Contrario a lo que comúnmente se cree, con la muerte de Atahualpa la nobleza inca no terminó, sino continuó y con mucho prestigio y poder.
El Consejo de los 24 Electores Incas del Qosqo (Alférez Real de los Incas) fue una institución de sumo prestigio creada por el rey Felipe II con la intención de honrar, privilegiar y dar poder a la familia real Inca y sus descendientes, tanto de sangre como mestizos.
Inicialmente sus miembros eran cuidadosamente admitidos por los funcionarios de dicha institución en el siglo XVI y XVII.
El proceso era muy riguroso, pues para los reyes españoles los «reyes del Tahuantinsuyo», al ser reyes de un vasto imperio, estaban a su mismo nivel y por ello debían ser tratados como reyes.
Muchos integrantes de este Consejo incluso viajaron al Viejo Mundo, casándose con damas de la alta realeza europea. Es por ello que incluso todavía se podría encontrar descendientes Incas en Europa.
Este consejo estaba integrado por 24 nobles Incas católicos que pertenecían a la Casa Real Hurin Qosqo y Hanan Qosqo y se admitía a 2 miembros de cada Panaca o Ayllu Real.
El poder de esta familia Inca era de tal magnitud que muchos de ellos (por no decir casi todos) ocuparon cargos virreinales e incluso tenían la potestad de declarar la guerra. Un ejemplo de ello lo encontramos en 1780, cuando le declaran la guerra a TupacAmaruII, enviando a Pedro Apo Sahuaraura Inca a combatirlo quien murió, junto a muchos de sus soldados indígenas, en defensa de la Corona española en la Batalla de Sangarará.
Fue después de la Independencia cuando esta institución comenzó a desaparecer y con ella los descendientes directos de la gran panaca real, perdiéndose, por lo tanto, los vestigios de los descendientes de los Incas que forjaron el Tahuantinsuyo.
Fuente: «Elites indígenas en los Andes: nobles, caciques y cabildantes bajo el yugo colonial.» David Patrick Cahill, Blanca Tovías. Editorial Abya Yala. Lima-Perú. (2003).
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