Ernest Miller Hemingway nació en Illinois (Estados Unidos), el 21 de julio de 1899 y murió en Idaho, el 2 de julio de 1961. Fue un importante narrador estadounidense considerado como uno de los escritores más destacados del s. XX. Recibió el premio Nobel de Literatura en 1954.

Entre sus novelas caben destacar: Fiesta (1926), Adiós a las armas (1929), Por quién doblan las campanas y El viejo y el mar (1952).

Lo que el gran público desconoce fue su faceta de poeta (escribió 92 poemas) que cultivó, más bien, en su juventud (segunda década del siglo XX) y que los críticos literarios la consideran de escasa calidad. Sin embargo, este poema de Hemingway me parece, simplemente, maravilloso. Espero que a los miembros de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional (ANLMI) y a los lectores de Otromundoesposible.net les resulte este poema tan interesante como a mí.

 

TEMORES

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.

Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento.

Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.

Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo.

Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.

Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.

Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.

Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.

Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.

Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.

Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme más.

Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.

Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.

Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.

Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.

 

 

 

Benedicto Cuervo Álvarez es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional y Delegado para Asturias del Capítulo Reino de España.