En la música podríamos hallar un camino hacia el encuentro.

El lenguaje corporal es universal (movimiento,  mímica, sonidos corporales, patología de  la piel), lo que sumado a la interacción con la música y un musicoterapeuta, a través de un elemento intermediario (puede ser un instrumento), nos conduce a la musicoterapia.

Esta es una disciplina de la salud que utiliza la música, principalmente, con fines terapéuticos, para tratar diferentes necesidades físicas, emocionales, mentales y cognitivas, efectiva incluso para tratar diversas patologías y trastornos de personalidad; produce beneficiosos cambios en la persona a todo nivel, al integrar en la música los diferentes aspectos de la persona: físico (ritmo), emocional (melodía) y mental (armonía), utilizando para ello la gran capacidad transformadora y curativa de la música cuando se aplica en un entorno terapéutico.

Personas de todas las edades, desde bebés hasta ancianos, sin importar condición física o mental podemos beneficiarnos de esta terapia.

La música es una función cerebral bihemisférica, lo que quiere decir que involucra ambos hemisferios cerebrales (ritmo: hemisferio izquierdo, y melodía: hemisferio derecho), permitiendo que personas que no pueden hablar, por ejemplo,  porque han sufrido una “afasia de expresión” con una secuela en su hemisferio izquierdo, puedan cantar, ya que la localización de la voz cantada está en el hemisferio derecho.

El musicoterapeuta es un profesional universitario formado para detectar las necesidades particulares de las personas y ayudarlas a través de experiencias musicales -basadas en procedimientos y técnicas terapéuticas específicas-, utilizando canciones, música editada, la voz e instrumentos musicales.

La dinámica de trabajo puede ser individual o también grupal, en espacios públicos como privados, dentro de instituciones o fuera, en el espacio de un consultorio particular, por  derivación médica o por interés particular.

En los niños

La musicoterapia puede ser utilizada en la atención temprana, desde el primer mes (con y sin patologías) para la estimulación cognitiva, motora, dificultades de aprendizaje, como para niños víctima de abuso y/o violencia. Es efectiva también en adolescentes con trastornos alimenticios, adicciones, riesgo social, rehabilitación por accidentes de tránsito, y en el trabajo o en los centros de estudio, contra el acoso.

A los niños con autismo o trastorno generalizado del desarrollo (TGD), para los que el lenguaje verbal está muchas veces vacío de contenido, el lenguaje musical permite encontrar nuevas formas de comunicación que pueden significar una mejoría positiva en su comunicación e interacción social.

Se puede aplicar en los sistemas de cuidados a las gestantes técnicas de relajación y escucha de música que oriente en la madre estados emocionales positivos, ya que existen estudios científicos que demuestran que no sólo la madre escucha y reacciona, sino que lo hace también el feto, nutriéndose de los estímulos audibles, que van desde la escucha de los latidos cardíacos, los sonidos gástricos, los latidos del corazón, la voz materna y las vibraciones que llegan desde el entorno.

Una de las cualidades más relevantes es que estimula las zonas del cerebro asociadas al pensamiento lateral derecho (vinculado al proceso de búsqueda de soluciones, creatividad, integración de información, entre otras, y aspectos relacionados al coeficiente emocional).

Ha resultado ser de significativa ayuda en las dificultades de aprendizaje, problemas de conducta, niños con necesidades educativas especiales, dificultades en la socialización, trastornos médicos crónicos y/o degenerativos (cardiopatías, problemas de dolor) debido a que estimula la secreción de dopamina, siendo también apoyo y complemento a una enorme variedad de procesos de intervención terapéutica en enfermedades degenerativas, problemas de farmacodependencia y abuso de sustancias, daño cerebral debido a enfermedades o traumatismos, incapacidades físicas debido a enfermedades degenerativas o accidentes, problemas de dolor agudo o crónico, personas con enfermedades terminales.

Mas no es necesario estar enfermo o necesitado de terapia para disfrutar de los enormes beneficios y la transformación que se obtiene mediante la musicoterapia.

Efectos fisiológicos: estimula y aumenta la energía muscular, regulariza la respiración, la tensión, el pulso, la presión sanguínea, la función endócrina y cardíaca, beneficiando las funciones digestivas, reduciendo la fatiga, además de generar endorfinas y aumentar la vitalidad.

Efectos psicológicos: medio de comunicación tanto a nivel personal como interpersonal, incrementa atención y  concentración, desarrollando y fortaleciendo la memoria. Ayuda a tomar decisiones, haciéndonos más independientes ante el descubrimiento de nuestro poder interno, potencia la toma de conciencia de nuestros sentidos y la capacidad de escucha consciente, la comprensión hacia uno mismo y hacia los demás, aportando paz y armonía, desarrollando la creatividad y recuperando el contacto con el juego, con la ilusión, proporcionando una sensación de libertad y de tranquilidad física, emocional y mental.