“El tiempo y el espacio” contribuyen  a la creación de una atmósfera de época, que junto el espacio concreto, los objetos y las líneas que rodean al personaje pueden ayudarnos a objetivar sus sentimientos, a crear un aura que le envuelva y que es espejo de su interior. La atmósfera tiene que ser intransferible: ha de nacer de la trama y de los personajes. Es preciso crear un espacio lleno de objetos, de gestos personales y de detalles.

En cuanto al “ritmo” la longitud de las frases, según la puntuación, contribuye también a crear una atmósfera que ayuda al narrador a expresar su actitud. Un ritmo rápido —frases cortas, pocos adjetivos, muchos verbos…— contribuirá a construir una atmósfera de viveza, tal vez de pasión, o de violencia o alegría. Un ritmo lento, por el contrario, plagado de oraciones subordinadas y de adjetivos, contiene en sí mismo una lectura lenta, de espera o de una atmósfera de rutina.

Por su parte el  “vocabulario” es uno de los aspectos más importantes para la creación de atmósferas, puesto que impregna el texto entero de un aliento propio.

Encarnación Sánchez Arenas