de luna llena la princesa subía a la superficie envuelta en una espesa niebla para escuchar las peticiones de su pueblo convirtiendo la laguna en un lugar sagrado, los Chuques esperaban ese momento ofreciendo a la princesa joyas de oro y piedras preciosas a cambio de la prosperidad de su pueblo.

Con el tiempo la ceremonia religiosa se convirtió en política, cuando un nuevo Zipa iba a ser investido, el pueblo Muisca se congregaba alrededor de la laguna para hacer ofrendas a los dioses bajo la dirección de sus Chuques, según la leyenda el cuerpo del futuro Zipa era cubierto con una sustancia pegajosa sobre la que soplaban polvo de oro cubriendo su cuerpo, acto seguido se adentraba en la laguna a bordo de una balsa acompañado por sus sacerdotes, una vez en el centro de las aguas arrojaba a estas oro y esmeraldas, saltando el mismo como ofrenda a los dioses, al salir limpio y purificado se convertía en el nuevo Zipa, en ese momento el pueblo que se había mantenido de espaldas se daba la vuelta y arrojaba a la laguna joyas y piedras preciosas.

Cuando los conquistadores escucharon la historia rápidamente dieron alas a su imaginación y surgió la leyenda de “El Dorado”, magnifica ciudad cubierta de oro y esmeraldas que nunca se encontró ya que no había oro en las tierras muiscas sino que estos lo tenían a través del comercio con otros pueblos como los Incas. Exploradores como los castellanos Gonzalo Giménez de Quesada o su hermano Hernán Pérez de Quesada que fue el primero en drenar la laguna en busca del tesoro, Sebastián de Benalcázar, Gonzalo Pizarro, Francisco de Orellana o Antonio de Berrío, los alemanes Nicolaus Federmann y Philipp von Hutten (Felipe de Utre), o el inglés Walter Raleigh, por no mencionar a Pedro de Ursúa y a Lope de Aguirre, todos buscaron infructuosamente el Dorado.

Los conquistadores conocedores de la tradición Muisca buscaron el tesoro en la laguna de Guatavita, como hemos dicho antes el primero fue Hernán Pérez de Quesada, utilizando para ello indígenas que con cantaras consiguieron bajar 10 pies (3 metros) el nivel del agua, encontrando numerosas piezas arrojadas por los Muiscas a sus aguas, más tarde fue Antonio de Sepúlveda, quien abrió un canal para desaguar la laguna, sacando entre piedras preciosas y joyas de oro unos 12.000 pesos, pero la brecha abierta entre las montañas colapsó derrumbándose, volviendo a cerrar la laguna.

Laguna de Guatavita, se aprecia la brecha abierta por Antonio de Sepúlveda

Una vez nacido el nuevo país, Colombia, José Ignacio París, amigo íntimo de Bolívar, volvió a intentar abrir la brecha fracasando de nuevo. El último intento fue en el siglo XX cuando la empresa Contractors Limited  consiguió vaciar la laguna mediante un túnel que partía del centro de la misma y que disponía de unas compuertas que regulaban la salida del agua para capturar cualquier objeto de oro y esmeraldas que se encontrase en la laguna. Lo que en principio pareció un éxito se convirtió en una pesadilla ya que el lodo del fondo de la laguna se endureció al sol como cemento, el barro cocido bloqueo las compuertas, sello el túnel y el flujo de aguas subterráneas que alimentan la laguna la volvió a rellenar, lo poco recuperado no sirvió para cubrir los altos gastos y la empresa quebró.

En 1.965 el Gobierno Colombiano la declara Patrimonio Histórico y Cultural, quedando así protegido todo su entorno.

Las Amazonas

Según la mitología griega las Amazonas eran hijas de “Ares” dios de la guerra y de la ninfa “Armonía”, su sociedad era un matriarcado de mujeres guerreras en donde los hombres no eran admitidos, salvo para puntuales ceremonias anuales de procreación o bien como esclavos o sirvientes suyos.

