cop21Pero no escribo para hablar del Cumbrismo de este 2015 sino para poner de relieve que entre tanta Cumbre Internacional de medidas globales, propuestas de cambio y buenos consejos, el 2015 sigue siendo un año en el que la desigualdad continua aumentando.

En España, algunos han hecho su agosto y en plena crisis, el número de personas millonarias aumentó un 13% entre el 2012 y 2013. Ahora somos medalla de plata en Europa en materia de desigualdad. A escala mundial tampoco van mucho mejor las cosas y una de cada nueve personas carece de alimentos suficientes y más de 700 millones viven en la más extrema pobreza. El 70% de las personas pobres son mujeres. Las 85 personas más ricas del mundo tienen el mismo dinero que los 3.500 millones de personas más pobres del planeta… Si miramos desde otra óptica, comprobamos que el Cambio climático es el principal responsable del aumento de los periodos de sequías y lluvias así como de los cambios en los patrones meteorológicos que agravan la situación de vulnerabilidad de los 850 millones de personas que actualmente viven en pobreza.

Durante el 2015, el planeta ha batido todos los récords de temperatura casi cada mes. Este agosto ha sido el más cálido desde que hay registros globales, que arrancan en 1880, según ha advertido la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

A menudo una se pregunta cómo hemos llegado hasta aquí y lo peor es que conoce la respuesta. Podemos ser cínicos pero no somos tan tontos. Sabemos las implicaciones que tiene un mundo apuntalado en este sistema capitalista, conocemos el impacto de las políticas de crecimiento en términos sociales, económicos y ambientales. Incluso somos capaces de atisbar a estas alturas que los tratados de libre comercio son directamente responsables de estas diferencias sociales, de generar pobreza y del agotamiento de los recursos planetarios, todo en beneficio de una pequeña parte de la población.

El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea (TTIP[1]) ahonda en un modelo económico depredador para las personas y el planeta, propugnando un crecimiento ilimitado al amparo de una globalización fósil. La propia Comisión Europea reconoce, que éste supondrá –al fomentar el transporte transatlántico– un aumento de las emisiones de CO2[2].

El TTIP aumentará el poder de las multinacionales energéticas para intentar imponer la continuidad de las energías más sucias y contaminantes, implantando en contra de la voluntad ciudadana  técnicas climáticamente peligrosas como el fracking o la lenta implantación de las energías renovables (Capaldo 2014, p.8).

No tiene sentido promover la reducción de emisiones de C02 de la gran cita de París  y al mismo tiempo, poner en marcha tratados económicos (como el TTIP) en contra de sus propios objetivos climáticos. Esta incoherencia de políticas es  una irresponsabilidad.

El acuerdo de París tiene que reconocer la importancia de la mitigación del cambio climático en el desarrollo y la necesidad de financiar los cambios hacia economías bajas en carbono. En el caso de los PED, se trata de adaptarse e invertir en alternativas económicas bajas en emisiones de carbono, dotando adecuadamente los mecanismos habilitados para tal fin (entre otros el Fondo Verde comprometido en las COP anteriores).

Los acuerdos sobre el cambio climático y los ODS deben considerarse complementarios, con oportunidades de beneficio mutuo[3] en áreas como el desarrollo bajo en carbono, la adaptación al clima y la resiliencia, y los nuevos flujos de financiación. Sin esto, no podemos hablar de Gobernanza Climática, sin esto, no podemos abordar claramente el futuro de la humanidad y de las especies.

Si esto no se garantiza y ambas Agendas Globales no están imbricadas, el derecho al desarrollo contenido en el texto de Convención quedaría vulnerado desde el minuto 1 de un texto poco ambicioso en París. Para los 26 millones de personas que ya han sido desplazadas por causas medioambientales el cambio climático ha dejado de ser un concepto abstracto.

Si sumamos las poblaciones de las Bahamas, Kiribati, las Maldivas y las Islas Marshall, el número de personas no supera las 900.000, un porcentaje ínfimo del total de personas que podrían ser desplazadas para 2050 por causas medioambientales: 200 millones, según calcula el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), especialmente de países empobrecidos. Porque el resultado de que el mar siga tragando tierra también se encarna en sequías, inundaciones por riadas, cosechas menos abundantes, una mayor demanda energética, más incendios forestales y olas de excesivo calor.

Nueva York ha sellado un Acuerdo Global con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, identificando objetivos para el Desarrollo Internacional hasta 2030, objetivos que comprometerán el modo de progreso y desarrollo del conjunto de los estados signatarios. París, como diría el Papa Francisco “bien vale una misa” y algo MÁS.

Cecilia Carballo de la Riva, vicepresidenta de Alianza por la Solidaridad

[1]  Lo llaman TTIP, TAFTA o ACTI pero todos son acrónimos del Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión entre EE.UU y la UE

[2] Referencias en: http://ec.europa.eu/priorities/energy-union/emissions-reduction/index_en.htm

[3]http://www.cgdev.org/publication/skyshares-modelling-economic-implications-future-global-emissions-budget

 

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