Anduvimos juntos un camino entre lavanda y romeros.
Entre arlequines en tierras de nadie,
haciendo un hueco a tu sepultura.
38 pasos, solo anduve 38 pasos contigo,
escuchando los gritos de tu silencio.
La justicia volaba entre nubes sembradas de harina y arroz,
disipándose ante los ojos de gorriones y cuervos hambrientos.
Perseguimos al viento llegando a nuevas costas,
mientras el sepulturero esperaba tu último paso
con cuchillos de hielo en sus manos.
Caminé contigo perdidos entre las sombras de falsas acacias.
Perseguidos por hombres sin piedad
hollando la libertad, secuestrando la palabra.
Te acompañé hasta llegar a tu vacío,
allí, bajo el silencio de la inerte tierra,
execraste la luna que tanto amaste.
Pude escucharte custodiando tu no olvido
y desenterrar todos tus pensamientos con mis manos ensangrentadas, arrancando de tu corazón vacío las telarañas de la iniquidad de un tiempo,
que no fue el tuyo.
Ahora, las secuoyas te lloran en los prados Asfódelos, porque ya no hay camino.
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