Seleccionaban el fruto de dichas uniones aceptando solo a las niñas mientras que los varones eran sacrificados, mutilados para servirles de esclavos, abandonados a su suerte o en el mejor de los casos enviados a sus padres. Rendían culto a “Artemisa”, la cazadora, hija de Zeus y hermana gemela de “Apolo”, de naturaleza contradictoria era la diosa virgen de la fertilidad y los partos, protectora de la naturaleza y los animales así como de la caza.

El nombre Amazona, parece venir de una tribu irania ha-mazan”, lo que nos lleva al siguiente error, en griego a significa sin y “mazon” sonaba como la palabra griega para designar el seno materno por lo que los griegos las llamaron Amazonas, las sin pecho”, según la mitología se cortaban el pecho derecho para poder usar el arco con más eficacia, esta simple explicación no se sostiene, la anatomía humana no explica como los brazos de la mujer se fortalecen por no tener pechos, por no hablar del peligro que conlleva la amputación en aquella época de los órganos referentes de la condición femenina, más bien parece una invención de los propios historiadores griegos, ya que sus  artistas al representarlas nunca lo hicieron sin el pecho.

Para los griegos, las amazonas eran la figura antípoda del orden civilizado establecido, una inversión del patriarcado de origen bárbaro (extranjero), cuya sociedad matriarcal basada en las armas, en la guerra y con un universo religioso femenino pone en peligro la misógina sociedad griega, como un espejo que devuelve la imagen contraria de su ser.

Su localización no se sabe con certeza, estimándose que fuese al norte del Ponto Euxino (Mar Negro), supuestas fundadoras de ciudades como Esmirna o Éfeso. Hoy se sabe que los Escitas eran grandes guerreros y que sus mujeres sabían luchar tan bien como los hombres, cultura guerrera de las estepas dominadoras de los caballos, en las que los jinetes de ambos sexos disfrutaban de una paridad inimaginable para los antiguos helenos.

En sus tumbas los arqueólogos han encontrado esqueletos que tras los análisis de ADN se corroboró que eran mujeres cuyos huesos presentaban heridas de armas y en su ajuar había lanzas, puñales, carcajes con flechas y lo más sorprendente huesos de caballos. Seguramente los historiadores griegos de la antigüedad tomaron su figura para crear el mito.

Su imagen sobrevivió a través del tiempo tanto en la tradición oral como en la literaria, trasladada por los hispanos al mundo recién hallado, cobra una nueva realidad en donde renace como ave fénix para contraponer (como en el mundo griego), el viejo mundo. Europa, con el nuevo. América.

Fue el propio Colón quien nos escribe en el diario de su primer viaje: “hazia Leste avía una isla adonde no avía sino solas mujeres”. Se sabe que el Almirante tenía un ejemplar del libro de “Las Aventuras Marco Polo”, con anotaciones de su mano en los márgenes y que se conserva en la Biblioteca Colombina de la catedral de Sevilla, en él se habla de dos islas una masculina y otra femenina, Colon creyendo haber llegado a tierras de Asia asimila el mito amazónico y lo reubica buscando dicha isla que nunca  encontró, fue Fray Ramón Pané, que le acompañó en su segundo viaje y que vivió dos años con los indios Tainos, aprendiendo su lengua y sus costumbres, quien nos dice en “la Relación acerca de las antigüedades de los Indios”, de donde vienen los indios y como se separaron hombres y mujeres:

Y además un cuñado de Guahayona, Anacacuya, que se iba con él, entró en el mar; y dijo dicho Guahayona a su cuñado, estando en la canear” “Mira qué hermoso cobo hay en el agua”, el cual cobo es el caracol de mar. y cuando éste miraba al agua para ver el cobo, su cuñado Guahayona lo tomó por los pies y lo tiró al mar; y así tomó todas las mujeres para sí, y las dejó en Matinínó,” donde se dice que hoy día no hay más que mujeres”.

Por su parte Hernán Cortés, tuvo noticias de otra isla de mujeres  guerreras, el capitán Nuño de Guzmán trató de buscarlas en su avance por Nueva Galicia, pero no tuvo ningún éxito. Cortés como Colón no se aleja del mito amazónico como así lo describe en su cuarta carta de relación al Emperador Carlos V: “Y así mismo me trajo relación de los señores de la provincia de Cihuatán, que se afirma mucho de haber una isla poblada de mujeres, sin varón ninguno”.

