En el año 2010 los reflexivos miembros de la RAE llegaron a la conclusión de que ya no era necesario poner tilde diacrítica al adverbio sólo y a los pronombres demostrativos. El contexto de la oración lo aclararía. Escritores, articulistas y periodistas corrimos para corregir textos y escritos y ponernos al día. Hubo defensores y detractores de la idea. Mas, fieles al pensamiento socrático, a la praxis y al adagio de que: doctores tiene la iglesia, obedecimos ipso facto.
Sin embargo, la medida –muy efectiva con los pronombres demostrativos–, no lo era tanto con el adverbio de marras. Así circuló aquella frase que más que ambigua era hilarante: Ayer estuve toda la tarde en casa solo haciendo el amor. Con lo que podía interpretarse la oración como un caso de onanismo persistente o de entretenimiento amoroso con una pareja. Equívoco que quedaba resuelto si la autora del enunciado era mujer.
Ante esas dudas, rectificó la Academia y sentenció que como adverbio, sólo, podía acentuarse únicamente si hubiera o hubiese riesgo de ambigüedad, pero se recomendaba no tildarlo ni siquiera en esos casos y resolver la anfibología de otra manera. Así recorrimos al solamente. No obstante, precisamente, el abuso de sufijos no es aconsejable en la literatura moderna y así, desesperadamente, tuvimos que conciliar el sólo utilizando todo tipo de recursos literarios.
La semana pasada los académicos se rendían a la evidencia y llegaban a la conclusión de indultar al acento de marras, así, el adverbio sólo, podrá llevar tilde de nuevo cuando a juicio del que escribe haya un riesgo de retruécano, de chiste o de tergiversación. Y con ello enmendaban y diferenciaban las tardes llenas de pasión compartida versus los placeres solitarios.
Después de esto ya no sé qué es lo mejor. Pero como buen socrático recurriré a la búsqueda activa y participativa del conocimiento y a explorar por mí mismo los caminos más directos y más audaces para que mis lectores me comprendan. Y si alguno de ustedes queridas y amables lectores no encuentran perfección en mis escritos, recuerden el aforismo que hago mío: Sólo sé que no sé nada.
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