La falta de aceptación por parte del PP de que somos una democracia parlamentaria y es la mayoría del Parlamento quién tiene la palabra, está conduciendo al país a una situación de tensión y ruptura que raya la inconsciencia.
No analizaremos las ocultas razones de la amnistía aunque las haya. Pero sí debemos entender los motivos de esta. Alcanzar acuerdos para el diálogo y cerrar las viejas heridas que se abrieron en junio 2010, debería ser algo primordial para todos los españoles. Si el interés general de todos es que Catalunya siga formando parte del Estado Español, la tolerancia y el entendimiento deben ser los instrumentos para este logro.
La tan controvertida amnistía es un paso más. Cientos de enseñantes que abrieron colegios e institutos para el referéndum de octubre o escondieron urnas, manifestantes pacíficos, funcionarios de la Generalitat y docenas de policías cumpliendo órdenes, bien o mal dadas, se verán favorecidos por la disposición. Y también –y eso es lo que preocupa a mucha gente–, el ex presidente de la Generalitat. Si la medida de gracia permite que Puigdemont no ingrese en prisión, los beneficios sociales que se obtengan justifican esa concesión y él sabrá lo que les cuenta a sus hijos o a sus votantes de cuando escapó en el maletero de un coche dejando a todos con el culo al aire. No se gana nada con que el personaje pase cuatro años en la cárcel, a pesar de que los merezca, salvo satisfacer los deseos de desagravio nacionalista e intolerante de algunos, porque nadie de los que gritan y patalean se vieron dañados personalmente.
El intento de proclamar la República Catalana se hizo sin violencia -el tema de los CDR, queda al margen, siempre hay minorías instrumentadas con pretensiones espurias-, sin invadir Madrid y dentro de los cauces democráticos, aunque no jurídicos. Claro está que hubo ciertas desobediencias civiles e institucionales, por las que ya han pagado mucha gente con importantes sentencias –doce años son muchos años por pretender votar–. Este domingo, en un programa televisivo, Oriol Junqueras aclaraba que, la amnistía no alcanzaba a otros delitos que no tuvieran nada que ver con el primero de octubre. Haciendo hincapié en el caso de Laura Borràs, y que yo espero que sea así.
Lo que pretende el PP es crispar la opinión pública porque no acepta seguir en la oposición. Si no hubiese ley de amnistía, recurriría a los pajaritos de colores. Lo que proyecta Vox es cargárselo todo, por intereses políticos ilegítimos y sabiendo que, en unas futuras elecciones, podría quedar borrado del mapa. Lo que insinúa Ayuso no es un golpe de estado contra la democracia, su golpe por golpe lo dará en Génova, pero para ello debe exasperar a sus votantes aún a costa de coincidir en gestos, insultos, amenazas, actos, banderas y discurso, con el extremismo más feroz.
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