Antonio Pigafetta, a su regreso de la primera circunnavegación del globo con Magallanes y Elcano, afirmó que había una isla “llamada Occoloro, bajo Java Mayor, donde solo viven mujeres”, vemos como el mito de las amazonas se va extendiendo de Europa a América y del Atlántico al Pacifico según se va avanzando en el descubrimiento de nuevas tierras, lo mismo ocurrirá hacia el sur en donde irá formando parte de los nuevos mitos como el del Dorado, del que acabará separando para cobrar entidad propia.

Cuando Sebastián de Benalcázar, funda la ciudad de San Francisco de Quito, en las faldas del Pichincha, recibe noticias de que hacia el río Marañón había un país repleto de árboles de canela, especia muy apreciada desde la antigüedad que llegó a tener más valor que el oro, a su vez ya circulaban noticias de un reino dorado en una región donde sus gentes cubrían el cuerpo de su cacique de oro, Benalcázar seducido por estas leyendas fue el primero en planificar una expedición en busca de la canela y el dorado mezclando ambas tal y como se lo cuenta al Emperador en una carta que le escribió el 20 de septiembre de 1.542:

“He acordado con mi propia persona, aunque pobre y gastado, y más empeñado, hacer esta jornada que se llama del Dorado y la Canela, de tanto años tengo noticia”.

Pero es Gonzalo Pizarro, el hermano pequeño del conquistador del Perú quien retomaría el testigo de Benalcázar lanzándose a buscar el “país de la canela”, conocedor de las dificultades organizó a conciencia la expedición, contaba con doscientos cuarenta castellanos de los que cien iban a caballo, cuatro mil indios, dos mil llamas, dos mil cerdos y dos mil perros de presa. Francisco de Orellana salió detrás de Pizarro reuniéndose con él como su segundo al mando en el valle del Zumaco.

La expedición no fue un paseo, con una topografía intrincada que dificultaba su avance, sufrieron desde terremotos a fríos invernales. y a medida que se acercaban a la selva amazónica el calor y la humedad se fueron haciendo insoportables, acabando con todos los víveres al llegar al río Coca, que llamaron “Santa Ana”.

Amazonas en un grabado de Theodore de Bry. Siglo XVI.

Tras un año de penalidades cansados y enfermos, no habían encontrado la ansiada canela, solo había hambre y confusión, rodeados de una exuberante selva, analizaron la situación sin saber si avanzar o retroceder, al fin construyeron una bergantín (barcaza), a la que bautizaron como San Pedro, continuando la expedición otras 50 leguas (209 km), Orellana viendo el estado de ánimo de los miembros de la expedición y perdidos como estaban, propone separar la expedición en busca de víveres aguas abajo ya que era el camino más fácil. Decidieron que Orellana con un grupo de hombres buscaran los ansiados víveres y regresaran para decidir entonces si avanzar o volver. Orellana y Pizarro no se volvieron a encontrar.

Orellana parte con 57 hombres entre los que iba fray Gaspar de Carvajal, quien nos relatará en su obra Relación del nuevo descubrimiento del famoso río Grande que descubrió por muy gran ventura el capitán Francisco de Orellana”, las aventuras que pasaron hasta llegar a la isla de Cubagua en el Atlántico. Partieron en el bergantín y tras varios días de una búsqueda infructuosa de víveres intentan regresar, pero la corriente del río es tan fuerte que lo hace imposible, entre tanto Pizarro viendo que Orellana no volvía decide regresar a Quito.

La travesía por el río no fue mejor, sin alimentos el hambre se apodero de ellos de tal manera que muchos no eran capaces de tenerse en pie, para colmo de males las orillas del río estaban deshabitadas de manera que no había poblaciones para comerciar y conseguir comida, por fin consiguen contactar con los primeros indígenas que encuentran, Orellana, entabla relaciones y estos les proveen de alimentos hablándoles por primera de las amazonas, “Aquí nos dieron noticia de las amazonas y de la riqueza que abajo hay, y el que la dio fue un indio señor llamado Aparia, viejo que decía haber estado en aquella tierra”.

