La necesidad de otorgar un trato correcto a los indígenas americanos estuvo siempre presente en la Corona española predicándose tal protección de forma oficial por primera vez en el año 1493 cuando la reina Isabel la Católica da instrucciones a Colón para su nuevo viaje: «De aquí adelante traten muy bien y amorosamente a los dichos indios, sin que le hagan enojo alguno».
En 1500, tras conocer de primera mano en Sevilla la triste suerte de los indios, prohibió su servidumbre y que se trajeran más de América y en 1503 autorizó que pudieran venir solo cuando ellos mismos lo quisieran; no solo autorizó sino que propició los matrimonios mixtos y por último, en sus disposiciones testamentarias, doña Isabel ordenó a sus herederos: «No consientan ni den lugar que los indios, vecinos y moradores de las dichas Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados» .
Tal política de amparo real se vería posteriormente reflejada en las Leyes de Burgos de 1512 y las Leyes Nuevas de 1542, cuerpos legales universalmente revolucionarios al reconocer los derechos de los pueblos conquistados.
Esta política, sin embargo, acarreaba una complementaria: los teólogos afirmaban que los indígenas también eran criaturas de Dios pero que al estar alejados de él, sus almas estaban en peligro: debían por lo tanto ser evangelizados e instruidos en la Ley de Dios.
Para tal misión se ofrecieron diferentes órdenes religiosas como franciscanos, jerónimos, dominicos, agustinos y jesuitas con diferente implantación dependiendo del lugar y la época.
Dentro de ellas, uno de los pioneros fue el franciscano español Fray Luis de Bolaños – al que la historiadora paraguaya Margarita Durán llama el “Hechicero de Dios” por los muchos milagros que le atribuían los indígenas -, precursor de uno de los sistemas misionales más importantes y eficientes: las reducciones.
Las reducciones
Fueron un sistema social novedoso promovido por los religiosos en América del Sur durante los siglos XVI y XVII que integraba valores europeos con tradiciones indígenas. Los religiosos buscaban conservar la cultura indígena, aprender su lengua y recurrían al arte para evangelizar; para el desarrollo económico se construían talleres de herrería y fraguas, se tejían sus propios vestuarios e incluso se construían escuelas de música.
Esos centros buscaban proteger a los indígenas de los desaprensivos mercaderes de esclavos y se volvieron unidades productivas que permitían a los aborígenes superar la pobreza y conseguir independencia económica, pero a cambio de renunciar a parte de su libertad toda vez que debían aprender a convivir con otras tribus y cambiar de territorio.
Los religiosos aprovecharon la tendencia natural al sistema de tribus de los indígenas para construir una vida comunitaria dentro de la reducción, fundamentada en un sistema social solidario y una economía basada en la comunidad de bienes y de producción que hoy calificaríamos como una mezcla de comuna y cooperativa.
El modelo incluía el cultivo común en una parte de los territorios de cada misión con productos destinados a satisfacer las necesidades colectivas, y la venta de los excedentes en las áreas externas de la misión para adquirir los demás elementos (telas, vestidos, sombreros, semillas, herramientas de labranza y de construcción).
Los principales elementos de labranza (los arados y las yuntas de bueyes) eran propiedad pública y estaban concentrados en granjas especiales, a las que debían solicitarse en tiempos de siembra.
Toda la tierra estaba sujeta a rotaciones periódicas que le permitieran descansar para hacer mejor uso de la misma y cada persona trabajaba para la comunidad cultivando en determinados días del año, incluyendo el alcalde. Con el fin de que los indios aprendieran artes mecánicas y lograran manipular los artefactos de la pequeña industria, se establecieron en las reducciones escuelas y talleres donde los indios aprendían a manejar tornos, sierras, fraguas, telares y se hacían expertos en carpintería, escultura, fundición y sastrería.
La reducción nacería como el sistema opuesto a la desastrosa encomienda. El precursor de este – por entonces – insólito sistema fue el religioso Fray Luis de Bolaños entre los guaraníes de Paraguay.
Fray Luis de Bolaños
Nacido en Marchena (Sevilla) en 1550 de familia labradora, ingresó muy joven en el convento franciscano de Santa Eulalia para realizar el noviciado. Sin haber acabado su formación ni haber sido ordenado de sacerdote se embarcó para las Indias acompañando a Alonso de San Buenaventura. Llegó a las costas de Brasil tras una accidentada travesía de siete meses.
