Y silencio.
Las discrepancias o propuestas alternativas –como desarme para el desarrollo- se acallan por el inmenso poder mediático que, siguiendo instrucciones de los “mercados”, están ganando la batalla…
“Nosotros, los pueblos…” distraídos, irrelevantes…
Son necesarios grandes clamores populares, presenciales y en el ciberespacio que, apremiados ahora por procesos potencialmente irreversibles, exijan con carácter de emergencia la refundación de un multilateralismo democrático con la inmediata supresión de los ineficientes grupos plutocráticos; un nuevo concepto de seguridad, que atienda no sólo a las fronteras sino a quienes viven en su interior, contribuyendo de momento con el 10% de los gastos militares y en armamento; y que, pensando en las generaciones venideras y en las gravísimas consecuencias que se derivarían del incumplimiento de los Acuerdos de París, adviertan al señor Trump de que la mayoría de los habitantes humanos de la Tierra procederían a no adquirir productos de los Estados Unidos si no respeta íntegramente los compromisos adquiridos…
La palabra es nuestra única “arma de construcción masiva”.
O nos unimos y elevamos nuestras voces… o complicidad y delito de silencio.
“La voz / que pudo ser remedio / … y no fue nada”.
Delito de silencio.
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