Tras construir un nuevo bergantín continúan el viaje encontrándose con diversos afluentes que desaguan en el gran río, uno de ellos de aguas tan oscuras que Orellana lo bautizó como río Negro, nombre que ha perdurado hasta nuestros días. El calor, los mosquitos y el hambre que no les abandonan, son sus compañeros de viaje y para colmo de males los indígenas que se encuentran aguas abajo son hostiles, es aquí según Carvajal donde tienen contacto directo con las amazonas:

“Quiero que sepan cuál fue la causa por que estos indios se defendían de tal manera. Han de saber que ellos son sujetos y tributarios a las amazonas, y sabida nuestra venida, les van a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que éstas vimos nosotros, que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas y peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaban volver las espaldas, y al que las volvía delante de nosotros le mataban a palos, y ésta es la causa por donde los indios se defendían tanto. Estas mujeres son muy blancas y altas, y tienen muy largo el cabello y entrenzado y revuelto a la cabeza, y son muy membrudas y andan desnudas en cueros, tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios; y en verdad que hubo mujer de éstas que metió un palmo de flecha por uno de los bergantines, y otras que menos, que parecían nuestros bergantines puerco espín”. 

La tercera vez que Carvajal, menciona a las amazonas en su relato ocurre cuando capturan a un indio que les habla sobre ellas al ser interrogado por Orellana, que había aprendido la lengua de los indígenas: El Capitán le preguntó qué mujeres eran aquellas que habían venido a les ayudar y darnos guerra: el indio dijo que eran unas mujeres que residían la tierra adentro siete jornadas de la costa, y por ser este señor Couynco sujeto a ellas, habían venido a guardar la costa”.

Orellana, continua preguntando insistentemente sobre estas mujeres guerreras:

El Capitán le preguntó si estas mujeres parían: el indio dijo que sí. El Capitán le dijo que cómo no siendo casadas, ni residía hombre entre ellas, se empreñaban: él dijo que estas’ indias participan con indios en tiempos, y cuando les viene aquella gana juntan mucha copia de gente de guerra y van a dar guerra a un muy gran señor que reside y tiene su tierra junto a la destas mujeres, y por fuerza los traen a sus tierras y tienen consigo aquel tiempo que se les antoja, y después que se hallan preñadas les tornan a enviar a su tierra sin les hacer otro mal; y después, cuando viene el tiempo que han de parir, que si paren hijo le matan y le envían a sus padres, y si hija, la crían con muy gran solemnidad y la imponen en las cosas de la guerra. Dijo más, que entre todas estas mujeres hay una se- ñora que subjeta y tiene todas las demás debajo de su mano y jurisdicción, la cual señora se llama Coñori.

Se ha especulado mucho sobre el relato de Carvajal, llegando a decir si era un adorno mítico o confundieron a los indígenas con el pelo largo con mujeres, aunque en el ataque todos los miembros de la expedición vieron a las amazonas, también es curioso la semejanza del relato con la leyenda clásica. Tras siete largos meses de descenso llegan a la desembocadura del río el 26 de agosto de 1.542, poniendo proa a Nueva Cádiz, en la isla de Cubagua en donde según Carvajal fueron muy bien recibidos como si fuéramos sus hijos”.

Orellana regreso tres años más tarde como Gobernador de la provincia de Nueva Andalucía, volviendo a recorrer el gran río pero en sentido inverso, remontándolo desde la desembocadura y en el que encontró la muerte en alguno de sus parajes en noviembre de 1.546.

El mito de las mujeres guerreras caló tan hondo en el imaginario popular que no solo sobrevivió a través del tiempo sino que aún hoy día sigue vivo, aunque el río tuvo muchos nombres tanto indígenas como españoles fue gracias a Orellana que recibió el nombre Amazonas, nombre que se extiende por toda una amplia región alrededor suyo la Amazonia, que conforma la cuenca hidrográfica más grande del mundo y la mayor región de bosque tropical del planeta.