Después de evangelizar inicialmente a los indígenas del Delta bonaerense, remontaría el río Paraná en la expedición que Ortiz de Zárate emprendió hacia Santa Fe y la Asunción. Pronto Bolaños contemplaría decepcionado la política de los gobernadores encomenderos – en 1556 el nefasto gobernador Domingo Martínez de Irala había repartido unos 100.000 indios entre 300 españoles encomenderos – y tras una terrible travesía de siete meses llegaron a la isla de Santa Catalina junto a Brasil.
Intentaron varias veces entrar en el río de la Plata para remontar hasta Asunción sin llegar a conseguirlo por lo que se vieron obligados a permanecer allí durante más de dos años. Finalmente arribaron a Asunción en febrero de 1575.
Integración
Una vez en Asunción, Bolaños y su maestro Alonso no permanecen en el convento, sino que se integran al estilo y modo de vivir de los indios y Bolaños consigue pronto dominar perfectamente el idioma guaraní. Hábilmente y frente a las opciones de los nombres de Dios y otras expresiones religiosas, adopta figuras de las creencias religiosas guaraníes para representar las del cristianismo en el Catecismo que escribió en el idioma guaraní.
Traductor del catecismo. Bolaños, lingüista
Bolaños fue, además del creador del sistema grafemático guaraní – hasta entonces solo tenía forma oral -, el creador del primer vocabulario español guaraní. Junto a la gramática y el vocabulario, base sobre la que trabajaron posteriormente los jesuitas, destaca como lingüista y misionero gracias a la traducción al guaraní del primer catecismo, el catecismo de Lima, que Santo Toribio, el arzobispo de Lima, había hecho redactar.
El guaraní era el idioma originario más conocido entre los pueblos del Río de la Plata y Juan Bernardo, un fraile mestizo fue quien ayudó a Bolaños en el dominio de la lengua. Alrededor de los años 1586-1587 el obispo del Paraguay Alonso Guerra le pidió a Bolaños que tradujese el catecismo limense al Guaraní. Estos primeros escritos realizados por él fueron tomando forma y uso hasta que en el Sínodo de Asunción aprobó el catecismo de fray Luis Bolaños como único y obligatorio para el Paraguay y todo el Río de la Plata: “Que los curas de indios sepan por lo menos la lengua guaraní con suficiencia para poder administrar los sacramentos, y tengan la doctrina y catecismo que hizo el padre fray Luis Bolaños, el cual sepan de memoria para que todos los domingos y fiesta lo digan y enseñen a los indios”.
El método misionero de memorización y recitación del catecismo de Bolaños «modeló» la fe cristiana de los indios reducidos por los franciscanos, jesuitas y seculares. El catecismo de Bolaños fue el catecismo de la Iglesia paraguaya por más de 200 años y el método más eficaz para lograr entre los indios un lenguaje cristiano.
Fundación de reducciones
De esta forma, Bolaños se fue haciendo un gran conocedor de la selva paraguaya como incansable caminante en busca del guaraní, visitando pueblos y fundando las siguientes reducciones:
– San Lorenzo de los Altos, que fue suprimera fundación en el año 1580 junto a fray Alonso de San Buenaventura. Lograron juntar a unos 300 indios a unas 6 leguas de Asunción.
– Ytá: Ubicada 6 leguas al sur de la ciudad juntaron más de 500 indios.
– Yaguarón: Redujeron otros 500 indios sobre el río Cañabe. Fue fundada entre 1586 y 1587. En esta reducción también estuvo fray Gabriel de la Anunciación. Conserva una iglesia construida a mediados del S. XVIII.
– Caazapá: Fundada el 1607 con colaboración del gobernador Hernandarias. Juntaron 600 indios de los montes y fue la más extensa de todas.
– Yuty: Es fundada el 4 de octubre de 1611 a orillas del río Tebicuarí con 700 indios..
– Itatí: fundada fines del año 1615.
-Santiago de Baradero: también en 1615.
Estas reducciones salvaron de la muerte y de la esclavitud a miles de indígenas guaraníes y servirían de modelo a la gran obra de los jesuitas que estaba por venir. Los propios iniciadores jesuitas de su primera Reducción de San Ignacio Guazú, a la hora de su creación, juzgaron oportuno hacer una visita a Yuty para encontrarse con Bolaños a fin de que éste les orientara en la formación de una Reducción desde su vasta experiencia de treinta años.
Bolaños era todo un maestro misionero, respetado y querido. Cuenta con el doble honor de ser iniciador de reducciones en el Paraguay y también, el de ser maestro de los jesuitas a la hora de emprenderlo.
Fray Luis de Bolaños trabajaría toda su vida con los indígenas en las reducciones hasta que después de más de medio siglo de ininterrumpido trabajo misionero, fue al convento de Buenos Aires y allí siguió escribiendo y formando a los nuevos religiosos. Allí murió en 1.629
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