Pero hoy por hoy, los humanos por desgracia no hemos logrado controlar nuestros impulsos y agresividad mutua, somos capaces de llevar acabo las mas crueles aberraciones que en ningún animal del planeta se ha visto, pues su instinto está mucho más desarrollado, ellos matan para sobrevivir, sin torturar y abusar de sus presas.Y al mismo tiempo guardando el equilibrio natural para su subsistencia.

Para los estudiosos de las acciones y efectos de las sociedades en la mente humana, se evidencia que las acciones violentas, en su mayoría de veces, son causadas por las condiciones de vida en las que se han desarrollado muchos agresores de género, donde el maltrato pareciera la única herencia que les dejarán los padres a sus hijos, combinados en la mayoría de casos con la pobreza, de la cual pareciera no haber escape; pues generación tras generación se va hundiendo en la misma miseria, frustración, resentimiento y agresión.

En muchos países se han venido desatando a niveles alarmantes la violencia de género, y su aumento en tiempos de pandemia, la saña y el abuso sexual en la que han perdido la vida cientos de mujeres y niñas es verdaderamente  indignante y aterrador.

Cada día matan y violan a niñas y mujeres sin razón aparente, simplemente porque son culturas donde predomina el machismo y la agresión. Donde las mujeres son vistas como objetos y sin el menor valor como personas, son sociedades donde pareciera que han  perdido completamente la cordura. Atrapados por la indiferencia, quizás porque viven sumidos en medio de la violencia y muerte;  y ante el desinterés de sus gobiernos, que, en apariencia, hacen todo lo posible para controlar la situación.

Pero la realidad es que históricamente, a la mujer siempre se la vió como débíl, incapaz de poder pensar por ella misma, un objeto utilizado para la reproducción y la que debería de estar siempre sumisa ante la voluntad y mandato del hombre. Un animal de corral era mucho más valioso que la vida de una mujer. Y las mujeres a su vez, han aceptado ese papel durante siglos, que ha dado lugar a esa dependencia emocional y económica.

Y a pesar de que en la actualidad son miles los casos en los cuales la mujer ha logrado liberarse de la dependencia económica, es lamentable que sigan en una relación de abuso, por esa dependencia emocional y lo que les dicta la “sociedad”, o la interpretación errónea que le dan algunos lideres religiosos al papel de la mujer en la sociedad.

Muchos siglos han pasado y en muchas regiones en apariencia las cosas han cambiado, pero nuestra tradicional cultura machista sigue vigente; y más aún, con el surgimiento de agrupaciones violentas de poder, los temidos carteles del narcotráfico, que tienen sus tentáculos en todas partes, sobre todo en el mundo de la política y el Estado, los tienen comprados y manipulados a su antojo, y lo peor del caso, muchos de estos políticos y algunos miembros encargados de la seguridad nacional, forman parte de esas mismas redes criminales, en donde el tráfico de drogas así como el de mujeres y niños, van en aumento cada día y con toda la impunidad del caso.

Guatemala en la actualidad ha sido señalada por la ONU como el país  que ocupa el primer lugar, donde las mujeres y niñas han sido más afectadas por la extremada violencia. Son secuestradas, violadas y asesinadas de la forma más aberrante e inhumana posible,  muchas de ellas por los mismos miembros de sus propias familias. Y cabe mencionar que el número de niños abusados y con el mismo tipo de maltrato se ha incrementado en todas partes.

En el país de la impunidad, son comunes los casos de niñas de la edad de diez años que han sido violadas y dado a luz; sí, niñas madres, porque el aborto en estos casos, o cuando la vida de la madre peligra, es condenado ante la justicia, la religión, y la llamada sociedad civilizada, que al final les importa poco o nada que el resultado de esa agresión termine en embarazos no deseados por las niñas, adolescentes y mujeres adultas.