La madre dél es tal y tan extensa

Que no la vió mayor hombre viviente

Y ansí, por ser grandeza tan inmensa,

Mar dulce le llamamos comunmente;

Y dicen ser engaño del que piensa

No ser el Marañón esta creciente:

Tal nombre le pusieron los Pinzones,

De ciertos nautas dichos Marañones.

 

Quisieron en un pueblo tomar tierra

Que sobre la barranca parecía,

Mas no los consintió la gente de guerra

Que con feroces brios acudía,

E india varonil que como perra

Sus partes bravamente defendía,

A la cual le pusieron Amazona

Por mostrar gran valor en su persona.

 

De aquí sacó después sus invenciones

El Capitan Francisco de Orellana

Para llamarle río de Amazonas.

 

(Juan de Castellanos: “Elegía XIV, canto II, estrofa 20 “)

 

La fuente de la Eterna Juventud

Desde la antigüedad el agua ha sido considerada símbolo de vida que riega y fecunda la tierra. En el “poema de Gilgamesh”, Gilgamesh, tras la muerte de Enkidu, recurre a su antepasado Utnapisthin (único mortal junto con su esposa superviviente del Diluvio sumerio), para que le otorgue la vida eterna, Utnapishtim, le dice que ese don solo se había concedido una vez a un ser humano y que no se volvería a dar, pero su mujer le convence para que le diga dónde está la planta que devuelve la juventud, esta se encuentra en el fondo del mar, Gilgamesh, se sumerge en el mar y encuentra la planta mágica pero mientras se baña en una fuente, una serpiente se la quita.

En Asiria la diosa Ishtar, diosa del amor, purificadora de las aguas y patrona de los manantiales, no duda en bajar a los infiernos para encontrar al pastor Tanmuz (muerto por un jabalí), logra resucitarlo y hacerlo inmortal sumergiéndolo en una fuente milagrosa. En Egipto, se rendía culto al río Nilo divinizado en el dios Hapi, abastecedor de fuentes y manantiales.

En la mitología griega al nacer Aquiles, su madre Tetis intenta hacerle inmortal sumergiéndole en la laguna Estigia, pero como tenía que sujetarle por el talón derecho, esa parte del cuerpo que no se mojó quedo vulnerable. Como vemos distintas leyendas de distintas culturas tienen en común el agua o una fuente de agua que otorga la inmortalidad o la eterna juventud que a su vez guarda una estrecha relación con el saber y el conocimiento como el árbol de la Vida, del Bien y el Mal, o del Conocimiento, que aparece en casi todas las culturas antiguas.

El padre de la historia Heródoto, en su tercer libro de historias nos cuenta como Cambises II, Rey de Persia, envía a unos emisarios con el pretexto de llevar presentes al Rey de Etiopía, pero su misión real era observar y anotar todo lo que veían, preguntaron al Rey por la larga vida de los etíopes, el monarca entonces les lleva a una fuente donde les invita a bañarse:

los condujo él mismo a ver una fuente muy singular, cuya agua pondrá al que se bañe en ella más empapado y reluciente que si se untara con el aceite más exquisito, y hará despedir de su húmedo cuerpo un olor de viola finísimo y delicado”. Heródoto, concluye diciendo: Si el relato sobre esa fuente es verdadero, entonces sería el uso del agua que de ella vierte que los hace (a los etíopes) tan longevos”.

En la “Vida y hazañas de Alejandro Magno”, de Pseudo Calistenes se hace referencia a una “fuente resplandeciente, cuya agua refulgía como un relámpago” cerca del País de los Bienaventurados, al ir a lavar un pescado el cocinero de Alejandro, se sorprende de ver como este al entrar en el agua revive.

Durante la Edad Media los alquimistas se afanaron por conseguir la piedra filosofal o el elixir de la eterna juventud, su fin era utilizarlo como remedio para curar todas las enfermedades y prolongar la vida eternamente, pero aunque no lo consiguieron sí que colocaron los cimientos para desarrollar posteriormente la ciencia química.

