Detective privado no, detective independiente. Con esa carta de presentación llega a un concurso de la televisión el investigador Héctor Belascoarán Shayne para asaltar el bote del programa.

¿Cómo? Exhibiendo sus conocimientos sobre asesinos en serie.

¿Para hacerse rico? Eso es algo que el espectador deberá descubrir en la nueva serie de Netflix protagonizada por Méndez y basadas en las novelas de Paco Ignacio Taibo II.

A través de una trepidante acción salpicada de humor, esta serie de género negro no deja a lo largo de sus tres capítulos (de momento) de sacar sonrisas e indignar a un tiempo al espectador mientras va resolviendo crímenes y misterios, en muchos casos relacionados con la corrupción política y económica de las élites mexicanas.

La serie no deja títere con cabeza en la sociedad y el poder del país norteamericano, algo que no sorprende conociendo al novelista y que en este caso se ve apoyado por un paladín de lujo como Luis Gerardo Méndez, de quien sabíamos de sobra su capacidad para hacernos reír, pero que recientemente nos enseñó en la última temporada de Narcos México su poder para revolvernos el alma a través de un antihéroe lleno de tonos grises como el agente Víctor Tapia. En esta ocasión ha vuelto al humor, pero con una profundidad en su personaje que demuestra el poder de la comedia para remover conciencias y, por qué no, cambiar el mundo.

Una producción de Perro Azul dirigida por Ernesto Contreras, Hiromi Kamata y Gonzalo Amat, con guión de Aura García-Junto, Augusto Mendoza y Rodrigo Santos, y en la que escoltan a Méndez en la interpretación Paulina Gaitán e Irene Azuela.

Precisamente ahora que Karla Souza —hermana de Méndez en «Nosotros, los Nobles»— se ha dado conocer también al público español con «Voy a pasármelo bien», la película musical basada en las canciones de Hombres G que desde la pasada semana se puede ver ya en toda Latinoamérica a través de Prime Video, sería bueno que los productores y realizadores de este lado del charco empezaran a contar también con Luis Gerardo Méndez, quien por cierto tuvo una gran actuación en Madrid presentando los Premios Platino junto a Juana Acosta el año pasado. Sobran los motivos para empezar a contratarlo aquí, antes de que de sus papeles con el cine norteamericano se vuelvan más habituales y su caché lo deje fuera de alcance.

En cuanto a Belascoarán, habrá quien tache esta serie de malinchista por su inmisericorde denuncia de los males de México (los de 1978, pero también los de ahora), de anticlerical por la imagen que ofrece la Iglesia católica o hasta de comunista por los postulados ideológicos del protagonista. Sin embargo, no parece que sobre ninguno de los aldabonazos que da la serie, escrita por un asturiano de nacimiento que ya es más mexicano que los chilaquiles y cuya posición política no es ningún secreto. Y desde luego, nada que ver con el tufo maniqueísta y tendencioso que sí tiraba para atrás en Patria, el documental histórico basado en la trilogía homónima de Taibo II donde en lugar de la denuncia honesta de quien le duele su patria porque la quiere, más parecía propaganda hagiográfica patrocinada por la cuarta transformación.

En este caso, la crítica social es atinada y pertinente, y planteada de forma brillante a través del entretenimiento el humor, que es como más permean estas cosas.