La sociedad civil debe hacerse escuchar
En el preámbulo de uno de los documentos más luminosos de nuestro tiempo, la Constitución de la Unesco, que se creó en Londres en 1945, se dice que “una paz fundada exclusivamente en acuerdos políticos y económicos entre gobiernos no podría obtener el apoyo unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y, por consiguiente, esta paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”.