No faltan en Europa, los mitos de agua curativa como el Pozo sagrado de Ceathair Aluinn, en la isla de Inishmore, la más grande de las tres que forman el archipiélago de Arán, en Irlanda, cuyas aguas son sanadoras capaces de curar diversas enfermedades como la ceguera o la epilepsia o el Pozo de Airón, en la Mancha conquense, ubicado en el pueblo de La Almarcha, Cuenca, España, fundamental en la antigüedad Hispana por la importancia de la figura del dios Airón, dios dual, positivo y negativo, dios de la vida y del inframundo,  laguna de agua salada, pozo inagotable (no se deseca en verano ya que un manantial subterráneo lo alimenta), es un canal de comunicación con el inframundo a la vez que sus aguas son sanadoras.

Todo este bagaje cultural también se trasladó al recién descubierto Nuevo Mundo, y aquí entra en la historia nuestro protagonista, no se sabe bien si llego a las Indias con el segundo viaje de Colón, o posteriormente con Nicolás de Ovando, lo que sí que está claro es que finalmente Juan Ponce de León, quedo afincado en la isla de La Española.

Pasó desapercibido los primeros años hasta que colaboró con Ovando, como Capitán a las órdenes de Juan de Esquivel, que comandaba una tropa de unos 400 castellanos y unos 200 indios amigos Guaitiaos, para sofocar una rebelión de los indios Tainos, tras la cual fue nombrado gobernador de la provincia de Higüey. Después de fundar algunas villas y ciudades, y de acuerdo con Ovando, comenzó con la idea de explorar la isla de San Juan Bautista, nombre que había dado Colón a Borinquén, Ovando comunico al Rey Fernando II, (el Católico), las intenciones de ambos solicitando el permiso real, sin esperar la respuesta (aunque esta será favorable), formaliza las capitulaciones en las que Ponce de León, se comprometía a hacerse amigos de los indios, localizar oro, cultivar alimentos y construir un fuerte.

Con cincuenta hombres partió de La Española, rumbo a San Juan, alcanzando la isla por su región sur en tierras del cacique Agüeybana, con quien entablo relaciones amistosas y le ayudo en la exploración de la isla, al llegar a la zona norte fundo Caparra, la primera capital, encontrando un puerto tan magnífico que Ponce lo bautizo Puerto Rico, que con el tiempo intercambió su nombre con el de la isla, San Juan.

Tras la muerte de Cristóbal Colón, El Rey Fernando, era reticente a traspasar a su hijo Diego todos los derechos que por herencia le correspondían, aun así fue nombrado gobernador de la Española, a donde llegó en julio de 1509 sustituyendo a Ovando y todo su estamento militar y administrativo, reemplazando a Ponce de León por Juan Cerón como Capitán Gobernador de la isla de San Juan, Diego, posteriormente pleiteo contra la corona que acabó reconociendo su derecho como Virrey, aunque limitado a las tierras descubiertas por su padre.

El Rey protegió a Ponce de León, prohibiendo a Cerón, poner en marcha el juicio de residencia que correspondía cuando un gobernante dejaba su cargo, para esta función el Rey nombró al licenciado Sancho Velázquez, que llegaría tres años después. De regreso a la Española, Ponce, escuchó  los relatos de los indios que contaban historias sobre una isla llamada Bimini, en donde según ellos había; “una fuente que hacía rejuvenecer o tornar mancebos a los hombres viejos”.

Pidió al Rey permiso para explorar y poblar dicha isla y una vez aceptadas las capitulaciones partió del puerto de Yuma, en la provincia de Higüey, en la Española, el 29 de enero de 1513, con dos naos la Santa María de la Consolación y la Santiago, incorporando una tercera la San Cristóbal en el puerto de San Germán. Esta tenía como piloto a Antón de Alaminos, personaje que como se verá fue de suma importancia, fueron tocando diversas islas sin encontrar Bimini, el 2 de abril avistaron una isla y se dispusieron a bajar a tierra en un bote, tras llegar a la playa divisó un paisaje plano y boscoso que se extendía hasta el horizonte, era el domingo de resurrección festividad de la Pascua Florida, motivo por el que Ponce la bautizó como  La Florida, aunque no sabía que lo que él creía una isla era una península.

Los indígenas de la Florida, amistosos no eran y allí donde desembarcaban los recibían a flechazos por lo que embarcaron poniendo rumbo sur tocando todas las islas que veían en busca de Bimini.

