En 1980 se publicó una novela que al año siguiente ganaría el Premio Pulitzer, se trataba de la genial, divertida y también amarga “Conjura de los necios”. Su autor John Kennedy Toole no pudo conocer el éxito de su obra, se había suicidado en marzo de 1969 porque nadie había querido publicar su obra.
Estamos en guerra. No hay duda. Y tenemos que estar prevenidos y conscientes de ello. No esperen que políticos, politólogos y tertulianos se lo digan, basta con escuchar las noticias.
Giorgia Meloni ha ganado las elecciones en Italia. La tercera economía de la Unión Europea será administrada por un gobierno de centro derecha, según aseguran, pero dominado por el extremismo. Han hecho falta los votos de unos cuantos meloni para un regreso al pasado.
Estamos asistiendo estos días a la fastuosa despedida de la última reina de los británicos. Isabel II ha reinado durante setenta años, como casi todos ustedes deben saber. Heredó un imperio conseguido, como todos, a base de expoliar y explotar a las numerosas colonias sometidas a la fuerza.
¿Explicaciones, de qué? Repuso el rey emérito –así, en minúsculas– ante la pregunta de los periodistas. Sin saberlo, su respuesta es el paradigma del atraso de España en derechos democráticos. La España de charanga y pandereta que cantara Machado sigue viva.
No les voy a hablar de la acepción geográfica, sino de aquella otra que define a los golfos como pillos, sinvergüenzas y holgazanes; según la RAE.
He sido de nuevo abuelo. Esta vez de un varón. Viéndole me he preguntado qué mundo le dejo, le dejamos, y cómo se presenta el tiempo que le tocará vivir. Cuando pueda entenderme le diré que su día de mañana será el de la conciencia.
Desde que somos niños nos gusta llamar la atención. Para ello recurrimos a las risas, a los gritos o al llanto, es decir, al ruido. Según Sabina: “ella le pidió que la llevara al fin del mundo… y hubo mucho, mucho ruido, tanto ruido que al final llegó el final. Ruido de tenazas, ruido de amenazas, ruido compartido, ruido del pasado, ruido malnacido; demasiados ruidos y por fin, el fin.”
En ocasiones en nuestro diario deambular se agradece un momento o una situación que nos haga reír. Estoy de acuerdo con Aristóteles y con todos los que defienden que la risa aporta numerosos beneficios: nos rejuvenece, elimina el estrés, la ansiedad y nos llena de energía.
La terrible guerra que sufre Ucrania tiene sus héroes y también sus heroínas. Tanto rusas como ucranianas han demostrado la importancia de las mujeres valientes en el conflicto.
