¡Cómo se vuelve todo concreto en el mundo de un alma cuando un objeto, cuando una simple puerta viene a dar las imágenes de la vacilación, de la tentación, del deseo, de la seguridad, de la libre acogida, del respeto!
Hablaríamos de toda nuestra vida, si hiciéramos el relato de todas las puertas que hemos cerrado, que hemos abierto, de todas las puertas que quisiéramos volver a abrir.
Sin embargo, podemos preguntarnos: ¿es acaso el mismo ser, el que abre una puerta y el que la cierra? ¿A qué profundidad del ser pueden llegar los gestos que dan conciencia de la seguridad o de la libertad? ¿No se vuelven tan normalmente simbólicas en razón de esta “profundidad”?.
Así René Char toma como motivo de uno de sus poemas esta frase de Alberto Magno: “Había en Alemania dos niños mellizos de los cuales uno abría las puertas tocándolas con el brazo derecho y el otro las cerraba con el brazo izquierdo”. Semejante leyenda, en la pluma de un poeta, claro está, no es una simple anécdota o referencia. Ayuda al relato poético, a sensibilizar al prójimo, a afinar los símbolos de la vida cotidiana. Esta antigua leyenda se vuelve nueva, cuando un poeta la retoma.
Sabe que hay dos seres en la puerta, que la puerta despierta en nosotros dos direcciones de ensueño, que son dos veces simbólicas. Y además, podemos preguntarnos: ¿hacia quién se abren las puertas? ¿Se abren para el mundo de los hombres o para el mundo de la soledad?
Ramón Gómez de la Serna ha escrito: “Las puertas que se abren sobre el campo parecen dar una libertad a espaldas del mundo”.
Por otra parte, en cuanto la palabra “dentro” aparece en una expresión, ya no se toma a la letra la “realidad de la expresión”. Se suele tener el inconveniente de traducir, lo que creemos ser el lenguaje figurado al lenguaje razonable.
Nuestro problema consiste en hablar de la imaginación liberada, cuestiones de poética que existen en la escritura y en la realidad, que es una de sus formas de aparición en el mundo. El carácter anormal de la imagen no quiere decir que está artificialmente fabricada. La imaginación es la facultad más natural que existe.
Todo proyecto es una contextura de imágenes y de pensamiento, que supone un anticipo de la realidad. No tenemos, por lo tanto, que considerarlo en una doctrina de la imaginación pura. Es incluso inútil continuar una imagen, es inútil conservarla. Nos basta que sea.
Jaime Kozak es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, Capítulo Reino de España.
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