Más de siete mil novecientas mujeres menores de edad resultaron violadas, embarazadas y dieron a luz en el primer trimestre de 2021 en Guatemala, según los registros recientes reportados por el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (OSAR). Y que dicho sea de paso, en los casos de violación no reciben la suficiente o ninguna atención psicológica en los lugares más apartados del país, ni mucho menos ayuda económica por parte de ninguna institución, ya sea del Estado o religiosa.

Aunque cabe mencionar que existen unos cuantos albergues que administra el Estado, pero no son suficientes y dejan mucho que desear en su mayoría. En el año 2017, un incendio ocurrido en una de las  hacinadas residencias para niños y niñas abusados en Guatemala, causó por lo menos treinta muertos, la mayoría niñas; todo esto ante la total indiferencia e incapacidad del gobierno nefasto e  impune del expresidente Jimmy Morales.

Sumado a esto las estadísticas colocan a Guatemala con las peores tasas de desnutrición infantil de Latinoamérica y las pandillas callejeras como la Mara Salvatrucha acechan a los menores, lo que hace al país uno de los peores lugares para los niños.

Las instituciones públicas de Guatemala carecen de fondos, están asoladas por la corrupción y el hacinamiento es común.

También cabe señalar que las muertes violentas de mujeres no siempre son tipificadas como feminicidio en Guatemala, a pesar de cumplir con las condiciones para ser nombradas bajo este tipo penal. En su lugar, suelen recibir condenas por homicidio o asesinato, generalmente delitos más fáciles de probar y en el caso de los homicidios, con penas más blandas. Y como bien lo expresan los expertos: “No podemos modificar patrones socioculturales si no evidenciamos lo que existe. No es lo mismo hablar de un asesinato que de un feminicidio”.

En Guatemala existen fiscalías y tribunales especializados en feminicidio. Pero no son suficientes para todo el país.Hay una Fiscalía contra el delito de Feminicidio, pero sólo tiene cobertura en unos cuantos municipios. En el Organismo Judicial hay diez juzgados de primera instancia penal, nueve tribunales y dos salas de la Corte de Apelaciones de delitos de feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer. Y el retraso en su creación se debe a problemas presupuestarios y de infraestructura del Ministerio Público. Durante años, dos agencias de la Fiscalía de Delitos contra la Vida fueron las encargadas de investigar y litigar estos casos.

Y aunque por el momento no se ven las soluciones claras y ningún tipo de medidas de prevención eficaces, para muchos expertos la clave para erradicar la violencia de género se encuentra en la socialización y educación basadas en la igualdad a lo largo de todo el ciclo vital de la persona, con especial incidencia en la infancia y adolescencia para que se desarrollen modelos basados en el respeto y la igualdad desde edades tempranas; y que el resto de la sociedad debe estar informada acerca de qué es esta violencia y qué tipos de violencia engloba.

A esto se le suman otras recomendaciones efectivas pero que requieren además de la voluntad social, y de los diferentes programas, las capacitaciones e investigaciones especializadas en la materia; mecanismos para sistematizar, reforzar y actualizar conocimientos, sobre todo en el área rural, ya que se trabaja  de forma rudimentaria. Por lo que cabe señalar los casos que reciben las fiscalías no especializadas, muchas veces, queden en la impunidad.

La verdad es que este indignante tema se ha vuelto tan común, podríamos decir que todos estamos al tanto de los secuestros, violaciones y feminicidios; y que lo alarmante de la situación es que van en aumento.

Nos encontramos en una etapa de regresión en nuestras sociedades, vivimos un período de decandencia de toda índole, y solo Dios  sabrá como iremos a quedar cuando se logre controlar la pandemia, pero a como se ven las cosas, quién sabe cuantos retos y desafíos tendrán que enfrentar nuestras sociedades, y en qué condiciones podremos  mejorar nuestra calidad humana, o simplemente quedaremos más convulsionados y desorientados, pero sobre todo, más divididos que nunca…. pero ese es otro tema para otra ocasión.

“Recuerda, el maltrato no es un asunto privado que queda en casa. ¡No toleres! ¡No ocultes! Denuncia”.