«En 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos». El titular, desprendido de un estudio de la Fundación Ellen MacArthur, se viralizó rápidamente hace un par de años. Nada que ver -esta vez- con las ‘fake news’. El cuerpo del cachalote hallado recientemente en una playa de Indonesia encarna una realidad que ya está aquí: su estómago contenía seis kilos de plástico.

El cuerpo del animal, de nueve metros y medio de largo, fue encontrado en el Parque Nacional de Watakobi y su rescate fue posible gracias a la colaboración de los trabajadores del lugar con técnicos de la Academia de Vida Marina y Pesca de Wakatobi y de la ONG WWF. Lo que albergaba en su interior deja poco atisbo de dudas: 19 piezas de plástico duro, cuatro botellas, 25 bolsas de plástico, 115 vasos de plástico, dos chanclas y 3,26 kilos de trozos de cuerda.

No es la primera vez que ocurre. En junio, una ballena murió en Tailandia tras tragarse 80 bolsas de plástico. Lo peor -aún puede serlo- es que este caso se repetirá con cada vez más frecuencia si no se ataja el problema de raíz.

Consumimos plástico de manera masiva y descontrolada. Forma parte de nuestro día a día. En la gran mayoría de casos, los usamos una vez y los desechamos en el primer lugar que encontramos. Con suerte será una papelera. Si no, algún desagüe que lo traslade hacia el gran vertedero universal: el mar. Cada segundo se vierten en los océanos 200 kilos de basura, lo que se traduce en ocho millones de toneladas de plásticos al año. Para hacernos una idea gráfica, esto sería 34 veces la superficie de Manhattan.

China, Filipinas, Indonesia, Tailandia y Vietnam son responsables del 60% de los plásticos que se arrojan cada año a los océanos y, según un estudio de Nature, 15 de los 20 primeros ríos que más cantidad de plástico contienen en sus aguas están en Asia.

El pasado 15 de noviembre se celebró el foro Asia Oriental en Singapur, cuyos integrantes reconocieron en un comunicado su «preocupación por el rápido incremento de basura plástica en los mares» y se comprometieron a promocionar el reciclado de residuos y buscar materiales sostenibles, así como realizar campañas informativas entre la población. Las medidas son tan necesarias como urgentes.

Alejandra Espino