Alaminos, se dio cuenta de un curioso fenómeno, las naves a pesar de tener el viento a favor en vez de avanzar retrocedían, extrañado observó el fenómeno viendo que el agua corría como un río por el mar con tal fuerza que les empujaba a mar abierto, acababa de descubrir la corriente del Golfo, que transita desde el Caribe hasta el Atlántico llegando hasta Europa, este hecho fue transcendental ya que a partir de entonces la utilizarán todas las naves castellanas en el tornaviaje.

Ponce decidió regresar pero antes envió al capitán Pérez de Urtubia, junto con Alaminos a buscar las riquezas de Bimini, regresó a la Habana, y de ahí a San Juan, cuatro meses más tarde regresaron Pérez de Urtubia y Antón de Alaminos, habiendo descubierto Bimini pero sin encontrar la Fuente de la Eterna Juventud.

Para asegurar su descubrimiento Ponce de León, regresa a Castilla informando directamente al Rey Fernando, que le concede una nueva capitulación para poblar las islas Bimini y Florida, nombrado Capitán de la armada contra los Caribes, que estaban haciendo incursiones sobre Caparra y la costa oriental de San Juan, partió de Sevilla en mayo de 1515 haciendo aguada en Canarias y en la isla de Guadalupe, donde los indígenas los emboscaron capturando a algunos sin que Ponce se enfrentara a ellos, poniendo rumbo a San Juan. En Julio es nombrado por una Real Provisión de 27 de septiembre de 1514 Capitán de la isla de San Juan.

San Agustín, “The Fountain of Youth Archeological Park”, (Parque Arqueológico Fuente de la Juventud)

Siete años más tarde las noticias que llegaban de los avances de Hernán Cortes, animan a Ponce, que había enviudado de su mujer Leonor, a equipar a su costa dos carabelas con las que partió por la misma ruta seguida en el primer viaje a poblar la Florida, unos 200 hombres formaban la expedición llevando caballos y ganado, recorrieron la costa suroeste de la península comenzando a construir una colonia, pero los indios que allí habitaban comenzaron a hostigarlos, en uno de estos ataques Ponce de León fue herido por una flecha, como la herida no sanaba y los indígenas no dejaban de guerrear, decidió regresar a la Habana para curarse y con él toda la expedición, Ponce murió al poco de regresar, no se sabe si por que la flecha estaba envenenada o simplemente que la herida se infectó gangrenándose.

Las malas lenguas de la época dicen que Ponce de León se bañó y bebió de todos los pozos y manantiales que encontró, siendo numerosas las leyendas de la búsqueda por su parte de la Fuente de la Eterna Juventud, pero lo cierto es que en ningún escrito oficial consta tal búsqueda, más bien su objetivo sería el de todos los conquistadores, conseguir nuevas tierras para la corona y para él mismo, por lo que debemos de atribuirlo a una leyenda popular, de la que podemos extraer la moraleja que la eterna juventud o la inmortalidad es un derecho privativo de los dioses.

La leyenda ha llegado a nosotros en pleno siglo XXI como metáfora de rejuvenecimiento y longevidad, además de atracción para la economía local como símbolo turístico. En Bimini Sur, cerca de la carretera que lleva al aeropuerto se encuentra un pozo en el que se nos anuncia que hemos llegado a la Fuente de la Eterna Juventud y en Florida en la ciudad de San Agustín, (la primera fundada en Norte América), está el “The Fountain of Youth Archeological Park”, (Parque Arqueológico Fuente de la Juventud), especie de parque temático que tiene por una de sus principales atracciones no solo la fuente sino también a Ponce de León.

Partiendo desde la antigüedad y relanzados por la cultura clásica, los mitos y leyendas fueron adaptándose a las distintas épocas, a la sustitución de los antiguos dioses por otros nuevos, añadiendo o eliminando elementos según las circunstancias lo requerían, rediseñándose al calor de un nuevo relato que se extendió como un reguero de pólvora proporcionándoles nueva vida.

Historias de la tribu que alimentaron y aún hoy alimentan la imaginación de los hombres.